Con los ojos en la FED esperando la suba de tasas

Con los ojos en la FED esperando la suba de tasas

Se entiende que los Bancos Centrales de las economías desarrolladas encabezarán el rumbo de las demás, mediante comunicaciones sobre lo que se puede esperar de la política monetaria para lo que queda del año y para el 2023, con la mayor transparencia posible. En consecuencia, todos los ojos están puestos en la FED y su próxima reunión de Comité a llevarse a cabo el 3 y 4 de mayo. Por Mariana Bevione, Analista de PPI.

La tasa a 10 años del Tesoro estadounidense marcó la semana pasada, el punto más alto en más de tres años, llegando a ubicarse en 2.97% el día jueves. Así, coqueteó con llegar al 3%, extendiendo un alza especialmente clara desde el inicio del año donde se ubicaba en 1.6% (+124bps YTD). Sin embargo, los ruidos desde China y una guerra en Ucrania que no termina alimentó una mayor aversión al riesgo pausando la suba en las tasas del exterior las últimas dos ruedas. Históricamente, los movimientos en el mercado de bonos brindan distintas señales tanto para la economía, como para los mercados, no solo de Estados Unidos, sino del globo entero.

¿Pero, por qué es importante?

Estas tasas las paga el gobierno de los Estados Unidos como un interés por venderle su bono a los inversores (y así pedir prestado dinero). Las mismas se siguen de cerca porque representan, de una manera más amplia, la confianza del mercado puesta en la administración y en como esta navega la coyuntura económica e internacional.

¿Se podrá controlar la inflación o el shock de precios por el lado de la oferta debido a la guerra en Ucrania es tan grande que llevará más tiempo del que nadie predice?

Debido a que estos bonos tienen asegurado su pago por el mismísimo gobierno, quien, se cree tiene amplias capacidades de pago, se consideran de los instrumentos más seguros para invertir. Y por esto, es que estas tasas se toman como tasas de interés mínimas de base, no solo de otras tasas como las de préstamos, sino también del rating crediticio del resto de los países, a quienes se le suma una prima de riesgo. Por ende, si estas tasas suben, las tasas de interés de todos los países tenderán al alza, y eso representa una mala noticia, sobre todo para los países emergentes. En definitiva, los mercados emergentes se ven perjudicados por condiciones financieras más duras a nivel internacional. 

Cada incremento de un punto porcentual de estas tasas del Tesoro, suele provocar una suba de tasas de interés a largo plazo en el mercado de emergentes, especialmente en aquellos con una calificación crediticia inferior o de grado especulativo. Las tasas más altas fortalecen al dólar y esto actúa como resistencia de los flujos hacia los emergentes. La relación se puede observar a lo largo de la historia comprobándose una vez más en el comienzo del 2022. Con la tasa en máximos de tres años y el DXY –Index- superando los 102 puntos (máximos desde el 2016) los emergentes se ven perjudicados. El BBG Emerging Markets Index en lo que va del año descendió -12.5% y tocó un mínimo de dos años acercándose a los niveles de marzo 2020 en plena pandemia.

Una inflación desbocada, junto con la presión fenomenal sobre la cadena de suministros, impactando especialmente en los precios de la energía, a nivel global obligan a la FED a reaccionar. El mercado de bonos incorpora la política monetaria más dura en sus cotizaciones, pero a su vez analiza el impacto de la misma sobre las expectativas de crecimiento para este año y el siguiente.

El mercado, a principios de abril, le asignaba una probabilidad de 79.7% a un aumento de 50 puntos básicos por parte de la FED, mientras que hoy esta ya es del 100%, indicando que ya está incorporado un próximo aumento de las tasas de interés por parte de la entidad de esa magnitud. Este aumento apunta a frenar los precios y continuar aplicando una política monetaria restrictiva, que, de ser exitosa, evidenciaría que la tasa a interés a 10 años puede haber encontrado un techo.

¿Qué señales podemos esperar en esa dirección?

Será clave seguir de cerca no solo la dinámica inflacionaria general sino también la divergencia entre las distintas mediciones (núcleo y general) para entender el impacto de los precios de alimentos y la energía a raíz de la guerra y la crisis en la cadena de suministros. Lainflación general de marzo se ubicó en 8,5% interanual (vs. +8.4% estimado), y más bajo de lo esperado fue el índice núcleo ubicándose en el 6,5% anual en marzo, apenas por encima del 6,4% anotado en febrero.

En segundo lugar, la tasa de participación laboral debe mantenerse elevada en relación con los pedidos de desempleo, para que no se ejerza una presión significativa a los salarios. Por ahora, la misma se mantiene por debajo de los niveles pre pandemia, pero viene acelerándose con respecto al año pasado. La misma fue de 62,4% para marzo (vs. 61,9% a fines del 2021). Por su parte, las peticiones semanales de desempleo continúan la tendencia a la baja, descendiendo hasta las 184.000 en la semana del 16 de abril desde las 186.000 registradas en la semana anterior (vs. 286.000 a fines del 2021).

En este contexto, se espera que los sendos Bancos Centrales de las economías desarrolladas puedan encabezar el rumbo de las demás, mediante comunicaciones sobre lo que se puede esperar de la política monetaria para lo que queda del año y para el 2023, con la mayor transparencia posible. Todos los ojos en consecuencia están puestos en la FED y su próxima reunión de Comité a llevarse a cabo 3-4 de mayo.

En este marco, y con la inflación ubicándose tres veces por arriba del 2% target de la entidad, Jerome Powell, quien históricamente se mostró dovish, anticipó que sería “más apropiado actuar con celeridad”, en un guiño hacia un incremento de medio punto porcentual de la tasa de referencia, que los mercados ya descuentan. Por su parte, James Bullard, que representa una corriente más hawkish dentro del organismo recordó en una entrevista que un ajuste en cambio de tres cuartos de punto ya se hizo (gestión Alan Greenspan, 1994) y “no fue el fin del mundo”.

Fuente: PPI