Miguel Pesce: “tengo la voluntad de bajar la inflación a un dígito en 18 meses”

Miguel Pesce: “tengo la voluntad de bajar la inflación a un dígito en 18 meses”

Miguel Pesce afirma que el precio de la divisa debe estar dentro del acuerdo social y seguir a la inflación. Quiere bajar el costo de vida en 18 meses. Dice que con cepo “no se necesitan tasas superlativas”, a continuación, un frahmento de la extensa entrevista que hiciera Jorge Fontevecchia, al flamante presidente del Banco Central.

—¿Cuántas reservas netas heredaste realmente?

—Es una información que tiene muy poca gente. Hay estimaciones del sector privado. Nosotros no las revelamos, pero lo que puedo decir es que son reservas suficientes para enfrentar los próximos meses, bajo este marco regulatorio del mercado cambiario.

—¿Existe posibilidad de convertirlas en reservas líquidas? La alternativa que utilizaron otros países de vender oro, por ejemplo.

—Lo que habitualmente se puede hacer con el oro es un swap o alguna otra operación financiera. No creo que sea conveniente venderlo, pero es factible hacer ese tipo de operaciones.

—Como se está generando un superávit comercial, ¿la idea es que el Banco Central siga aumentando sus reservas?

—Por supuesto. Es uno de los objetivos de Alberto Fernández. Planteó el superávit fiscal, el externo y la acumulación de reservas como instrumentos de consolidación macroeconómica. Sería una muy buena señal de consolidación.

—¿Cuál sería un nivel de reservas adecuado para un país como Argentina?

—Depende de la regulación que implementes. También del nivel de exportaciones que tengas. Hoy estamos con importaciones muy bajas, debajo de los 60 mil millones de dólares. Argentina llegó a exportar más de 80 mil millones de dólares cuando la soja estaba arriba de los 400 dólares y cuando Brasil crecía a tasas aceptables. Hoy esas dos circunstancias no se dan: estamos con la soja abajo de 350 por tonelada y con Brasil frente a un estancamiento muy prolongado. Necesitamos incrementar nuestras exportaciones para poder tener un saldo de balanza comercial que nos permita atender el déficit en servicios. Siempre fuimos deficitarios en el rubro servicios de la balanza de pago, los servicios de deuda y eventualmente en la formación de activos externos.

—¿Las importaciones también están bajas por la poca actividad?

—Cayeron muchísimo este año: alrededor de 10 mil millones de dólares respecto al año pasado. Terminaremos con alrededor de 42 mil millones de dólares de importaciones, un nivel muy bajo, debido a la recesión.

—¿Habría que aumentar aún más las exportaciones en caso de que la economía mejore para seguir con una balanza positiva?

—Sin ningún lugar a dudas.

—¿En cuánto tiempo se alcanzarían esas reservas ideales?

—Hay mucha esperanza con respecto a lo que va a ocurrir con la exportación de hidrocarburos: petróleo más en el corto plazo; gas, en el largo. Algo que tiene su foco en Vaca Muerta, pero que no es solo ese yacimiento. Si sucede lo que vaticinan las empresas del sector, estaríamos hablando de duplicar las exportaciones de hidrocarburos, y sería ya una cifra interesante de exportación. Esto en lo referido al petróleo. Luego vendría el gas, que requiere un proceso más sofisticado de inversión para poder exportarlo o para sustituir naftas y gasoil. Para eso se necesita una reestructuración del parque automotor, lo que llevaría un poco más de tiempo.

—¿En el lapso de esta gestión?

—Pese a mi optimismo habitual, quiero ser pesimista: creo que va a haber que esperar a esta gestión. Veremos cómo reacciona la exportación de hidrocarburos de Vaca Muerta y qué pasa con las commodities, especialmente alimentos. Con los últimos acuerdos, ya reaccionaron a la suba la soja, el maíz y el trigo. Quizá vuelvan a tener precios normales. Ahí también hay un camino a largo plazo. Cada diez años, la población mundial crece en 700 millones de habitantes. Las estimaciones de Naciones Unidas es que se va a estabilizar en 9.600 millones de habitantes. Hoy estamos en 7.200 millones, lo que significa mucha más gente comiendo. Uno de los pocos países que están en condiciones de aumentar exponencialmente su producción agropecuaria “Alberto Fernández nos plantea como objetivo llegar al superávit fiscal, al superávit externo.”

—¿Cuántos serán los adelantos transitorios en 2020?

—Serán los necesarios para el desempeño del Estado, que se concentrará también en mejorar los niveles de ingreso de la base de la pirámide, lo que alude a aumentos en jubilaciones, la asignación universal por hijo, al proyecto de una tarjeta alimentaria para los sectores más desprotegidos. Esperamos que sean los menos posibles pero los necesarios para poder atender las necesidades del Estado y los requerimientos sociales urgentes.

—Están previstos ya los dividendos del Banco Central.

—Ahí tenemos una discusión de contabilización, vamos a ver cómo la resolvemos. Especialmente sobre algunas decisiones que tomó la gestión anterior con respecto a las utilidades que quedaban remanentes.

—¿Cómo terminarán?

—No tenemos todavía una cifra exacta. Hasta que no termine la negociación de deuda del Gobierno, es difícil poder determinar el resultado financiero. Por eso se va a prorrogar el presupuesto del gobierno anterior hasta no tener la cifra. No bien se termine la reestructuración de deuda y de definir la cuestión de los planes sociales, vamos a poder ver cuáles son las necesidades con que tiene que asistir el Banco Central al Tesoro. Esperamos que sean las menos posibles, y que estén ajustadas al aumento de la demanda de dinero.

—Martín Guzmán dijo que las políticas monetarias deben adecuarse al programa económico en general. ¿Significa una menor independencia del Banco Central?

—El Banco Central debe gozar de independencia. Pero interactúa con la política económica, algo que ocurre en todas partes del mundo. Hasta en Alemania, hay ejemplos emblemáticos de destituciones de presidentes del Banco Central que enfrentaron decisiones de las autoridades del Poder Ejecutivo. Hay que coordinar. Por ley, tenemos la responsabilidad de mantener la estabilidad de precios, el crecimiento del empleo, el desarrollo con equidad y la estabilidad financiera. Debemos preservar esos objetivos dentro de la política económica y trabajar junto con el Ministerio de Economía. Depende de cada momento. Si no tuviéramos los niveles de pobreza, de desempleo, de este momento, habría margen para poder tomar decisiones. Pero hoy el foco tiene que estar en solucionar ese problema inmediatamente. La esperanza que abrió las elecciones primero y luego en el nuevo gobierno, mantuvo en calma la situación social. Ahora hay que darle respuesta inmediata.

—¿Vas a autorizar transferencias de fondos vía adelanto transitorio al Tesoro?

—En la medida en que lo requiera el gobierno nacional, sí. No creemos que las necesidades de expansión monetaria del año que viene estén por encima del aumento de la demanda de dinero que vamos a tener en 2020.

—¿Cuáles son las principales diferencias con la gestión anterior?

—Pusieron el foco en combatir la inflación a través de instrumentos monetarios, de mantener la base monetaria inalterada y una tasa de interés superlativa, extraordinariamente alta en términos reales. Esto fracasó. Vamos a terminar este año con una de las inflaciones más altas de las últimas décadas. La inflación es un proceso complejo, no es fácil de bajar. El gobierno anterior cometió dos errores: el primero fue creer que era fácil bajar la inflación. El segundo fue suponer que sobraban dólares. Ante procesos así, sostenidos, aparece la inercia inflacionaria y se requiere muchísimo tiempo y muchísima recesión para poder bajar la inflación inercial con tasa de interés u otros instrumentos monetarios. Ahí está el primer punto clave de las diferencias. Todas las demás diferencias la licuó la gestión anterior, porque ellos pusieron la regulación de la cuenta capital de balanza cambiaria. Y además, este año ya autorizaron 190 mil millones de pesos de adelantos transitorios al Tesoro. Sobre el final de la gestión, la necesidad los llevó a tomar decisiones que limaron diferencias.

—¿La tasa de interés tiene que ser positiva? ¿En qué porcentaje por encima de la inflación?

—Pienso que sí. Y que el porcentaje depende del momento. A veces se requieren tasas de interés que no son acordes a los niveles de inversión que necesita el país. Ahí hay que actuar regulatoriamente como lo permite la carta orgánica y creando la línea de inversión productiva, tal como se hizo en su momento. No estamos en la misma circunstancia ahora. Cuando lanzamos esa línea, había una necesidad de bienes de capital y de construcciones. Hoy el problema es el capital de trabajo. Veremos si la tasa de interés a la que llegamos, luego del acuerdo social, desinfla la inercia inflacionaria y es acorde para que las pequeñas y medianas empresas puedan retomar capital de trabajo.

—¿Hay circunstancias en las que se justifique por un período de tiempo una tasa de interés negativa para impulsar la economía?

—No me parece un instrumento positivo. Los ahorristas tienen que ver que sus ahorros no se deterioran con el paso del tiempo.

—¿El esquema de emisión de pesos por déficit y compra de divisas con cepo funciona con niveles de tasas altas o bajas?

—Necesita tasa de interés más bajas que las que hubiera sin restricción de acceso al mercado cambiario. Las tasas tan altas primero buscaron un carry trade, que vinieran capitales de afuera al sistema financiero para aprovechar estas tasas de corto plazo. Fue lo que ocurrió en los primeros años del gobierno con esta tasa descomunal, con el objetivo de enfriar la economía y mantener algo de los ahorros, o del capital financiero en el mercado local. Puesta la restricción al acceso al mercado de cambios, no se necesitan tasas superlativas.

—¿Qué vas a hacer para que las tasas bajen?

—Tenemos la tasa de referencia del Banco Central. La semana que viene ya tendremos el nuevo directorio. Hoy no se cuenta con quórum para sesionar. La semana que comienza hoy ya lo tendremos. Ahí empezaremos a tomar decisiones.

—¿Qué efecto tiene que la tasa de interés de Brasil sea casi diez veces mayor que la de Argentina? ¿Obliga a algo?

—No. Nuestro mercado financiero no está conectado con el brasileño. Lo más importante para nosotros es que Brasil crezca. Es más importante el crecimiento de Brasil que el tipo de cambio bilateral. Cuando Brasil crece, crecen nuestras exportaciones.

—Dado que el stock de Leliq hoy en dólares es la mitad del que había en diciembre de 2015, cuando asumió Macri, ¿son un problema por su monto o por su tasa?

—El stock de Leliq refleja que el sistema financiero no puede prestar en toda su capacidad, porque la macroeconomía no resiste que el sistema financiero preste todos los recursos con los que cuenta. Eso podría generar presiones inflacionarias. Las Leliq o los pases contra el Banco Central en verdad son el saldo de lo que los bancos no pueden prestar. Ahora, los bancos dejaron de prestar para aprovechar estas tasas del 80%, 60%, 100% y tanto por ciento efectivo anuales, lo que retrajo el préstamo del sector privado. Las Lebac también fueron un instrumento financiero en el que no solo intervenían los bancos sino también los ahorristas privados. Cuando estaban las Lebac originariamente, en nuestra anterior gestión, también reflejaban esto exclusivamente. Fue un error liberar el ahorro con Lebac, especialmente a los inversores extranjeros, porque eso alimentó al carry trade.

—¿Hay que desarmar el stock de Leliq?

—En la medida en que empieza a expandirse el crédito y de pases contra el Banco Central, el stock de Leliq va a ir bajando. Esperemos que esto vaya sucediendo el año que viene.

—Una antecesora tuya, Mercedes Marcó del Pont, planteaba que la inflación no era un fenómeno monetario, que la emisión no producía necesariamente inflación. ¿Cuál es tu posición?

—La inflación no es un fenómeno exclusivamente monetario y no toda expansión monetaria genera inflación. Depende de las condiciones en las cuales se encuentra el mercado. Esto es así. Pero hay que ser prudentes. En determinadas circunstancias la emisión monetaria puede ser inflacionaria y es un instrumento del cual no hay que abusar y que debe manejarse con muchísimo cuidado y en situaciones excepcionales. El Estado tiene que financiarse con sus impuestos, o sea su propia soberanía como Estado. Si no, tiene que recurrir al mercado, al endeudamiento, como hacen todos los países del mundo.

—¿Compartís lo dicho por el ministro Miguel Guzmán sobre que la emisión para financiar el déficit desestabiliza la economía?

—Depende de las condiciones. La base monetaria que hoy tiene Argentina es muy baja. Todos los agregados monetarios en término de producto son muy bajos, los préstamos al sector privado en término de producto están en los más bajos de la historia. Si queremos más crédito en pesos, necesitamos que la base monetaria se amplíe. Ojalá fuera por sector externo, ojalá fuera por otros factores que no fueran el Gobierno. La demanda monetaria que tendremos en 2020 permite determinada expansión sin un efecto de aceleración inflacionaria.

—¿Cómo reaccionaría el Banco Central frente a una triple demanda? (1) emitir pesos para comprar dólares, para acumular reservas y para pagar deuda. (2) Emitir para financiar al Gobierno y (3) emitir para cancelar las Leliq o regenerar el crédito. Los tres elementos juntos.

—Si bajan las Leliq, va a haber expansión secundaria del dinero por el aumento del crédito, que hoy está constreñido por esa esterilización. Acá hay un problema de demanda de dinero. No es que la inflación va a bajar verticalmente el año que viene. Aunque soy optimista y espero que las cifras del año que viene sean mucho más bajas que las de este. Pero con una inflación mucho más moderada que la de este año va a aumentar la cantidad de dinero, especialmente si aumenta el consumo de los sectores de más bajos ingresos. Eso va a demandar cierta monetización que puede ser cubierta con lo que se financia del sector público y la expansión por sector externo. Pero cuando se utiliza la emisión monetaria para financiar al Estado hay que ser muy cuidadoso. Debe hacerse solo en situaciones excepcionales y con mucho cuidado.

—Hay países en los que la desigualdad es todavía mayor y sin embargo son estables. ¿Es la puja del poder que en Argentina no está resuelta?

—Los movimientos populares de Argentina hicieron escuela en el mundo. Argentina tuvo la primera empresa petrolera estatal. El modelo de YPF lo encontrás en Venezuela, en Ecuador, en Bolivia. Fue la creación de un movimiento popular argentino. También los movimientos populares argentinos encontraron el camino para distribuir el ingreso y que no se concentre cuando aumentan los precios de las commodities. El modelo del primer gobierno peronista de redistribución en un contexto de precios de las commodities tan altos fue tomado por otros países. Chile, con la creación de la corporación del cobre, va en ese camino. También seremos modelo si encontramos la solución a lo que ocurre cuando los precios de las commodities bajan. Con la soja a 400 o 500 dólares, no tenemos conflictos, el gobierno gana las elecciones, nos vamos de viaje al exterior, atesoramos en dólares. Pero ¿cuál es la política económica que un movimiento popular debe llevar adelante cuando bajan? Tenemos que encontrar ese camino. Lo que está ocurriendo en Latinoamérica tiene que ver con el precio de las commodities. Una cosa era Venezuela con el petróleo a 120 dólares, y otra cuando está a 60 dólares. Una cosa es Chile con China creando tres, cuatro, megaciudades por año, y otra ahora que China ya terminó ese proceso que lleva a una baja de la demanda de cobre.

—¿No sabemos ahorrar cuando nos va bien?

—Argentina tiene un problema de distribución del ingreso, no tiene uno de ahorro. Los argentinos tienen en el exterior 300 mil millones de dólares en activos. Tuvimos el blanqueo de capitales en términos per cápita más alto del mundo, más de 100 mil millones de dólares. Argentina tiene un problema de carencia de un mercado de capitales en el que los que ahorran puedan invertir en producción.

—El presupuesto de Rusia se hacía con un petróleo a 40, aunque estuviera a 120 dólares. Se lo dejaba como reserva para usarlo contracíclicamente en momentos malos.

—Ese puede ser un mecanismo, los noruegos también lo aplican. Los noruegos descubrieron petróleo, subió el precio y no lo gastaron: tienen uno de los fondos soberanos más grandes del mundo, con que atender problemas futuros. Algo de eso puede pensarse en Argentina, pero no deja de ser un problema la desigualdad. No podemos bajar la pobreza, no puede ser que el piso de la pobreza en Argentina sea el que es, aun cuando crezcamos aceleradamente.

—¿Cómo se podría proyectar la expansión del M1 y M2 para el próximo año?

—Vamos a tener una expansión del producto nominal el año que viene, que va a requerir determinada monetización y ahí es donde entra en juego lo que vos mencionabas. La expansión por sector externo, por sector público. Creemos que va a haber un crecimiento del producto nominal. Nos van a dejar una inflación de más del 50%, casi del 60%. Es muy difícil bajar esos niveles de inflación a un dígito.

—Hay previsiones que hablan del 30%. Pensé en ellas cuando dijiste que eras optimista. ¿Será menos que eso?

—No es bueno que haga esas proyecciones. Si después fallan, se cuestiona la credibilidad de la institución que presido. Estoy seguro de que va a ser menor que la de este año. Creemos que vamos a tener un nivel de producto nominal que va a absorber la cantidad de dinero que se va a expandir. Si no, recurriremos a algún instrumento de esterilización como venimos haciendo desde el año 2004: Lebac, Leliq, o el mecanismo que sea necesario.

—¿Cuánto tiempo llevará bajar la inflación a un dígito?

—Tenemos que estar pensando en el año 2021. A partir del año 2021, del final del año 2021, podemos estar pensando en eso, sí.

—Bien rápido.

—Lo que sucede es que ahí juegan factores que te mencionaba, como por ejemplo proyectar qué va a pasar con las exportaciones, qué va a pasar con el precio de las commodities. No es fácil hacer ese tipo de proyecciones. Más que una proyección, estoy aventurando una voluntad: la de bajar rápidamente la inflación, al menos dentro de 18 meses.

—¿Deberían aumentarse las tarifas en ese proceso de desinflación?

—La fijación de las tarifas hay que verla con el balance de las empresas en la mano. No tienen que ver con el dólar ni con la inflación. Incluso, dentro del sector eléctrico, o del sector de gas, hay distintos elementos que componen la tarifa. A cada uno hay que revisarlo con el balance en la mano. Las tarifas debieran alcanzar para cubrir obviamente los gastos operativos y los gastos de inversión necesaria para el sostenimiento de esos servicios.

—¿Deberían tener una rentabilidad fija sobre costos?

—Primero, son mercados regulados, no monopólicos, y concesiones del Estado. No hay mercado, por lo tanto debe intervenir indudablemente el Estado. En situaciones de normalidad, las tarifas tienen que cubrir obviamente los gastos operativos y los gastos de inversión.

—Y una tasa de rentabilidad acotada.

—Obviamente. No están jugando en el mercado, les estás dando la ventaja extraordinaria de un mercado cautivo de proporciones muy grandes. Los niveles de facturación son muy altos, al igual que los de liquidez. El valor de las tarifas necesita de una negociación, indudablemente.

—¿Cómo se hace para bajar la inflación con el gasto social y las paritarias indexadas?

—El camino es el acuerdo social que planteó el Gobierno. Se tiene que sentar el Estado con los empresarios, con los trabajadores y dar el primer paso. También en aquello de revisar el tema de tarifas, abandonar la idea de que las tarifas tienen que estar atadas a alguna referencia externa al propio balance de las empresas. Así vamos a lograr el proceso de desindexación. Esto es urgente. Estamos en una situación social crítica, allí surge una cuestión solidaria: prestarles atención a esos sectores que cayeron en situaciones de pobreza injusta.

—¿Qué puede hacer el Banco Central en este sentido?

—Cumplido el acuerdo que permita un proceso de desindexación, el Banco Central va a poder bajar las tasas de interés a niveles normales y la política de crédito. El Banco Central tiene esterilizados por una u otra vía recursos que no están contribuyendo a la producción. Ahí también puede trabajar a favor del acuerdo social y económico.

—¿Ese acuerdo social sería equivalente al Plan Real en Brasil?

—Sí. Es sentarnos y decir: “No podemos doblegar la inflación con mecanismos monetarios. Tenemos que correr el problema indexatorio”, por ejemplo. No se puede esperar a que las políticas monetarias tengan resultados. Llevamos dos años de recesión, veníamos alternando uno de escaso crecimiento con uno de recesión y ahora vamos a tener dos años de caída del producto.

—Cuando se firmó el Pacto de La Moncloa en España, 1997, había 27% de inflación. ¿Un acuerdo económico y social es como los planes de shock de los 80?

—Debe sustituirlo. Pero Argentina tiene instituciones empresariales y sindicales fuertes como para poder llevar adelante un acuerdo de este tipo con el Estado.

—¿Debe hacerse al comienzo de la gestión?

—Sí, va a comenzar rápidamente. El Presidente tiene laidea de institucionalizar un Consejo Económico Social que vaya más allá del mandato, para tener una visión de más largo plazo. No sé cuánto tardará el Congreso en sancionar esa norma pero los acuerdos deberían empezar sin ese marco normativo.

—¿Debe endurecerse o flexibilizarse el control del mercado de cambio?

—No creo que tenga que endurecerse. Tampoco estamos en condiciones de disminuir esos controles. Hay un desequilibrio en el hecho de que si yo compro o para inversión un departamento pago impuesto al valor agregado y cuando lo vendo, no: no tengo un crédito al impuesto al valor agregado. Cuando compro dólares no tengo ese costo. Hay un desbalance que juega en contra de otro tipo de inversiones.

—¿Cómo se solucionaría?

—No reforzando los controles porque las trampas son sucesivas. En un país con la desigualdad de Argentina, los especuladores se aprovechan de la gente que está en situación de desesperación. Para saltar las restricciones se usan mecanismos muy negativos. Trataremos de evitar que eso ocurra. Hay que encontrar algún mecanismo que no sea el control. La gente puede necesitar comprar dólares para algún objetivo: irse de viaje. Restringirlo más que estos 200 dólares me parece que no es posible.

—¿El cepo no dificulta la actividad exportadora?

—A lo que debe prestarse atención es al tipo de cambio real. Nadie discute los niveles actuales del tipo de cambio real. En la medida que se mantenga en este orden, el exportador no mira. Uno detecta que se producen los atrasos cambiarios cuando todo el mundo empieza a buscar una referencia en el histórico tipo de cambio real bilateral o multilateral, o en el sistema financiero. Los mercados que no son el único bajo el que opera el Banco Central son muy pequeños: el contado con liquidación, el dólar paralelo conforman mercados diminutos que pueden ser alterados con muy pocos recursos. Lo importante es que el tipo de cambio sea competitivo. Hoy lo es y esa competitividad no debe perderse.

—¿Mecanismo de control significa retraso cambiario?

—No. Cuando vos no exportás 82 mil millones de dólares y además no podés endeudarte para cubrir ese gasto que te deja la falta de exportaciones para equilibrar el mercado cambiario, liberándolo completamente, necesitás un nivel de salario real muy bajo y un nivel de consumo local muy bajo. Los argentinos no estamos dispuestos a tener esos niveles de salarios reales tan bajos junto a niveles de pobreza tan altos que equilibren el mercado cambiario sin restricciones.

—¿En algún momento se saldrá del control de cambio?

—El control de cambio tiene que ver con el nivel de nuestras exportaciones. Cuando volvamos a exportar 90 mil millones de dólares, posiblemente sean redundantes los controles de cambio. Siempre vamos a tener que evitar el ingreso de capitales especulativos de corto plazo. También es una condición principal desarrollar el mercado de capitales local: tiene que ofrecerles a los argentinos instrumentos para que puedan ahorrar. En Estados Unidos cualquier profesional de clase media tiene un asesor que le cobra algunos miles de dólares por año y le dice “comprá esta acción, comprá aquella”, y parte de su ingreso anual son los dividendos que dan las empresas norteamericanas. Tenemos que conseguir eso para que los argentinos abandonen el dólar como referencia de ahorro. También hay que fortalecerlo para evitar que el único mecanismo de ahorro sea el dólar.

—¿Está bien el tipo de cambio?

—Es competitivo. En un país que exporta alimentos, el tipo de cambio siempre juega contra el salario real. Debemos preguntarnos qué tipo de cambio y qué salario real queremos. Adolfo Canitrot, uno de los grandes economistas argentinos, escribió un artículo que se llamaba “La experiencia populista de redistribución de ingresos” (de 1975) en el que hablaba del atraso del dólar en la época del gobierno militar como mecanismo de redistribución.

—¿Y se actualizará en función de la inflación?

—El acuerdo social al que se va a llegar va a tener revisiones. En ese proceso de revisión tendremos que hablar también del tipo de cambio. Nunca dejará de ser una facultad del Banco Central regular el tipo de cambio. Pero como vamos a tener inflación en los próximos meses, el acuerdo social también hablará del tipo de cambio.

—Ingresaste al Banco Central en 2004 y lo dejaste en 2014. ¿El tipo de cambio actual es competitivo respecto de esos años?

—Este tipo de cambio no es el tipo de cambio que teníamos en 2004, ni en los años inmediatamente posteriores. Pero nadie querrá volver a los niveles salariales de esa época. Estamos sí en un tipo de cambio en el que las empresas pueden exportar. También es cierto que la posibilidad de exportar no solo está ligada al tipo de cambio. Antes hablábamos de Brasil. Nosotros podemos poner el tipo de cambio donde queramos, pero Brasil no nos compra más porque no crece. Hasta que ocurrió este desastre en la producción de cerdos en China, no podíamos exportarle carne a China. Y ahora lo hacemos en cantidad. No hay que ser naif cuando se observa el mercado internacional. Fue otro error del gobierno anterior. ¿Cuánto tardamos en que acepten que ingresen los limones a Estados Unidos? Llevó décadas. Europa sigue diciendo que tenemos fiebre aftosa. Hay que saber que exportar no solo requiere salarios bajos, sino que exige una actividad diplomática intensa. Todos los países que negocian contra Estados Unidos, cuestiones políticas, negocian a su vez pedazos de ese mercado gigantesco. Lo usa Donald Trump como mecanismo de negociación.

—Una vez encontrado el equilibrio, ¿el tipo de cambio debería ser flotante o fijo?

—No creo que tenga que ser fijo. Tiene que haber un mercado cambiario que, donde se fije el tipo de cambio, surja una fuerza de demanda y de oferta que se juegue.

—¿Si se hubiera mantenido un tipo de cambio fijo a lo largo de 2019, la situación de diciembre sería como la de ese mes, pero en 2001?

—Sin dudas. Además, los tipos de cambio fijo te llevan a la convertibilidad. Te enamorás del tipo de cambio fijo, empieza a deteriorarse el tipo de cambio real y entramos en la descripción de Canitrot. Así caracterizaba a la política de Alfredo Martínez de Hoz. El precio lo tiene que fijar el mercado y no tiene que ser fijo. Tampoco en un país que tiene una tradición inflacionaria como Argentina, los shocks devaluatorios tienen efecto. Inmediatamente aparecen mecanismos que retrasan el tipo de cambio. Que corrigen la devaluación.

—El jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, dijo que no va a haber desdoblamiento. ¿No sería conveniente en ninguna circunstancia?

—Es lo que hablábamos

—¿Mejor un impuesto al turismo?

—El que compra un departamento paga IVA, el que compra dólares no. El que va de turista a El Calafate, a las Cataratas o a Mendoza paga IVA, mientras que el que viaja a Europa, no lo hace. Eso genera un problema de competitividad artificial.

—El ministro Guzmán tiene un paper sobre la importancia del tipo de cambios múltiples para el desarrollo industrial.

—Nunca me refirió que tuviera voluntad de desdoblar el mercado cambiario. No conozco el paper de Guzmán.

—¿Cómo imaginás que se van a lograr los dólares necesarios para financiar los pagos al Fondo Monetario?

—También va a haber una negociación con el Fondo. No solo será con los bonistas y los tenedores de letras. Es un acreedor muy importante de Argentina. Podríamos decir que el Fondo con Argentina tuvo una actitud especial en estos últimos dos años en cuanto a la tolerancia de los cambios en la política macroeconómica, los mecanismos de regulación y los montos que le prestó al país. Hay que ver si existe algún margen para que estos vencimientos, incluso de intereses que tenemos con el Fondo, se puedan cubrir sin utilizar nuestro saldo comercial o nuestras reservas. No sé si es posible. No hay experiencia al respecto. Vale la pena poner este elemento en la mesa de discusión.

—¿Volverías a autorizar pago de deudas con reservas como en 2011-2015?

—Siempre se paga con reservas. El asunto es cómo se compran esas reservas o cómo se compra el saldo comercial. O lo comprás con pasivos monetarios o lo comprás contra un título. Cuando se permitió el pago con reservas, estábamos en la discusión con los holdouts, con los fondos buitre y no teníamos acceso al crédito. O era carísimo el crédito al que podíamos acceder.