Con la promesa de Massa de usar el Swap, el comercio continua acumulando pasivos

Con la promesa de Massa de usar el Swap, el comercio continua acumulando pasivos

Por el cepo a la importación, la deuda comercial ya llega a US$54.000 millones

Dólares. Sin divisas en el BCRA, las firmas siguen acumulando pasivos con casas matrices y proveedores; Massa había prometido que usaría el swap para regularizar el comercio

Unos días antes de las elecciones generales comenzó a profundizarse el problema para las empresas importadoras: el sistema de AFIP que permite validar pagos al exterior entró en «tareas de mantenimiento» y, desde entonces, la operación quedó vedada. La percepción del sector empresario es que esto va a seguir así, por lo menos, hasta el balotaje.

Los números económicos avalan la sensación empresarial. La deuda comercial que mantienen las empresas que operan en la Argentina con sus proveedores o casas matrices del exterior alcanzó los US$54.000 millones, según un informe de Romano Grupo, sobre la base de datos del Banco Central (BCRA). De ese total, US$43.000 millones es deuda por importaciones de bienes (productos físicos) y US$11.000 millones por servicios (donde se incluye el pago de fletes).

La preocupación, sin embargo, está centrada en un poco menos de la mitad de esa deuda, que creció de manera exponencial en el último año y medio. Históricamente, la deuda comercial de bienes y servicios fue de US$30.000 millones, que es un monto compatible con los plazos entre que se realiza la compra y se efectúa el pago, en un país como la Argentina. En el último tiempo, debido a la falta de dólares del BCRA, el Gobierno agudizó las restricciones para importar, lo que generó que la deuda comercial supere los US$50.000 millones.

La tendencia sigue en pie

«La Balanza comercial y de pagos indica que esta tendencia sigue en pie, con un aumento en solo septiembre de US$2500 millones para bienes, el segundo mayor incremento mensual en la gestión de Alberto Fernández. El promedio para la deuda de bienes, desde diciembre de 2007 al mismo mes de 2021, fue de US$21.800 millones. Es decir, el stock actual de deuda comercial de bienes es de un 100% adicional (US$43.000 millones)», precisó Romano Grupo.

«No solo siguen frenando los giros al exterior, sino que ahora nos inventaron un ?error? de validación que antes no teníamos. Qué le digo al proveedor después de casi 90 días de haber recibido la mercadería», dijo a la nación en reserva una pyme que importa productos de bazar. Luego de haber tenido aprobada la SIRA (permiso para importar) y de que haya pasado el plazo correspondiente para acceder a los dólares, la pyme se encontró con ese error en la página de la AFIP.

El «error» no es un caso aislado. Con solo buscar en la red social X (antes Twitter) las siglas «Ccuce», se percibe la impotencia de los importadores. Esas letras corresponden a la Cuenta Corriente Única de Comercio Exterior, que es un sistema de consulta y registro de operaciones cambiarias para comprar los dólares al BCRA. «Desde el 28 de octubre que el sistema no efectuó ningún pago. No solo no anduvo por las tareas de mantenimiento, sino que ahora aparece un ?error de inconsistencia? al momento de pagar con números 46, 47 y 50, según el caso», explicó un empresario.

Se pararon por completo los pagos

«Es un problema transversal a todos los sectores de la economía. Todos están afectados por igual, sin distinción, como ya vimos en salud», agregaron, haciendo referencia a la falta de insumos médicos.
También se notó la falta de divisas en un sector estratégico como el de energía, cuando YPF no pudo acceder a los dólares para pagar la importación de buques con nafta y gasoil, lo que inició un desabastecimiento generalizado de combustible en el país.

Poco sirvió al momento la activación del swap con China por el equivalente en yuanes de US$6500millones, que anunciaron el presidente Alberto Fernández y el candidato y ministro de Economía, Sergio Massa.

«El sector empresario está observando que ese swap se está utilizando para pagar la deuda con el FMI, en vez de transferir esos fondos a la deuda comercial por importaciones», dijeron en el sector privado, en reserva, dado la sensibilidad con la que se hacen las autorizaciones para importar en el Gobierno.

«Ahora armaron un nuevo kiosco para poder importar. Además de pagar una coima para que te aprueben las famosas SIRA, de entre 10% y 15% sobre el valor de lo que se quiere importar, inventaron una inconsistencia en el Ccuce, que es el sistema de control de la AFIP nuevo que aprueba o no el giro del pago. Para ?sacar? ese error, ahora nos piden 11% extra. Pero esto es peor que con las SIRA, porque está la exigencia de pagarlo sin saber si se va a poder transferir realmente o no.
El quisco de las SIRA es menos riesgoso porque hasta que no sale aprobada no lo pagás», contaron a este medio una pyme importadora.

Nadie quiere perder el stock

La situación generó un mayor desabastecimiento de productos, ya que al tener menos seguridad de la capacidad de reposición, nadie quiere perder el stock. «No queremos entregar mercadería, pero al mismo tiempo algo hay que vender para sobrevivir. Además, como la brecha es inmensa, no es lo mismo pagar la mercadería a $365 [tipo de cambio oficial], que a $900 [CcL]. Y hay clientes que no consideran el dólar blue. Entonces, hasta que no haya una devaluación oficial, no podemos trasladar esa brecha en el precio. Por eso estamos más estrictos con las entregas», dijeron en la empresa para explicar cómo afecta las complicaciones para importar en la operatoria local.

La incertidumbre se volvió tan profunda, que en la pyme no descartaron cerrar las puertas dos meses, hasta que se aclare la situación económica en el país. «Sería el peor escenario, pero tal vez sería lo más conveniente cerrar un tiempo y bancar los costos fijos con la espalda que tenemos. En algún momento las cosas se van a tener que acomodar y va a estar todo un poco más claro. Hoy hay mucha incertidumbre en todo sentido y vender la mercadería no sé si es el mejor negocio. Es preferible guardarla y ver qué pasa», dijeron con resignación.

Fuente: La Nación