El Central cuadruplicó su deuda en la gestión Fernández

El Central cuadruplicó su deuda en la gestión Fernández

Carga. La «bola» de Leliq y pases pasivos del banco superó los $5 billones; preocupa la emisión

El penúltimo día de marzo, la deuda remunerada del Banco Central (BCRA) superó los cinco billones de pesos. Eso quiere decir que se multiplicó por 4,6 desde el inicio de la administración de Alberto Fernández, mientras la inflación promedio del período acumuló un 1289% (considerando las estimaciones que plantean un alza del 5% al 6% del IPC para marzo).

El nuevo monto récord de Leliq y pases pasivos del Central es un dato significativo que refleja el exceso de emisión monetaria, con su impacto en la inflación. Además, Fernández había basado parte de su campaña presidencial de 2019 en criticar a los «usureros» que se beneficiaban con esa deuda (básicamente los bancos, aunque es un ingreso que las entidades, entonces y hoy, destinan mayoritariamente al pago de intereses de los depósitos a plazo fijo que reciben de los ahorristas).

Los números oficiales muestran que el BCRA tenía asumida al 30 de marzo una deuda de $4.161.928 millones ($4,16 billones) en letras de liquidez (Leliq) y de $849.785 millones más en pases pasivos. El 10 de diciembre de 2019, cuando se produjo el cambio de administración, ese pasivo era de $1,09 billones en total ($679.341 millones en Leliq y $413.515 millones más en pases).

Exceso de emisión

Desde ya, el principal alimento que tuvo esa deuda fue el exceso de emisión en que incurrió la entidad monetaria para ayudar al Gobierno a cubrir su abultado déficit en los últimos 28 meses ($4,4 billones en total), en un contexto en que la demanda de pesos no repuntó nunca.
El segundo, el gasto en intereses que genera y complica la posibilidad de encarar cualquier plan de bajar la inflación: una friolera de 2,487 billones de pesos desde diciembre del 2019 a la fecha y considerando los $134.000 millones abonados por este concepto en marzo.

Eso obligó al BCRA a retirar buena parte del dinero lanzado al mercado mediante la emisión recurrente de letras o la toma de préstamos desde los bancos (pases pasivos), para evitar un desborde inflacionario mayor que el verificado. «Y comprueba que su narrativa respecto de una inercia inflacionaria multicausal es muy parcial. Si la emisión descontrolada no tuviera impacto en los precios, no tendrían que haber esterilizado esta montaña de pesos», señala el economista Ariel Coremberg.

El esfuerzo de esterilización del BCRA fue tal que el tamaño de su pasivo remunerado ya «equivale casi a una base monetaria (BM) y me dia», hace notar con relación a los $3,67 billones que suma el dinero legal en circulación (billetes y monedas en poder del público) más los depósitos en pesos que los bancos tienen en la entidad monetaria.

Primer deudor

Y, de su mano, el pasivo remunerado creció hasta convertir al BCRA en el primer deudor del sistema financiero local, ya que la suma de préstamos al sector privado apenas llega a los $4,9 billones.

Los analistas advierten que a la economía le cuesta convivir con esta amenaza de una «bola de nieve» otra vez en ascenso, pero la mayoría no la observa aún en condiciones de causarle algún evento disruptivo extra.

«Si bien alcanzó un nuevo récord nominal, aún se mantiene por debajo del máximo con relación al PBI de casi 11% que tuviera antes de que se desate la corrida cambiaria en tiempos de Macri o del ratio del 9% que orilló en medio de la pandemia, aunque, claro, en otro contexto y con una administración que por entonces contaba con mayor credibilidad», apunta el economista Andrés Borestein, director asociado de Econviews.

Para Juan Ignacio Paolicchi, economista de Empiria, tampoco hay duda de que esta bola de deuda «es un problema», aunque no sea comparable a lo que implicaba en épocas de Macri, «porque hay cepo extremo y muy baja participación de capitales extranjeros, y la deuda está en manos de bancos y no en tenencia de privados. Lo complejo es que ese esquema que te previene de pasar por la situación del 2018/2019 a la vez te condiciona la salida, al recortar mucho las posibilidades de crecimiento real de la economía».

Base monetaria

Juan Pablo Albornoz, analista de Ecolatina, coincide en destacar el diferente riesgo que este elevado pasivo significa en los distintos esquemas monetarios, pero también en advertir que el hecho de que se haya mantenido en términos de la base monetaria en niveles similares a los de la «bomba» de Lebac es un «problema», sobre todo porque el balance del Central «está muy deteriorado» y, en la medida en que no se reduzca considerablemente la dependencia de la emisión monetaria que tiene el Gobierno para cerrar las cuentas, esa fuente de pesos parados «haciendo tasa en la cuenta corriente del BCRA presenta una potencial demanda de divisas y presión inflacionaria. Sin correcciones, es una olla de presión cambiaria/inflacionaria peligrosa».

Para Borestein, lo verdaderamente malo de este esquema es que necesita que la inflación siga alta y algo por encima de la tasa de referencia para que no haya desequilibrios mayores y el peso y la amenaza de esa deuda vayan licuando esta deuda.

Por extraño que suene, esa parece ser no solo la apuesta oficial, sino la convalidada por el FMI, según lo difundido. En el último reporte actualizado, que incluye un apartado especial sobre la delicada situación patrimonial del BCRA (y que advierte que está en quiebra técnica por entre 5 y 7 puntos del PBI), se explicita la apuesta gradualista para lograr que se vaya reduciendo el déficit cuasi fiscal del BCRA.

Stock de Leliq

«El alto costo de la esterilización debido a un stock considerable de Leliq (pasivo remunerado) en proporción de la base monetaria (pasivo no remunerado)? va a converger a los ingresos por señoreaje y las ganancias por valoración de las reservas para 2025», señala Borestein.

Su mirada optimista parte de considerar una recuperación gradual de las reservas, el crecimiento de la base monetaria en línea con la evolución del PBl y una disminución del financiamiento monetario al Tesoro hasta llegar a su eliminación en 2024.

Albornoz cree que si el Gobierno cumple la meta fijada en el acuerdo, de emitir 1% del PBI para asistir al fisco, hay una oportunidad para que el balance comience a sanearse y, por consiguiente, este riesgo empiece a atenuarse, aunque lo ve «difícil».

Menos optimista, Coremberg cree que la bomba puede generar problemas una vez que termine la calma cambiaria.

Fuente: LaNación