Vientos de cambio para el sistema financiero

 (Por Sergio Galván, Economista Jefe y Gerente de Comunicaciones Corporativas del Santander Río) – El cambio de rumbo en materia de política económica implicará un giro significativo en materia de intermediación financiera en los próximos años. Durante 2016, el tamaño del sistema financiero, medido como el porcentaje de créditos en relación al PIB, alcanzó 12,6%.

Si la medición se realiza a través de los depósitos, dicho cociente se ubicaba en la zona de 18,3%. Independientemente de los números que consideremos, en Argentina la actividad financiera es acotada. En Latinoamérica, la relación entre créditos totales y el tamaño de la economía promedia cerca del 45%.
Durante los últimos años existieron fuertes desincentivos al ahorro en moneda local, fundamentalmente materializados en una tasa de interés que sistemáticamente se ubicó por debajo de la inflación. De esta forma, los agentes económicos tendían a acumular stocks en bienes (incentivando al consumo) o a ahorrar en activos tales como moneda extranjera, inmuebles o bienes durables. Como resultado, el stock de depósitos en el sistema financiero permaneció en niveles relativamente bajos.
Con una tasa de inflación a la baja y políticas económicas que apunten a brindar mayor estabilidad en el largo plazo, la actividad financiera podría reactivarse a un ritmo acelerado y ganar una mayor participación respecto al tamaño de la economía.
A partir de la asunción del nuevo Gobierno, el BCRA viene implementado una política en la que el objetivo principal es bajar la inflación y llevarla a niveles razonables. Ello implica que la tasa real de interés esperada debe ser positiva, haciendo que el retorno por posicionarse en activos denominados en moneda local supere a la pérdida de valor del peso en términos de bienes (inflación).
La instauración de este mecanismo, y la consolidación de la credibilidad del BCRA en su lucha contra la inflación debieran traducirse en renovados incentivos para ahorrar en moneda local. Este constituye el principal factor detrás del desarrollo de un sistema de intermediación, que permita intercambiar consumo presente por consumo futuro, fomentando la inversión y logrando un crecimiento económico sustentable. Puesto de otra manera, el incremento del ahorro a través del sistema financiero permitirá ampliar el stock de depósitos, lo que a su vez implicará una mayor disponibilidad de financiamiento.
Como, a diferencia del pasado, la tasa de interés hoy es función de lo que suceda con la inflación, en tanto se morigere la velocidad de incremento de los precios, la tasa de interés tenderá a reducirse. Esto implica que el costo de financiamiento bajará a lo largo de los próximos años.
La combinación de una mayor disponibilidad de fondeo (por más depósitos) y un menor costo se traducirá en una fuerte expansión del crédito, mucho del cual probablemente estará destinado a gastos, en un país cuyo ratio de inversión a PIB sigue siendo reducido (19,2% del PIB en el 1º trimestre de 2017).
En este contexto, el reciente sinceramiento fiscal representa una oportunidad inmejorable de lograr fondeo adicional. El monto del ahorro de los argentinos que se encontraba fuera del sistema es elevadísimo. Entre agosto de 2016 y marzo de este año se sinceraron casi US$ 117.000 millones, lo que equivale al 90% de los depósitos totales del sistema financiero. Los aún bajos niveles de intermediación financiera representan un alto potencial de crecimiento a la luz de las reformas iniciadas por el Gobierno.
Hacia 2025, el sistema financiero podría converger a un ratio de crédito a PIB cercano a 33% del PIB, cifra cercana a la de países con similar ingreso per cápita. Este crecimiento deberá ser acompañado de un aumento en el capital bancario, el que se dará por una mayor generación de resultados. En parte, la generación de resultados será producto de un proceso de consolidación, lo que debería traducirse mayor eficiencia por un aumento de la escala de los bancos. En Argentina los cuatro mayores bancos privados concentran el 36% de mercado. En la región esta cifra supera el 50%.
Sin embargo, a pesar de que el negocio tenderá a consolidarse, ello no sucederá en detrimento de la competencia. Por el contrario, un mercado financiero con un mayor nivel de desarrollo dará lugar a nuevas oportunidades, que serán objeto de una creciente competencia.
Adicionalmente, ello es estimulado por un BCRA que está disminuyendo y simplificando la regulación, de manera de incrementar la transparencia del mercado financiero. Por último, la irrupción de diversos formatos de bancos digitales y fintechs  supone un desafío a las instituciones tradicionales pero a la vez constituye un fuerte incentivo para su aggiornamiento y la adaptación a una nueva era tecnológica y una nueva forma de relacionarse con los clientes.