Un recorrido por La Habana, capital antigua y actual

La capital cubana seduce tanto a los amantes de la historia como a quienes buscan un destino para disfrutar días de sol junto al mar. El viejo encanto de la ciudad y una incipiente modernidad se encuentran en sus calles y playas.

Por su historia y su cultura profundamente arraigada, La Habana es uno de los destinos turísticos más atrapantes del mundo. Sin embargo, la ciudad atravesó tres etapas bien diferenciadas entre sí. Antes de la revolución cubana de 1959, el turismo era una de las principales actividades económicas de Cuba, detrás de la producción azucarera y tabacalera. Éste era el lugar más convocante del Caribe, especialmente para los estadounidenses que llegaban a la isla buscando evadir las restricciones impuestas por la «ley seca» vigente en su país.
La segunda fase comenzó con la imposición del embargo comercial contra la isla por parte de los Estados Unidos, en 1961. Como resultado del bloqueo, también el turismo experimentó una caída muy profunda que no se revertiría hasta los años ’80. La etapa actual comenzó en 1982, cuando el gobierno cubano aprobó un decreto que abrió varios sectores, incluido el del turismo, al capital foráneo. A principios de la década del ’90, con la llegada de inversiones extranjeras, la isla ya había triplicado la cantidad anual de visitantes de todo el mundo.
El casco histórico de La Habana, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, invita a recorrer un pasado colonial de calles empedradas, pequeñas plazas y fortificaciones de defensa ante los ataques piratas. La Habana Vieja está hecha para caminarla a lo largo y a lo ancho; ropa fresca y zapatillas es todo lo que se necesita para disfrutarla.
Un paseo típico puede comenzar en el Palacio de la Artesanía (Tacón y Peña Pobre) o en la Catedral de La Habana (Tacón y Empedrado), muy cerca de la famosa Bodeguita del Medio (Empedrado entre San Ignacio y Cuba), donde sirven los mejores mojitos y daiquiris de la ciudad. En dirección a la costa por O’Reilly están la Plaza de Armas y el Castillo de la Real Fuerza, mientras que si se camina hacia el sur la restaurada calle Mercaderes regala una de las postales más bonitas de la ciudad, con sus refinados negocios históricos, como la Perfumería Artesanal Habana 1791, un auténtico museo del perfume.

Recorrido urbano

Otra de las calles principales de la capital cubana es la concurrida Obispo, que comienza en la Plaza de Armas y llega hasta las espaldas del Capitolio. Allí, algunas de las paradas obligadas en un paseo son el Hotel Ambos Mundos (esquina Mercaderes), la Casa del Tabaco y el Ron y el famoso Bar Floridita (ambos en esquina Bernaza) con su estatua de un Hemingway acodado, como en el pasado, en el extremo de la barra.
Muy cerca de allí, el Paseo de Martí concentra tres hitos arquitectónicos imponentes: el capitolio de la ciudad, una réplica del de Washington, el imponente Teatro Nacional de Cuba y el histórico Hotel Inglaterra.
Para los apasionados por la historia, el lugar más importante de La Habana es la Plaza de la Revolución, que con 72.000 metros cuadrados es una de las plazas públicas más grandes del mundo. Si bien fue creada durante la presidencia de Fulgencio Batista bajo el nombre de Plaza Cívica, en los años ’60 pasó a ser un ícono de la revolución cubana. Allí se levanta el Monumento a José Martí y el Ministerio del Interior con la reconocida imagen de Ernesto «Che» Guevara en un relieve escultórico, obra de Enrique Ávila. Para quienes no estén muy familiarizados con los acontecimientos históricos, una gran atracción es el Museo de la Revolución, emplazado en el Antiguo Palacio Presidencial. Creado en 1974, en sus más de 30 salas de exposición alberga alrededor de 9000 piezas de distintas etapas de la revolución cubana.
Otro de los imperdibles en la zona de Habana Centro es el Hotel Nacional de Cuba, que no es únicamente un alojamiento cinco estrellas que albergó a las estrellas más importantes de Hollywood, sino también un vivo reflejo de la historia de Cuba. Fue inaugurado en diciembre de 1930 y aún hoy mantiene el estilo y el lujo de aquellos años de esplendor. En el bar de este hotel, que ostenta el título de Memoria del Mundo de la UNESCO, se puede disfrutar uno de los mojitos más ricos de la ciudad admirando las vistas del malecón. Asimismo, recorrer el malecón que se extiende sobre ocho kilómetros en la costa norte de La Habana al atardecer es una experiencia inolvidable. Más allá de las postales que este paseo ofrece, la vida social de la capital cubana pasa por aquí, con música y baile en vivo los fines de semana.
Otra de las zonas más bellas de la ciudad es Miramar. Allí se encontraban las casonas y palacetes de la clase alta cubana, que hoy albergan embajadas y consulados. Además, allí se encuentran muchos de los mejores hoteles de la ciudad, como el Meliá Habana y el Memories Miramar.
Con su historia tan particular y su cultura tan entrañable, La Habana es un destino que hay que conocer a fondo: distinto a todos, pero siempre fiel a sí mismo.