La inflación anual de tres dígitos erosiona el poder adquisitivo de los consumidores

La inflación anual de tres dígitos erosiona el poder adquisitivo de los consumidores
Este año, cada argentino perderá unos $120.000 por el «impuesto inflacionario»

La caída del valor real de la moneda se asemeja a un tributo no legislado; su peso total es semejante al de las recaudaciones propias de cuatro provincias y la CABA

La inflación distorsiona diferentes variables y corroe el poder adquisitivo. Por eso mismo se habla de “impuesto inflacionario”. Es una carga tributaria no legislada que se origina en la suba de la demanda nominal de dinero para compensar la pérdida de la capacidad de compra. Un estudio privado indica que su impacto en la base monetaria fue del 3,4% del PBI en 2022, lo que implicó unos $60.000 por argentino, y este año serían unos $120.000 por habitante, unos $2,7 billones en total.

Los datos se desprenden de un informe del Instituto de Investigaciones Económicas de la Bolsa de Comercio de Córdoba. El monto es aproximadamente el mismo que representan en el producto las retenciones y los aranceles sobre importaciones (3,2%). Otro dato que grafica el institituto –del que es asesor estratégico el expresidente del Banco Central Guido Sandleris– es que el peso de este “impuesto” es semejante a las recaudaciones propias de Buenos Aires, CABA, Córdoba, Santa Fe y Mendoza, los cinco distritos más grandes del país.

Ariel Barraud, director del instituto, en diálogo con la nacion, detalla el estimado por habitante:

“Si se calcula per cápita para los 46 millones de argentinos, el año pasado el impuesto por to inflacionario’ implicó $60.000 por persona, es decir, $5000 por mes. Este año serán $10.000 mensuales, es decir, $120.000 al año”.

Insiste en que suponiendo una tasa de inflación anual del 100%, el poder de compra en productos que tenía un billete de $1000 al inicio del año se reduce a la mitad al final. Para el consumidor, sería como tener $500; perdió la mitad en 12 meses. En la Argentina hoy hay impresos $5,5 billones (la base monetaria, que representa alrededor de un 3,5% del PBI), con lo que –siguiendo el mismo ejemplo de una inflación anual del 100%– esos billetes circulantes, transcurrido un año, comprarán la mitad. “Si los individuos ajustaran su tenencia de dinero –es decir, si la demanda de dinero no cambiara–, para comprar lo mismo debería haber el doble, $11 billones”, apunta Barraud.

Para que el fenómeno quede claro, el reporte describe que la principal fuente de financiamiento del Estado son los impuestos cobrados los distintos niveles de gobierno, pero, cuando no resultan suficientes para cubrir el gasto, se recurre al endeudamiento. El gobierno nacional dispone del monopolio de emitir moneda a través de la autoridad monetaria, el Banco Central.

Cuando el Central emite para financiar al Tesoro, es el ingreso real que obtiene el Gobierno por la expansión monetaria. Cuando la emisión es “excesiva” genera inflación y hace que el dinero no invertido en poder del público y de los bancos pierda capacidad de compra.

Es esa pérdida del valor real la que se asimila a un impuesto, ya que tiene elementos en común:

Hay una base imponible (base monetaria) y una alícuota impositiva (la tasa de variación de los precios). De aquí surge el término “impuesto inflacionario”. Se genera básicamente cuando la emisión para financiar al fisco no está respaldada por el crecimiento de la economía que aumenta la demanda real de dinero. En síntesis, la emisión resulta “espuria y genera inflación”.

Barraud plantea que el mecanismo es similar al utilizado por los “monarcas y señores feudales de la Edad Media, cuando limaban las monedas de oro y plata, y con el metal resultante financiaban sus gastos. En la actualidad, el Gobierno usa la emisión para financiar diversas políticas y parte de su déficit, ya que, dado el contexto de alta informalidad y desconfianza creciente, no puede solventarlos con la recaudación tributaria o con deuda”.

La inflación acumulada entre enero de 2020 y mayo último fue de 455%; en el mismo período, hubo un crecimiento del 219% de la base monetaria. Tanto el índice de precios al consumidor como la base monetaria registraron una tendencia alcista, por lo que la “evolución del impuesto inflacionario” también exhibe una dinámica creciente.

Considerando la pérdida del poder de compra de la base monetaria, el “impuesto inflacionario” representó en 2020 un 2,5% del PBI y al final de 2022, de 3,5%, valor que se mantiene en lo que va de este año.

Fuente: La Nación