Volatilidad y recesión: Las tres preguntas el inversor

Volatilidad y recesión: Las tres preguntas el inversor

Los inversores de todas partes tienen en la cabeza tres preguntas: cuándo cederá la inflación, cuánto subirán las tasas y de qué tamaño será la recesión. En medio de ese enjambre, árabes y rusos hicieron subir el petróleo. Y Argentina es un caso aparte.

Como si se tratara de la pandemia de este momento, en todas partes la gente trata de sacarse el dinero en efectivo de encima con gran rapidez, comprar lo que sea, cosas o inversiones, pero la confusión es tan grande que el movimiento está mostrando una volatilidad pocas veces vista, con bajadas, subidas y nuevas bajadas a lo largo de una sola rueda de negocios.

En realidad, lo que tiene en vilo a ahorristas e inversores está enfocado en dos bitácoras: entender en qué momento va a empezar a aflojar la inflación mundial y hasta qué punto se puede esperar una recesión, y sobre todo de qué profundidad, y con qué efectos secundarios aparejados, ya que se teme a que haya despidos, problemas de pagos en muchas empresas y eventualmente también pueden aparecer quiebras que dejen a muchos atados de un pincel: de ahí que las palabras “dañados” o “heridos” abundaron ayer en varios informes de inversión.

El faro que más mueve el dinero grande está ligado, por supuesto, a lo que ocurre con la Bolsa de Nueva York, que vive una pulseada entre la recesión que está por venir y la suba de tasas de interés que la Fed amenaza mantener.

Y ayer hubo dos datos que hicieron bambolear el movimiento de los más especulativos

Por un lado salió el dato de actividad de la zona euro, y dio mal: el número fue de 48,8 puntos contra 48,9 puntos de la medición anterior, cuando medir menos de 50 implica recesión, por lo que se confirma que un freno se desencadene en Europa. Y al mismo tiempo se conoció el ADP, una medición privada en EE.UU. que anticipa el dato que se conocerá sobre empleo este viernes: y el número dio firme, con una creación de 208.000 puestos, contra 132.000 del dato anterior.

Esos dos relojes de la consola confundieron a los inversores, tanto que las Bolsas europeas se tiñeron de rojo. Pero por si todo eso fuera poco cayó una bomba desde Viena, donde la OPEP+ (árabes y rusos) acaban de decidir que recortarán la oferta de barriles de crudo porque consideran que la baja ya fue excesiva (el WTI se había hundido de US$ 124 hasta US$ 76). Entonces, el cartel petrolero recortará lo que entrega en nada menos que 2 millones de barriles por día, a las puertas del invierno europeo, por lo que el petróleo volvió a subir: el WTI terminó ayer a US$ 87,80 y el Brent a US$ 93,40, y hay analistas que dicen que puede volver a los US$ 100, con Biden y Powell a los gritos, porque eso sostendrá la inflación norteamericana.

Inmediatamente, las tasas largas de los bonos de la Fed volvieron a apuntar hacia arriba: se pagó 4,1% anual a 1 año, 4% a 5 años, 3,8% a 10 años y 3,7% a 30 años. Y, por supuesto, el dólar se transformó en una aspiradora subiendo contra toda la canasta de monedas, llevándola al mayor nivel desde 2002. Ayer, en un solo día, en el exterior el dólar subió 1,4% contra la libra, 1,1% contra el euro, 1% en Chile, 0,5% en Brasil y México y 0,4% contra el yen.

En Argentina jugamos un partido completamente aparte

Estamos encapsulados, ultra cerrados, standalone y a nosotros nos sucede otra cosa. Mientras el dólar global subía, en Argentina se están multiplicando los contratos de dólar futuro que se pactan en el Rofex: hay en este momento la mayor cantidad de inversores que espera una devaluación disruptiva desde fines de 2015, antes de que Mauricio Macri ganara la presidencial y sacara al kirchnerismo

Y ayer se dio una particularidad. Mientras el BCRA acelera el crawling peg (el dólar mayorista sube 6,1% en los últimos 30 días contra una inflación del 7%), los dólares libres mostraron al dólar blue quieto en $282 (“el chiquitaje está sin plata, cubre todos los gastos en los primeros días del mes, y ni siquiera tenemos muchas consultas”, decía un cuevero). Pero los dólares financieros libres estuvieron mixtos: el dólar Senebi subió 42 centavos hasta $312,94, el dólar MEP bajó $2,27 hasta $297,50 y el contado con liquidación subió $1,47 hasta $309,67. Por lo que la brecha entre el oficial y el blue fue del 81% y la brecha entre el CCL y el mayorista fue del 108%.

El Gobierno opera

Pero operadores salieron a destacar que los valores del dólar son intervenidos ya que el Gobierno está operando nuevamente para frenar los dólares libres, rogando que urgente lleguen los fondos del BID y del FMI, que entrarían este viernes. La gran cuestión es que, tras 21 ruedas seguidas de compras, ya sin resabios del dólar soja, el BCRA tuvo que salir a vender US$ 34 millones en el mercado de cambios para frenar la demanda de dólares. Pero como Sergio Massa armó un claustro para las importaciones, en el balance del día el BCRA logró sumar US$ 78 millones a las reservas, con la tasas aún sin cambios (Leliq y plazos fijos pagaron 75% anual) pero con la autoridad monetaria chupando depósitos de los bancos por $31.025 millones en Notaliqs a 6 meses de plazo.

Detrás de esta movida, como la intervención no fue únicamente con dólares sino también con títulos públicos, los bonos argentinos volvieron a bajar: ayer perdieron casi 2%, con el 40% de lo operado en este tipo de papeles concentrado en los bonos GD30 o AL30 que son justamente los que tienen el joystick del movimiento del MEP y del CCL. Y lo más complicado del caso es que el riesgo país volvió a subir, se incrementó en nada menos que 85 unidades, hasta 2.768 puntos básicos, y los operadores se empiezan a hacer la gran pregunta: ¿puede el riesgo Massa ser superior al riesgo Batakis?

Otro semáforo amarillo intermitente

Y por si todo esto no alcanzara para alterar los ánimos, desde Rosario vino otro semáforo amarillo intermitente. Como no hay dólar maíz ni dólar trigo, los choclos están volando. Ayer hubo un salto del 2,9% en dólares para el maíz en el puerto santafesino, mientras que en Chicago el maíz y el trigo no se movieron y la soja bajó 1%. Y el tema no es menor: en el arranque de octubre los alimentos entraron con subas que van del 6 %al 16%, y esta suba del maíz anticipa encarecimiento de alimentos para pollos y derivados, polenta, y otros productos secundarios, por lo que la suba de precios seguirá presionando, y complicando la vida interna del Frente de Todos (FdT).

La presión de árabes y rusos para defender el precio del petróleo, y la consecuente suba de tasas de EE.UU. y firmeza del dólar, provocaron una baja en los metales preciosos. Pero los metales básicos siguen en alza. Y en el panel de criptomonedas el bitcoin mejoró 0,5%, pero el resto de variantes de ese sector está con respuesta muy mixta, ya que siguen apareciendo estafas por doquier e inversores dando un paso al costado, a pesar de que la movida de Elon Musk con Twitter despertó a Doge.

Otro día de saltos

Con toda esa batucada, la bolsa de Nueva York estuvo a los saltos todo el día, con volatilidad extrema, y en el cierre terminó con otra leve baja: el Dow achicó 0,1%, mientras que el S&P y el Nasdaq bajaron 0,2%, nada. Al tiempo que, en plena puja por el balotaje, la bolsa de San Pablo subió 0,8% y la bolsa de México bajó 0,4%. Y a los papeles privados argentinos no les fue mal: con $2.138 millones operados en acciones y $4.301 millones en Cedear, la bolsa de Buenos Aires subió 1,2%. Al tiempo que los ADR argentinas en NY mostraron suba del 6,7% para YPF, alza del 1 al 3% para TGS, Central Puerto y Despegar; con bajas del 1% al 2,3% para IRSA, Bioceres, Cresud, Galicia, Macro, Mercado Libre y Francés.

En medio de tantas idas y venidas apareció un dato que le generó gran alegría al presidente Alberto Fernández. La Asociación de Fabricantes de Autos (Adefa) informó que (pese al bloqueo de neumáticos) tuvo un muy buen setiembre. El mes pasado se exportaron 9% más unidades que en agosto y 40,3% más que en setiembre de 2021. Y la fabricación bajó 3,4% contra agosto pero sube 19,9% contra setiembre de 2021. Por lo que esta Argentina devaluada tiene todo para exportar, solo falta que aparezca el tipo de cambio adecuado, que todo el mundo está esperando, y que el Gobierno teme colocar porque la inflación podría saltar aún más.

Fuente: El Economista