Bosch: “que Buenos Aires caiga en el default”

Bosch: “que Buenos Aires caiga en el default”

Por Dionisio Bosch

No podemos sino pensar que habría algo de “justicia divina”, si no es que es simplemente una ironía que la Provincia de Buenos Aires, ahora comandada por Axel Kichillof, entre en default ante la renuencia verbal de Martin Guzmán a facilitarle los fondos con que evitarlo. 

“Yo sé que ustedes hicieron contado con liqui a través del Banco Provincia y me tomaron por bo…bo; y a mí nadie me toma por bo..bo” fue la respuesta de Axel, en aquel entonces Ministro de Economía, a la gente de Daniel Scioli antes de dejar que, aunque fuera por apenas unas pocas horas, la Provincia cayera en default a principios de octubre de 2014 (intervino la presidente Cristina Fernandez y las aguas y ánimos se calmaron). Si bien corto -y en una situación mucho menos grave que la heredada hoy-, ese fue el último default de la Provincia.

Mas un cuasi default que un default y demostración que la política es lo que prima, fue el pedido del gobierno de Maria Eugenia Vidal en octubre del año pasado al Banco Provincia, de suspender y “rolear”, con un nuevo título al 6 de septiembre de 2020 los $ 4.260 millones (más $ 1.000 millones de intereses; nota -no son bonos- BPD19, los fondos estaban destinados a cubrir la deuda provincial con la ANSES) que le adeudaba y vencían el 6 de diciembre.

La operación, que implicaba una pérdida patrimonial del BAPRO en torno a los $ 1.000 millones, fue rechazada por “Finanzas” y “Legales” del banco y los propios directores, temerosos de las consecuencias penales, “se borraron” (las dos últimas semanas el Directorio, con mayoría oficialista, se negó a tratar el tema).

Desesperada por no entregar la Provincia en default, finalmente fue Hernán Lacunza, su ex ministro de economía y entonces de la Nación, quien salió al rescate (de paso, el así no quedaba pegado). El último día hábil de noviembre y efectivo al 6 de diciembre, se desagregaron por el decreto 769/19 las tenencias de títulos nacionales de corto plazo de las provincias que habían sido “reperfiladas” en septiembre (la excusa: apuntalar el pago de salarios y aguinaldos; de los problemas de Bs.As. donde fue el grueso del dinero, ni se hablaba). Así, casi cuando sonaba la última campanada, Buenos Aires recibía cerca de $ 13.000 millones, con los que la gobernadora finalmente pudo decir que finalizaba su gestión sin caer en un default y lograba engrosar la caja que heredaba a su sucesor en unos $ 8.000 millones. Claro que el escenario que le dejaba era más que negro.

La realidad es que desde el default de 2001/2002 la provincia de Buenos Aires nunca dejo de estarlo (hay un par de bonos “menores” que no terminaron de ser pagados).

Pero ahora veamos que está pasando estos días: Detrás de todo, como en 2014, está Cristina Fernandez, ergo lo que tenemos aquí no es una pelea Guzman/Kiciloff sino una acción coordinada. Lo que anunció la provincia de Buenos Aires no es el default de su deuda, sino la intención de renegociar, “reperfilar” unos meses, los títulos BP21 cuya segunda amortización (por U$D 250 millones, más U$D 25 millones de intereses, al 10.875%, Ley Nueva York) vence el 26 de enero o el 6 de febrero con los días de gracia.

La operación de renegociación de la deuda nacional arrancó el jueves pasado. Para conseguir los mejores resultados en una negociación la contraparte debe quedar convencida que estamos dispuestos a romper los limites -caer en default-.

Por lo tanto, conviene más negociar con los “papeles” valiendo poco, que mucho. No significativo en cuanto a los montos -salvable más adelante si fuere necesario-, perentoria por los tiempos -en especial para quienes no cobrarían- y con pocos grandes tenedores pero una parte significa “amigables” (estimamos a priori 55% del 75% necesario para cambiar condiciones -la suscripción mínima original era de U$D 100.000-), la renegociación de la deuda provincial, aun llegando al default, constituye un excelente precedente de presión para el gobierno nacional (adrede se decidió exponer los títulos emitidos por Daniel Scioli Ley Nueva York, los más difíciles de acordar y no los que vencían el 19 de enero) en su enfrentamiento con los acreedores externos (de paso es una señal a futuro para las provincias con problemas de deuda y como serán tratadas si no se “avienen”).

En definitiva, es todo parte de lo que razonablemente se podía esperar que sucediese, o si se quiere una muestra/modelo a escala de lo que podemos esperar con la deuda nacional. Así, a pesar de los que ingenuamente se prendieron a la nota de “La Villa” de la semana pasada -la nota no fue ingenua- anunciando que la Nación iba a poner la plata para los títulos en cuestión y estos volaron 10% solo para caer 9% tras la desmentida de Guzmán (¡que la CNV investigue, por favor!), la realidad es que en el gran escenario lo más arriesgado es apuntalar a la provincia y/o ponerse a negociar con deuda en valores inflados (mal o bien el objetivo del gobierno debe ser lograr la estructura de deuda menos onerosa para el país y, que “los muchachos/as” nos perdonen, no que los tenedores de bonos ganen plata).

El problema es que aun “reperfilando” los BP21, Buenos Aires está lejos de abandonar la zona de default. Fuera de lo de enero y descartando la deuda en pesos, restaría pagar U$D 1.662 millones en el año: U$D 319 entre febrero y mayo -o U$D 594 con el reperfilamiento-, U$D 908 en junio y U$D 435 millones hasta diciembre, a los que sumamos unos U$D 2.000 millones en 2021, casi ¾ de esto bajo ley extranjera.

Lo que estamos viendo estos días es apenas el primer paso de una carrera provincial más larga. La cuestión es simple: si hoy no hay plata con la cual pagar un treceavo de lo que acaece en estos dos años, por más que la facilite la Nación, menos la habrá más adelante (el ratio deuda pública/ingresos de la provincia supera el 80%). Ergo, aunque Axel logre “reperfilar” ahora, es clara la necesidad del gobierno platense de consolidar y renegociar todos estos vencimientos más adelante. Así mientras el objetivo por ahora es solo ganar tiempo hasta mayo y que lo que suceda con la deuda provincial sirva como “señal” para la renegociación de la nacional, a partir de ahí los roles se invierten y lo que suceda con la deuda nacional debiera servir de señal para avanzar de lleno en la renegociación de la provincial.

La verdad es que no sabemos qué sucederá, pero el juego es claro. De ahí a que sea exitoso, es otra cuestión…