Turquía como oportunidad Los mercados podrían estar reaccionando en exceso a la incertidumbre, también en Rusia

Turquía y otros países emergentes están experimentando una intensa depreciación en sus divisas unida a inestabilidad política e incertidumbre sobre cuál será su comportamiento macroeconómico en los próximos trimestres. El panorama está dominado por el aumento del precio del petróleo y la ralentización del comercio internacional: ambas circunstancias afectarían a estas economías muy dependientes del exterior.

La lista de países con debilidades es más o menos extensa dependiendo del criterio considerado, pero hay algunos nombres que no dejan de repetirse: Turquía y Argentina son los sospechosos habituales a los que se unen otros como Rusia, Irán, Brasil, Sudáfrica o Pakistán. Todos ellos presentan grandes retos para retornar a una senda de crecimiento estable y cualquier inversor con un perfil de riesgo bajo o moderado no debería plantearse estas opciones como inversión.

El país con mayores problemas económicos en la actualidad es Turquía, dejando a un lado a economías como la venezolana o algunos países africanos. Su moneda se ha depreciado frente al euro el 62% desde enero y el 34% solo en el último mes. Turquía tiene por delante muchos desafíos y la política económica del presidente Erdogan no parece la más oportuna para afrontarlos. Las dos únicas opciones para atajar la crisis son la concesión de un préstamo por el FMI o el establecimiento de un control de capitales. En el primer caso se exigirían medidas liberalizadoras y en el segundo se agudizaría la política conservadora y aislacionista del Gobierno turco. En cualquier caso la adopción de una u otra medida haría que que la crisis remitiera, al menos de forma temporal.

Goldman Sachs ha lanzado advertencias sobre la fragilidad del sistema financiero turco si la depreciación continuase al ritmo actual unas semanas más. BBVA, el banco europeo más expuesto a Turquía junto con el italiano UniCredit, cae en Bolsa el 10% en el último mes frente al 3,1% del Santander, lo que evidencia cómo castigan los mercados la exposición a la economía turca. A pesar de que actualmente no parezca lo más probable, en un escenario en el que la depreciación no continúe, el BBVA tendría un comportamiento mejor que la media del sector bancario.
Además, en el castigado mercado bursátil turco se encuentran empresas que exportan la mayor parte de su producción como es el caso del fabricante de refrescos Soda Sanayi, cuyas acciones aumentaron en lo que llevamos de 2018 el 57%, por lo que el valor de la acción en euros es solo ligeramente menor que en el comienzo de enero. Otras empresas más expuestas a Turquía han perdido valor para los inversores europeos a pesar de tener un elevado aumento de su precio en liras. Tanto en el caso del banco español como en el de la embotelladora turca encontramos riesgos, pero también oportunidades si estuviéramos ante una sobrerreacción de los mercados.

Por su parte, en Argentina la previsión de recesión o bajo crecimiento durante los próximos trimestres, al tiempo que la alta inflación no se corrige o incluso aumenta, hace que ya se hable de un escenario de estanflación, perjudicial en el largo plazo. A pesar de la política liberalizadora del Gobierno de Macri será difícil que las expectativas de inflación se reduzcan en un contexto en el que los combustibles suben el 5% mensual. El bajo crecimiento en el último año y la inestabilidad cambiaria hacen que la inversión no repunte, por lo que las predicciones económicas son pesimistas tanto en el corto como en el medio plazo.

El peso argentino se ha depreciado el 48% frente al euro en lo que llevamos de 2018 y el real brasileño lo ha hecho cerca del 11%. Tras un periodo turbulento en Argentina durante junio, en el último mes el peso ha mantenido su valor y el real se ha apreciado algo frente a un euro algo débil por la situación en Italia.

El índice bursátil brasileño Bovespa ha subido ligeramente en el último mes, por lo que si se hubieran comprado acciones hace exactamente 30 días y se vendiesen hoy recuperando los euros, se habría conseguido una rentabilidad de casi el 10%. El mercado de divisas y el de acciones habían sobrerreacionado ante las noticias negativas, especialmente en el caso de Brasil donde hubo una buena oportunidad para invertir a pesar de la incertidumbre.

El rial iraní se ha depreciado frente al euro el 11% en lo que llevamos de 2018. La amenaza de sanciones del presidente de EE UU, Donald Trump, no solo para las empresas iraníes, sino para cualquier compañía que haga negocios allí ha hecho que el destino haya perdido atractivo a pesar de la alta rentabilidad potencial. En el último mes el rial iraní se ha apreciado frente al euro el 5% y a pesar de que las expectativas no sean positivas, hoy parece claro que hubo una sobrerreacción que pudo aprovecharse para perfiles con alta tolerancia al riesgo.

Por último, en el caso de Rusia la depreciación del rublo con respecto al euro desde comienzos del año en curso es del 13% y en el último mes, del 4%. De nuevo, como en el caso de Irán, las declaraciones de Trump sobre sanciones en uno o en otro sentido condicionan los movimientos del tipo de cambio, pero dejando a un lado la inmediatez de los titulares, un país en el que petróleo, carbón y gas suponen la mitad de las exportaciones debería mejorar en un contexto de subidas del precio de la energía. Si finalmente las sanciones no se materializan o son menores de lo esperado el rublo estaría siendo excesivamente castigado, como sucedió con el real brasileño o el rial iraní.

Los mercados de divisas son arriesgados, especialmente en el caso de países emergentes, y es difícil predecir qué sucederá en el largo plazo. Sin embargo, el comportamiento reciente de Brasil e Irán y la aparente sobrerreacción negativa en Rusia y Turquía muestran como incluso en un escenario pesimista es posible encontrar oportunidades.

Fuente Cinco Días