La campaña cerró sin sorpresas y con poco vuelo, pero con señales para el día después de las elecciones

La campaña cerró sin sorpresas y con poco vuelo, pero con señales para el día después de las elecciones

Los cierres de campaña del oficialismo y de la oposición entregaron sus últimas imágenes y discursos, sin mayores novedades y con escaso atractivo. Fue una competencia de poco vuelo y lo más significativo terminaron siendo las señales para la etapa poselectoral. El Gobierno coronó su camino electoral en el Gran Buenos Aires, con todos sus referentes: Cristina Fernández de Kirchner se sumó finalmente al acto encabezado por el Presidente. Y Juntos por el Cambio diversificó sus actos duranta las dos últimas jornadas, con focos locales pero con mensaje nacionalizado.

El cierre del Frente de Todos tuvo sello bonaerense y mostró en primera fila a los socios principales de la coalición: Alberto Fernández, CFK y Sergio Massa, además del Axel Kicillof y la primera candidata en la provincia, Victoria Tolosa Paz. Pero no estuvieron los gobernadores peronistas ni legisladores de todo el país, como había sido pensado en principio.

La presencia de la ex presidente, después de la operación a la que fue sometida hace una semana, fue un gesto para ratificar la unidad del oficialismo. No se veía con Alberto Fernández desde hace más de un mes. Pero el clima y los gestos sobre el escenario transmitieron frialdad.

La señal para la etapa que comienza el domingo a la noche, con cualquier resultado, es la de tensión interna. La foto de ayer podría indicar voluntad para evitar una ruptura, cuando restan dos años de gestión, pero no proyecta armonía. Al contario, la pulseada que viene estará centrada en el terreno económico.

El Presidente mantuvo un discurso de dureza, especialmente respecto del FMI. A partir del lunes se verá cómo se enfrenta realmente la negociación con el Fondo. También, cómo se plantea alguna vía de conversaciones con la oposición, según como quede configurada la política nacional con el resultado en las urnas.

Por lo pronto, el discurso del oficialismo fue creciendo en cargas sobre JxC y contra el macrismo en particular. El recurso de la apuesta a la polarización se impuso sobre la idea de una campaña de tono positivo, frente a la agudización de los problemas socialmente más sensibles, como la inflación y la inseguridad.

Hubo otras señales significativas para la interna. Los gobernadores prefirieron evitar un perfil nacional de campaña en su último y se concentraron en sus distritos. Apostaron a afirmar sus posiciones o achicar diferencias con la oposición, para discutir después su lugar en la interna grande. La CGT y los movimientos sociales alineados con el Gobierno también se preparan para esa pulseada a partir del lunes que viene.

En JxC, el mayor cuidado estuvo puesto en “evitar errores propios” y explotar el desgaste del Gobierno. La campaña fue centrada en cada distrito, empezando por la provincia de Buenos Aires, con despliegue de visitas y actos locales. No hubo cierre nacional, aunque sí intervención de sus principales figuras –algunas en franca competencia, como Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta-, pero sin desdibujar a los candidatos.

La preocupación desde el inicio de la campaña fue mostrar la confluencia de los candidatos que se enfrentaron en las PASO, para asegurar el piso de las primarias. Y después, apostó a combinar discursos con temática provincial y una consigna nacional: lograr mayor peso en Diputados y dejar sin quórum propio al oficialismo en el Senado, para “equilibrar” el poder. Es también un mensaje para después del domingo, si logran mantener o ampliar los resultados de septiembre. Todos sus dirigentes dicen que las negociaciones con el Gobierno deben pasar por el Congreso.