Indec: El dinero fuera del sistema financiero local se incrementó un 8,4%

Indec: El dinero fuera del sistema financiero local se incrementó un 8,4%

Para muchos argentinos el dólar u otras divisas representan un refugio para intentar cuidar sus ahorros, en una dinámica que se potencia por el contexto de crisis económica, inflación y desconfianza en la moneda local.

El comportamiento, que condiciona la vida económica del país hace décadas, engrosa números que parecen desconocer de cepos y restricciones: según el Indec, son US$247.343 millones los que ciudadanos del país guardan fuera del sistema.

El dato, que surge del último informe «Balanza de pagos, posición de inversión internacional y deuda externa» del organismo estadístico oficial, corresponde al tercer trimestre de 2020 y marca que, en el acumulado entre julio y septiembre de este año, esa cuenta creció en US$19.087 millones.

El dato estimado por el Indec comprende a los ahorros que los ciudadanos argentinos tienen declarados pero fuera del sistema. Esto incluye tanto a billetes y monedas en cajas de seguridad o «en el colchón» en el país o el exterior, además de depósitos en cuentas o cajas de ahorro en el exterior, y son computados por el organismo en la categoría «Otras inversiones» de la «Posición de inversión internacional».

Desde mediado de año el incremento fue del 8,3%

En el segundo trimestre de este año, el Indec había estimado que ese total ascendía a US$228.256 millones. Medido en términos nominales, hubo un crecimiento del 8,3% en un trimestre.

«Este dato refleja la desconfianza de los argentinos en el peso como refugio de valor y la desconfianza en el sistema financiero como un lugar para resguardar los ahorros.

La constante compra de dólares se ve a diario y el tener plata fuera del sistema financiero local impide, por un lado, su desarrollo, porque sin ahorros no hay sistema de préstamos. Y se debilita la posición del Banco Central», explica Matías Rajnerman, economista jefe de la consultora Ecolatina.

El crecimiento del stock de ahorro de los argentinos fuera del sistema local es un síntoma de los problemas económicos del país y, al mismo tiempo, un escollo para el crecimiento de mediano plazo.

El total estimado por el Indec es seis veces mayor a las reservas brutas del Banco Central, que ayer cerraron en US$39.009 millones.

Desconfianza en el sistema financiero

Porque esos dólares, atesorados en el colchón, cajas de seguridad fuera del país, también dan cuenta de la desconfianza de los argentinos hacia el sistema financiero local, que acumula episodios de confiscaciones, cambios de moneda u otros episodios que afectaron a los depósitos.

En ese contexto, cada episodio de crisis alimenta una demanda de dólares que profundiza la inestabilidad económica en un país que vive en presión dolarizadora y enfrenta como gran desafío la posibilidad de canalizar todo ese ahorro existente hacia la inversión productiva.

«Hay más crecimiento en la compra de dólares que en la tenencia dentro del sistema, y las divisas siguen saliendo. Es un problema difícil de resolver, más en un año de pandemia, pero tampoco se están sentando las bases para que ocurra en un escenario post vacuna.

Lo positivo es que las políticas de estabilización que permitirían reabrir el mercado de crédito son las mismas que permitirían incentivar el ahorro dentro del sistema local», dice Rajnerman.

Este no es el único rubro que da cuenta de los bienes que los argentinos declaran por fuera del sistema financiero local. Según el Indec, al tercer trimestre de 2020, había US$40.414 millones considerados en el rubro inversión directa, que comprende propiedades, inmuebles, bienes u otro tipo de activos físicos. Este segmento creció en US$1094 millones con respecto al trimestre anterior (2,8%).

Por otra parte, el informe oficial estima que los argentinos tenían en el período US$66.404 millones declarados en inversiones de cartera, que comprende fundamentalmente a activos e instrumentos financieros. Este monto representa un aumento nominal del 6,3% frente al segundo trimestre del año.

Fuente: La Nación