El canciller en la mira: un error autoinfligido, el juego de las internas y una mala señal al exterior
La situación Felipe Solá quedó comprometida por el episodio de su versión “inventada” sobre el diálogo sostenido por Alberto Fernández con el presidente electo de los Estados Unidos, Joe Biden. Fuentes oficiales destacaron el malestar presidencial y el Gobierno oficialmente desmintió los dichos públicos del canciller sobre ese contacto, pero trascendió que no habría pedido de renuncia y que el caso habría quedado saldado. Al mismo tiempo, quedaron a la vista los problemas en el manejo de las relaciones exteriores y las internas que cruzan al gabinete.
Solá había dicho que el Presidente le solicitó a Biden una posición más amigable hacia la Argentina del representante de los Estados Unidos en la cúpula del FMI. Sus declaraciones debieron ser negadas a la agencia Bloomberg para tratar de contener los efectos negativos en el exterior y especialmente en el equipo de Biden.
El Gobierno, de manera formal y por la vía del off the record, negó directamente que haya sido abordado la cuestión del FMI. En rigor, si hubiera existido un pedido informal pero con compromiso de reserva, el resultado habría sido también grave. Refleja un nuevo desmanejo en un área sensible, las relaciones exteriores, ya expresado en otros temas de la agenda regional y en el caso de la renovación de autoridades del BID, según señalan expertos en la materia que son críticos del Gobierno.
El episodio adquirió también impacto político por la reacción en el plano interno. El más activo para revertir el cuadro fue el ministro Martín Guzmán. No ocultó además su cuestionamiento a Solá en general. Fuentes cercanas al ministerio de Economía dijeron que tales dichos podían complicar las negociaciones con el Fondo por un acuerdo de facilidades extendidas. En algunos círculos oficialistas volvieron a aparecer alternativas para la Cancillería. Es algo que se repite por lo bajo desde la integración del Gabinete. Y como siempre surgen los nombres del embajador en Washington, Jorge Argüello, y del secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz.
