Clima financiero: tormentas inesperadas que impactan con fuerza el precio de los activos

Clima financiero: tormentas inesperadas que impactan con fuerza el precio de los activos

El pronóstico meteorológico se emite durante los últimos tres minutos del noticiero y muchos de nosotros la percibimos como parte de la sección publicitaria. Sin embargo, ¿se han parado a pensar en lo fascinante que es saber con tal precisión cuáles serán las condiciones climáticas en una determinada región con varias semanas de antelación?

Desafortunadamente, la economía es más incierta. Un ejemplo de ello es la teoría del cisne negro o “black swan”. ¿Han oído hablar de ella? Esta metáfora, empleada en el ámbito económico, se utiliza para referirse a un evento inesperado, que ningún analista había previsto ni tenido en cuenta ya que a priori era improbable. En el argot meteorológico, son tormentas inesperadas y prácticamente imprevisibles que impactan con fuerza el precio de los activos.

Ejemplos de “black swan” son la Gran Recesión del 2008 y el Covid-19. ¿Usted lo vio venir? Yo tampoco, pero no se preocupe: las grandes instituciones financieras tampoco lo anticiparon. En 2022, el escenario en Europa y Estados Unidos era totalmente el opuesto a un “black swan” y bastante similar a un pronóstico meteorológico. Jamás una recesión estaba tan preanunciada.

Instituciones financieras, casas de inversión, inversores particulares, y bancos centrales anticipaban con seguridad un escenario de recesión. Se preveían grandes precipitaciones y era el momento de sacar el paraguas.

Sin embargo, las bolsas globales no lo reflejaban y sufrían caídas moderadas

En Estados Unidos la volatilidad no llegó a superar la cota de 40, cosa que jamás sucedió en ninguna recesión. Los spreads de crédito entre soberanos y ‘high yield’ nunca se terminaron de abrir y los beneficios empresariales no indicaban ese pesimismo. A partir de octubre de 2022, las previsiones de lluvia se transformaron en días soleados, las bolsas comenzaron a subir y la palabra “recesión” se comenzó sustituir por “soft landing” en la prensa.

En el pasado mes de noviembre disfrutamos de un sol intenso y vientos favorables en los principales mercados. Tanto activos en renta variable, renta fija e incluso inversiones alternativas como criptomonedas se han revalorizado significativamente durante este mes.

Las bolsas globales, representadas por el índice MSCI, registraron una aumento del 9% en su valor, S&P 500 y Dow Jones subieron 8,9%, los títulos de renta fija americana han experimentado su mayor apreciación en los últimos 40 años y las principales bolsas europeas repuntaron.

Sin embargo, el mundo no es para aquellos que conocen el “cómo”, sino para quienes comprenden el “por qué”. Tras un corto, pero acentuado, periodo de aumentos de las tasas de referencia, las revisiones a la baja de inflación en Europa y Estados Unidos de la mano de una baja volatilidad en los mercados, invitan al optimismo y parecen poner fin a la subida.

Los inversores parecen tener claro que las tasas de interés han tocado techo, lo cuál conduce al aumento en las valoraciones de sus activos que se ve reflejado en los mercados. No obstante, como les comentaba al principio de este artículo, la previsibilidad es más difícil de alcanzar en el ámbito financiero que en el meteorológico.

Por lo que si salen a los mercados, o están ya activos en ellos, recuerden abrigarse. La inflación sigue presente, las previsiones de crecimiento económicas pueden llevar a revisiones a la baja aún por descontar, existe un desajuste entre el riesgo real y el reflejado en las primas de riesgo de la eurozona, los resultados del PMI no son alentadores, existen conflictos geopolíticos que pueden afectar significativamente al precio del petróleo y el descenso de las tasas de interés tardará en llegar.

Fuente: El Economista