Con despacho y perdiendo peso, se amplían las diferencias entre Sturzenegger y Caputo

Con despacho y perdiendo peso, se amplían las diferencias entre Sturzenegger y Caputo

El arquitecto del mega DNU se muestra reacio a negociar con sindicalistas y parar los aumentos de las prepagas.

Las diferencias entre Luis Caputo y Federico Sturzenegger son de larga data. El 17 de junio de 2018, en plena corrida cambiaria, Mauricio Macri designó al entonces ministro de Finanzas al frente del Banco Central que ocupaba hasta hacía pocos días el economista doctorado en el MIT y profesor en la Universidad de Harvard.

El padre del DNU 70 vio la mano de Caputo -además de la Nicolás Dujovne y Marcos Peña- en el fatídico 28 de diciembre de 2017, cuando el Central cambió sus metas inflacionarias, bajó la tasa de interés y perdió independencia. «El leitmotiv del Banco Central había sido que un cambio de meta quiere decir no tener una meta (?) El presidente había decidido cambiar al presidente del Banco Central si era necesario», escribió Sturzenegger en «La macro de Macri, el camino sinuoso a la estabilidad y el crecimiento», un documento que le valió al economista la excomunión del universo de macristas puros.

Javier Milei volvió a unir los senderos de los dos economistas. Caputo quedó al frente de Economía, un cargo para el que también sonaba Sturzenegger, y abrazó el déficit cero como su principal bandera gracias a un acercamiento fortuito con el Presidente en un restaurante y a los oficios de su poderoso sobrino, Santiago Caputo.

El ideólogo del DNU 70

Sturzenegger, que era parte de los equipos técnicos de Patricia Bullrich en la campaña electoral, se convirtió en el ideólogo del DNU 70 y puso a disposición de la administración libertaria su vademécum de reforma del Estado para una gestión que no tenía plan económico o de gobierno, un detalle que le valió salir en cadena nacional cuando ni siquiera tenía cargo.

Milei detonó el vínculo que apostaba a construir con la CGT al incluir una reforma laboral agresiva en el Mega-DNU ideado por Sturzenegger.

El asesor presidencial bochó también iniciativas de diputados del PRO para apurar una reforma laboral por ley -después de que la Cámara laboral aceptara una cautelar para parar la original- pero sin la obligatoriedad del aporte sindical. Sturzenegger se negó. «Es el corazón del proyecto», alegaba.

«Se cree Schwarzenegger», se quejó con sarcasmo un diputado macrista que habla seguido con el Presidente.

Pasaron dos meses y la semana pasada el Gobierno volvió a tender un puente con los gordos de la CGT.

El propio Santiago Caputo transmitió a los sindicalistas la semana en la Casa Rosada, en la reunión donde estuvieron el ministro del Interior y el jefe de Gabinete, que el Presidente no quiere estigmatizar a los gremialistas y que los cuenta como un actor importante para la Argentina que imagina.

Participantes de ese encuentro aseguraron que Caputo -que habla por el Presidente- transmitió que el ex titular del Banco Central y del Banco Ciudad ya no tiene la misma influencia que antes sobre Milei.

«Solo se lo consulta por algún tema puntual como asesor externo», dicen haber escuchado los gremialistas de boca del asesor estrella del mandatario.

En el Gobierno no confirman ni desmienten la información, aunque reconocen que «Sturze» no baja línea ni define gestión luego de que algunas de sus recomendaciones chocaran con la realidad. Hasta sugieren que su vínculo con el flamante secretario de Trabajo Julio Cordero -propuesto por él y Nicolás Posse, pero mostró muñeca política para acordar con los Moyano- ya no es el mismo que antes.

Así y todo, mientras el Gobierno intentaba desactivar el paro general anunciado por los gremialistas, Sturzenegger rompió el silencio y criticó a los gordos. «La CGT representa a cada vez menos gente», sentenció en LN+.

El pasado y la relación con los gremios no es lo único que divide a Caputo y a Sturzenegger. El Mega- DNU que este martes recibió luz verde de la Corte Suprema también desreguló el mercado de la medicina prepaga y habilitó a las empresas a aumentos que oscilaron entre el 90 y el 160 por ciento en los últimos 5 meses.

El malestar -que sintió especialmente la clase media- y aleja al Gobierno de su meta de reducción de la inflación obligó al Ejecutivo a tomar medidas y expuso una vez más las diferencias personales y de criterio entre los dos economistas.

«Las prepagas le están declarando la guerra a la clase media», señaló el ministro de Economía.

El Gobierno al final tomó medidas contra los aumentos. Sturzenegger -enamorado de la teoría- defendió los últimos incrementos a los afiliados. «Estamos en un situación de reacomodamiento del desequilibrio.

Se tiene que ordenar relativamente rápido y con reglas del juego claras», señaló.

Aunque perdió poder, Sturzenegger tiene despacho en la Rosada desde febrero y con vista la Plaza de Mayo y otro a su disposición en Olivos, y más importante, todavía tiene permiso para expresar sus opiniones. «Tiene vía libre para hablar, depende de él», señaló un funcionario que trabaja en Balcarce 50.

En 2018, el entonces panelista de TV Milei calificaba a Sturzenegger como «un héroe», «el mejor presidente del Banco Central de la historia».

En cambio, responsabilizaba a su actual ministro de haberse «fumado» US$ 15 mil millones de las reservas.

Con menos poder e influencia, pero línea directa con el Presidente, «Sturze» sigue hablando. Milei ya mostró su pragmatismo para empoderar a sus asesores económicos o tirarlos por la borda.

Fuente: Clarín