Sergio Uñac: “Los gobernadores no pensamos todos igual”

Jorge Fontevecchia entrevista en Perfil al gobernador de San Juan. Es el peronista que mejor le ganó a Cambiemos. De ignoto a presidenciable, responde a el Director del bisemanario, acerca de Cristina. El nuevo PJ y el frente que armará, el respero y las diferencias con Macri.
A continuación un fragmento de la extensa entrevista
 
—¿Su objetivo sería presentarse para una reelección como gobernador en 2019 y, de ser posible, como candidato a presidente peronista en 2023?
—No, lo mío es, de ser posible, presentarme como candidato a la reelección en mi provincia y después de eso ver cómo se va desarrollando el horizonte político. Es muy cambiante nuestro país. Todos lo sabemos.
—Está claro. Mi pregunta se refería al “cursus honorum” deseable que usted tendría para su carrera política.
—Sería un escenario posible, pero hay que construirlo con mucho trabajo. Falta mucho tiempo para 2023 y sería prematuro diseñar cualquier clase de estrategia. El largo plazo en Argentina suele dar sorpresas, y bastante grandes.
—Vuelvo a 2023. Está muy claro que ni usted ni nadie controla el futuro político argentino, y las circunstancias podrán darse, o no. ¿Usted desearía presentarse para un nuevo período de gestión o cree que tres períodos ya es demasiado y le gustaría asumir una responsabilidad institucional superior?
—Tres períodos es mucho, es verdad. Podría presentarme, la Constitución me lo permite. Pero dar un salto de tal envergadura, pasar de gobernador a Presidente, es algo más que importante. Debería prepararme muy a conciencia, conformar un equipo sólido, conocer con amplitud los problemas y las necesidades de todo mi país y después plantearme un escenario de crecimiento. Pero en el marco de la política argentina todo es posible. No debería hacer nada antinatural para que eso pueda darse. Las cosas pueden suceder, naturalmente. O no.
—¿Pero es algo que usted desea?
—Cuando uno abraza la actividad política con pasión, es algo que en algún momento puede instalarse como un objetivo mayor, de máxima, sin que uno se desvele. Puede pensarse. Con mucha tranquilidad, por el momento.
(…)
—Lo que hoy más se discute es qué futuro político tiene el peronismo. Si deberá conformarse con participar en una alianza superadora porque con el PJ solo no alcanza, incluso hay quienes conjeturan que, electoralmente, puede llegar a extinguirse. ¿Cuál es su mirada respecto del futuro de su peronismo?
—El peronismo tiene mucho futuro, si sabemos renovarlo y aggiornarlo a las actuales circunstancias. El peronismo, por tradición y en base a la militancia que conforma nuestro movimiento, ha tenido un contacto muy cercano con la sociedad. No debemos perder esto. El famoso cara a cara con la gente que siempre planteamos en el partido debe continuar dándose, porque es parte de nuestra esencia. No debemos oponernos al desarrollo tecnológico, a la inclusión de la comunicación, las redes sociales, la tecnología, las nuevas formas para poder llegar más y mejor a la sociedad. Habrá que lograr un mix, un equilibrio entre nuestro pasado reciente, nuestra identidad histórica y las nuevas herramientas tecnológicas. Eso es evolución.
—Dentro del peronismo hubo, históricamente, muchas líneas diferentes. El capitán Licastro y Guardia de Hierro, John William Cooke, la renovación de Cafiero, el pragmatismo liberal de Carlos Menem, el kirchnerismo. Entiendo el espíritu sincretista que siempre ha tenido el peronismo, pero ¿con cuál de estas corrientes se siente más identificado? ¿Cuál influyó más en su formación política?
—Yo me siento identificado con un peronismo que pueda leer lo que la sociedad pretende y demanda sin perder su esencia histórica de proyecto nacional y popular, y que sea revolucionario; porque parece que nos quieren hacer creer que esos son términos del pasado. Adaptarnos con naturalidad a los tiempos que vivimos debe ser el próximo desafío que debemos darnos como dirigentes. Ese proceso de adaptación debe ser la base de sustentación de un proyecto político que debe recuperar el gobierno nacional. Será en 2019, o será en 2023; eso dependerá de nuestra capacidad de entendimiento, de diálogo, y de crítica constructiva.
—Usó la palabra “pragmatismo”. ¿Cree que el pragmatismo es una de las fortalezas del peronismo?
—La gran fortaleza del peronismo es que tiene una doctrina propia, con contenido. Eso hace que nosotros sepamos de dónde venimos, qué pretendemos, cuál será el destino directo de nuestras acciones. Creemos que el Estado es mucho más que un expediente, o un número. Detrás de toda esa burocracia hay personas que necesitan respuestas. La palabra “pragmático” suena muy fría. Quizás lo que mejor pueda definir la tarea futura del peronismo es crear un partido que se mantenga muy cerca de la gente, pendiente de su nueva visión del mundo, pero sin perder su esencia.
—Usted decía antes: “Nosotros tenemos una doctrina”. Al no haber más comunismo, sin el mundo bipolar entre dos potencias económicas opuestas, ¿todavía tienen vigencia el ideario de Perón de la tercera posición, la categoría de Tercer Mundo, el Movimiento de Países no Alineados? ¿No quedó esa doctrina anclada en el siglo XX?
—Es probable que varios de estos aspectos hayan quedado un tanto obsoletos en esta actualidad tan cambiante. Hay que trabajar mucho para mantener la esencia de nuestras ideas, pero adaptadas a la época, porque un partido sin doctrina y sin contenido deja de ser un partido. El radicalismo tiene sus propios principios. Ellos deberán discutir si lo que han hecho, cuando decidieron sumarse a la coalición Cambiemos, es lo que la mayoría de sus dirigentes y militantes habían pensado. El mismo análisis deberíamos hacer nosotros.
—Usted habló de lo “obsoleto”. ¿Podríamos ver al populismo, con sus distintos matices en Venezuela, Brasil y Argentina, como una suerte de espasmo regresivo de la historia antes de aceptar la globalización como una fuerza inevitable?
—Sí, pero el populismo interpretado como un Estado que parece tomar medidas con la intención de que lleguen a todos, sin que nada de eso sea cierto. Entendido de esa manera, es claro que no es lo mejor para una sociedad. Pero un partido popular no es un partido populista. Hay una diferencia de base, sustancial. Un partido popular es un partido de mayorías que pretende llegar al poder para poner al Estado en funcionamiento al servicio de su pueblo. Un partido que dinamice la economía, pero entendiendo que el verdadero desarrollo, con integración e inclusión, es con el sector privado como motor principal. Un Estado muy presente, que genere mejores condiciones de desarrollo y fomente el crecimiento del sector privado. Allí se da la generación de empleo genuino, la articulación de la riqueza.
 
Fuente: Perfil