Saravia Tamayo: «estamos en una situación crítica y estoy comparando entre dos situaciones malas»

Saravia Tamayo: «estamos en una situación crítica y estoy comparando entre dos situaciones malas»

Diego Saravia Tamayo, PhD en Economía. Director de Proficio. Ex Gerente de investigaciones Económicas del Banco Central de Chile.

¿Qué piensa del plan económico del nuevo gobierno?

Es difícil hablar de un plan, al menos integral, ya que todavía no ha sido revelado por el ministro de economía. Se observan acciones, pero no se puede hablar de un plan integral si ni siquiera hay presupuesto para el 2020 todavía. Pareciera, que el mismo dependerá de cómo avancen las negociaciones de la deuda, aunque, claramente, los acreedores pedirán un plan de repago antes de llegar a un acuerdo; por lo que estimo que sería bueno tener pronto si es que no lo tienen bajo siete llaves. 

Sin embargo, las declaraciones del ministro en el Congreso no han ido en esa dirección. Pareciera que el ministro entiende la necesidad de lograr un equilibrio fiscal pero el hecho de que planee tener un superávit primario recién en el 2023, muestra la intención de no realizar un esfuerzo que libere fondos para hacer frente a las deudas. Claramente, esto es algo que a los acreedores no les va a gustar, pero bueno, dijo explícitamente que no era algo que les importara demasiado. Hay estimaciones que hablan de un aumento en la recaudación de entre 1% y 1.5 del PBI por aumento de impuestos. Si creemos el discurso, estos fondos se destinarán a gastos y no a tratar de ganar confianza en los mercados.

Los ejercicios que hicimos en Proficio mostraban que, para hacer una renegociación con poca quita habría que lograr superávits primarios y tasas de crecimiento inalcanzables en la coyuntura actual y con los objetivos de política económica planteados. O sea que la única salida para lograr la sostenibilidad de la deuda es plantear una quita significativa en la mesa de negociaciones.

¿Cómo ve el proceso de renegociación de la deuda?

Después de la presentación del Congreso es bastante claro que no va a ser fácil ni pronto; si es que se quiere llegar a un consenso. Pareciera que lo que viene es una oferte take-it-or-leave-it. Hasta antes del discurso, el gobierno se había movido con mucha discreción en lo que se refiere a su deuda en dólares. No estaba claro si están tanteando el terreno o si están negociando en silencio. Dada la hoja de ruta exigente en tiempos, uno hubiese creído que la segunda opción era la real. Sin embargo, luego del discurso donde no se ven esfuerzos fiscales para pagar deuda, la probabilidad de una intransigencia oficial en al negociación pareciera significativa lo que abre la posibilidad de que los plazos se planeen cumplir porque no piensan tener demasiadas ruedas de negociación.

 Claramente, el fracaso de las licitaciones de la deuda en pesos, y las reacciones del gobierno a tales eventos, son preocupantes. Primero revelan lo obvio, los acreedores reaccionan de acuerdo a las probabilidades que ven de repago de sus deudas y, segundo, es claro que no fue buena la operatoria, desde el mal diseño de la licitación a cambios en las condiciones realizados luego de que fracasara el intento de licitación. Este último problema ya había pasado con Lacunza, pero ahora, cuando todos están expectantes de lo que piensa poner el gobierno en la mesa de negociación de la deuda, es más nocivo.

En toda renegociación de deuda, y más si está envuelto el FMI, la parte política es importante y, en ese sentido, me parece valiosa la gira que hizo el presidente buscando apoyo sobre todo para la parte que le toca al FMI. Es de esperar que el mismo sea importante al momento de renegociar especialmente con el FMI; pero no creo que sea más importante que los números que pueda mostrar el país para hacer frente a las obligaciones una vez reestructurada la deuda. Hasta ahora se ha visto poco y nada de esto y uno tiene que fijarse que fijarse en las acciones concretas o interpretar discursos para ver cómo se va a desenvolver.  Creo que la presentación de ayer en el Congreso nos acerca más a una solución desordenada (default) de la deuda. Naturalmente, los acreedores quieren que haya probabilidades razonables de cobrar sus acreencias. Sino se muestran mejores números fiscales, la alternativa es hacerlo con mayor crecimiento. El problema es que no se muestra cómo crecer y, con una solución desordenada de la deuda, lo que espero es más recesión y no un boom de inversiones.

El discurso del ministro con respecto a crecimiento, sustentabilidad, etc, tiene más adjetivos que lo deseable.

¿Cómo ve la política antiinflacionaria?

El BCRA habla de política monetaria prudente y de financiar al fisco. Eso en la historia argentina ha sido contradictorio. En todo caso prefiero que se diga eso, que es sincero, a camuflar una supuesta autonomía del banco central argentino que no existe desde los tiempos de la Convertibilidad. Yo, en este contexto, pienso que la inflación va a seguir en niveles altos. La inflación argentina tiene un componente inercial importante y la política que está planteando el gobierno no combate la misma. Con un fisco que no mejore las cuentas fiscales y que, probablemente, no pueda financiarse con deuda, sólo queda la opción de financiar déficits fiscales con emisión monetaria. Si eso pasa, pasará lo que siempre ha pasado: inflación y recesión. 

En todo caso, la política monetaria se ajustará a las necesidades del fisco, por lo que hay que esperar a como sale la reestructuración para poder hablar de los efectos.

¿Y el control de precios?

No ha funcionado anteriormente y no veo porque va a funcionar ahora. Entiendo la necesidad política de hacerlo e, incluso, entiendo la importancia de hacerlo dentro de un plan antiinflacionario que involucre la política fiscal y la monetaria; por ejemplo, atacaría problemas de información asimétrica con efectos en la dispersión de precios. Pero por sí solo no funciona. Es una visión voluntarista del fenómeno inflacionario.

¿Qué opina de la disminución de la tasa del BCRA?

Pareciera que hay un dogma entre los analistas económicos argentinos de que un banco central tiene que lograr tasas reales positivas.  Aunque sean muy distintas las circunstancias, basta ver al mundo desarrollado en la última década para darse cuenta que no es así. El objetivo de política monetaria no debiera ser lograr una tasa real positiva para los depositantes. Menos, si para lograrlo, el BCRA está pagando tasas altísimas por sus pasivos y frena a toda la economía. El objetivo de la tasa real positiva era un objetivo del BCRA anterior, claro que para lograrlo tenía que tener esas tasas exorbitantes de las Leliqs. No veo lógico que la mayoría de los proyectos tengan una tasa real negativa (al no poder financiarse a esas tasas) para que el sector bancario pueda pagar una tasa positiva por los plazos fijos. Hay varios motivos por los que, en la coyuntura actual, una tasa real negativa es deseable. La escasa profundidad del sistema financiero argentino se debe a la historia de cambios de reglas y expropiaciones de los ahorristas, más que a la coyuntura.

Por supuesto que estamos en una situación crítica y estoy comparando entre dos situaciones malas. De hecho, es probable que la política que sigue el banco central no vaya a combatir la inflación y es probable que la inflación sea la variable de ajuste reflejo de las inconsistencias fiscales y monetarias mientras llega el plan integral y consistente prometido; si es que llega. Hay que dejar, de una buena vez, de tener una visión voluntarista de la economía.