Cachanosky: “El problema es que en Argentina se le tiene pánico al peso”
En momentos de clara incertidumbre para el futuro del país, donde todos miran a la renegociación de la deuda con el FMI y los acreedores privados, BANK MAGAZINE entrevistó a Iván Cachanosky, Economista Jefe de la Fundación Libertad y Progreso, para conocer su perspectiva sobre el contexto actual, las inversiones más seductoras y qué puede ocurrir con el dólar y las tasas de interés.
Por Mariano Jaimovich
-¿Qué opinión tiene de la situación del país?-La situación del país es muy delicada y se encuentra en estado crítico. El problema es de carácter estructural con 60 años de déficit fiscal, con excepción de la primera presidencia de Néstor Kirchner, quien heredó un superávit fiscal producto de una brutal devaluación (300%) y de quita de deuda. Aclarada esa excepción, en Argentina la regla es el déficit fiscal. El problema se agravó en los últimos 20 años, ya que el gobierno kirchnerista incrementó notablemente el gasto público pasando de aproximadamente 30% del PBI al 46% del PBI. Esto quiere decir que el déficit fiscal es mucho más difícil de revertir porque el nivel del gasto es mayor. Por su parte, el gobierno de Cambiemos se caracterizó por una baja del déficit fiscal en los últimos dos años de su mandato, pero el ajuste recayó principalmente en el sector privado. Sin embargo, también aportó su cuota: un fuerte incremento del endeudamiento donde los dólares se utilizaron para continuar financiando un gasto que el país no podía soportar, en lugar de utilizar ese dinero para encarar las reformas estructurales. Hoy, la deuda presenta problemas de solvencia y por eso se está negociando la reestructuración de la misma, que es condición necesaria pero no suficiente para que la economía argentina se arregle. Las reformas continúan pendientes.
-¿Qué tipo de desenlace y plan de renegociación de deuda considera más factible?
-El
Gobierno se encuentra negociando principalmente en tres aspectos:
plazos de pago, monto a pagar e intereses a pagar. Y apunta a que se
negocien dos de esas tres patas. Seguramente,
haya mayor acuerdo en el plazo a pagar. La pregunta clave es en qué se
pretende que los acreedores cedan después: ¿en el monto del capital a
pagar o en el pago de intereses? Probablemente el Gobierno esté
interesado en lograr alguna quita de capital (que desde
luego no es lo ideal porque no se estaría honrando la deuda), pero de
conseguir una quita de intereses también puede darle aire a esta
gestión. Recordemos que el pago de intereses de deuda ronda en el 3,3%
del PBI. Los plazos para la negociación son bastante
acotados, lo que presenta un gran desafío para esta gestión.
-¿De qué depende la voluntad de los acreedores?
-La voluntad de los acreedores dependerá de cuántas probabilidades le
vean al Gobierno de que pueda honrar la deuda que se renegocie. En ese
sentido, esta gestión tiene dos cartas fuertes. En primer lugar, si
consigue una negociación exitosa con el FMI en donde
se posterguen los pagos de deuda a la entidad, mejoraría el panorama
para los bonistas. Por otro lado, la consistencia económica que el
ministro Guzmán pueda transmitir. En las reestructuraciones de deuda es
clave tener un superávit fiscal o mostrar un camino
en esa dirección. Eso Argentina, al día de hoy, no lo tiene y es un
problema. Para generar confianza hay que tener un plan económico
integral, ya que el país necesita ser pensado en términos de equilibrio
general y no de equilibrio parcial. Lo más probable
es que se llegue a una reestructuración exitosa de la deuda, aunque en
qué condiciones aún continúa con elevada incertidumbre.
-¿Qué le diría a un inversor en este momento?
-Son
momentos de mucha cautela, por lo que se requiere tener extra cuidado.
Por el momento, la curva de rendimientos de los bonos en pesos viene
normalizándose, lo que es una señal
positiva. El canje de Lecaps por Lebad logró dar una señal al mercado
de pesos y la expectativa de que se lograrán
roll-over de vencimientos genera una mayor tranquilidad de que los pagos se podrán ir espaciando y, por ende, pudiendo pagar. Desde
luego, Argentina es experta en cisnes negros, por lo que es importante seguir el día a día de la curva de rendimientos.
En cambio,
los bonos y acciones en dólares presentan un mayor grado de
incertidumbre ya que, aparentemente, el plan presentado por el ministro
Guzmán a los bonistas no termina de convencer. En este
marco, se vienen dos meses donde probablemente reine la incertidumbre.
Además, las finanzas globales se vuelven más difíciles de leer ya que
caen por la epidemia del Coronavirus, lo que dificulta la lectura.
-¿Cuáles son las perspectivas que hace para el dólar y las brechas con el dólar financiero?
-En
cuanto al tipo de cambio, por las condiciones económicas de la
Argentina de hoy, los dólares paralelos continuarán subiendo. En
realidad, gran parte del problema es que cae la
demanda de pesos porque no se logra generar confianza y eso hace que se
demande más dólares. Mientras continúe el cepo, la brecha siempre va a
existir. Esto es así por la sencilla razón de que el cepo funciona como
un precio máximo y, por ende, no refleja
el verdadero valor del dólar. Tampoco el mercado informal refleja el
verdadero valor del dólar, pero lo que sí sabemos que el dólar no vale
$60, sino que más.
En este
sentido, juegan dos variables claves: la intensidad del cepo y la
confianza en la moneda. Cuanto mayor sea la intensidad del cepo, mayor
tenderá a ser la brecha entre el dólar oficial y los
paralelos. Enero se mostró relativamente tranquilo, pero se debe tener
en cuenta que es un mes donde estacionalmente se demandan más pesos.
Esto empezará a cambiar en febrero metiéndole más presión a los dólares
paralelos. Por el otro lado, la confianza en
la moneda local es clave para que la brecha no se amplíe. El problema
es que en Argentina se le tiene pánico al peso, porque lo único que ha
sabido hacer nuestro Banco Central es destruir monedas, de hecho tuvimos
cinco monedas y le sacamos trece ceros.
-Las tasas de interés están bajando, ¿hasta qué nivel pueden llegar?
-La
tasa de interés no fue eficiente ni para domar la inflación, ni para
domar la corrida contra el peso cuando la gente iba al dólar. Además,
restringe el crédito. Claramente la apuesta
del Gobierno es que si baja las tasas de interés el crédito se
reactivaría. Sin embargo, nada está garantizado. Si las tasas de interés
continúan bajando (Miguel Pesce ya afirmó que así será) y la gente saca
dinero de los bancos, puede tomar distintas decisiones
como consumir o invertir, pero también podría decidir comprar dólares.
Por lo tanto, mientras continúe la crisis de confianza no hay garantías
que los pesos se destinen al consumo o a la inversión.
Con
respecto a cuánto pueden llegar a bajar las tasas de interés, dependerá
del ritmo en que baje la inflación, ya que el presidente del BCRA
sostuvo que las tasas reales serán positivas. Teniendo
en cuenta esto, de aquí en adelante lo más probable es que la baja de
tasas sea más gradual. Por otro lado, todo esto se encuentra supeditado a
cuál será la política monetaria, porque si esta es muy expansiva las
probabilidades de desinflación serán menores.
-¿Cómo observa al sector bancario en este momento de tantas medidas económicas?
-En este
momento, casi todos los sectores de la economía la pasan mal, incluido
el bancario. La intermediación financiera cayó en noviembre (último dato
disponible del INDEC) un 8,5% en términos interanuales.
Las áreas que mostrarán una mejor performance estarán lejos de la
industria y del sistema financiero. El sector automotriz viene dando
malas señales también. Probablemente los sectores más beneficiados este
año sean el agro y la energía. El primero porque
es el único competitivo, mientras que el segundo se destacará porque
seguramente sea subsidiado.-