Startups argentinas en 2020: ¿Qué se observa en el horizonte?

Startups argentinas en 2020: ¿Qué se observa en el horizonte?
Tomás Rodríguez Ansorena
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Aunque la pandemia empeoró el panorama de una economía golpeadísima, la aceleración digital abrió una puerta para emprendimientos tecnológicos. De fondo, la suspención de las SAS genera dudas en algunos proyectos y el surgimiento de nuevos.

El e-commerce tarde más de 20 años en llegar a niveles de penetración del 12% o el 15% en Estados Unidos. Y, en apenas un par de semanas, superó el 30%. Para Hernán Kazah, ex MeLi y uno de los fundadores de Kaszek, el principal fondo de capital de riesgo  de la región, la pandemia comprobó la tesis general que guía a sus inversiones: que la tecnología va a estar cada vez más  metida  en el día a día de las personas y  las  empresas. “Hoy en día, los CEO manejan compañías desde la cocina de sus casas. Gracias a la tecnología, tenemos entretenimiento y muchos pudieron seguir trabajando o estudiando. Sin hablar de cómo la tecnología está ayudando en el rastreo de contagios y la búsqueda de una vacuna”. En Argentina y en todo el mundo, aunque con matices, las startups basadas en tecnología se encuentran en un cruce paradojal: “Por  un  lado,  el viento de cola de la digitalización, y por el otro, el viento de frente del contexto macroeconómico global”. 

En ese esquema, algunos sectores  están mejor parados que otros, y Kazah señala tres posiciones: en el turismo  y algunos  servicios, el viento de frente es claramente más  fuerte. Las fintech están en el medio: “Los pagos online están volando por los  aires,  pero  la pata de crédito está más complicada. Las empresas tienen menor capacidad de repago que  hace tres meses”. Por último, entre los sectores que se vieron claramente más beneficiados, destaca al e-commerce, la educación a distancia, la telemedicina y, quizás más tapadas, empresas de software B2B, aquellas que permiten funcionar a otras compañías en este contexto. En el balance para el dinámico sector de las compañías tecnológicas, “el viento de cola más que compensa el parate del mundo”. 

La directora ejecutiva de Endeavor Argentina, Julia Bearzi, coincide en que “hay una oportunidad muy grande  para emprendedores que mejoren la economía digital”. Y agrega que “las empresas que no puedan subirse a la transformación digital y quieran seguir operando de la misma manera que previo a la pandemia no creo que subsistan”. Al frente de la organización que “nace con la misión de  apoyar estratégicamente a los fundadores de empresas de alto impacto de países en desarrollo”, Bearzi conoce de primera mano la  actualidad de los emprendedores argentinos. Afirma que “la gran mayoría han encontrado la forma de seguir generando flujo de caja para atravesar este momento” y que, como buenos argentinos, “están más acostumbrados a hacer cambios sobre la marcha y lidiar con la incertidumbre”. En  Argentina,  agrega,  “la única  constante  es el cambio y, si miramos en retrospectiva, los emprendedores han sido  por demás  creativos y resilientes. En momentos donde todo  parecía perdido, hubo emprendedores que lograron crear empresas que hoy nos representan en el mundo y generan miles de puestos de trabajo”.

Al filo del mañana

El universo de  emprendedores  es amplísimo, y Daniel Triarico, presidente de  la  Asociación de Emprendedores de Argentina, los divide en dos grupos: los llamados “dinámicos”, y los emprendimientos pyme. Los primeros tienen base tecnológica, “generan alto impacto y tienen capacidad para crear empleo de calidad en muy poco tiempo”. Los segundos son los más golpeados por la crisis del Coronavirus y son los que “mueven la economía real”: “cafés, cervecerías, pequeños comercios locales, esos son los que más están sufriendo”. Triarico explica que, aun antes del COVID-19, 8 de cada 10 emprendimientos no superaban los primeros cinco años de vida: el conocido “valle de la muerte”. Hoy, cree que el promedio supera los 9 sobre 10,  y  de hecho una encuesta reciente de su organización estima que un 35% de las pymes tienen pensado cerrar. 

Para las compañías más dinámicas, el panorama es complejo pero las oportunidades son más. “La gran mayoría de  los  emprendedores  de la red Endeavor han encontrado  la  forma  de seguir generando flujo de caja para atravesar este momento», afirma Bearzi, y destaca cómo, por ejemplo, Turismo City se reconvirtió para ofrecer servicios de software y marketing, que no forman parte de su core pero son áreas donde son expertos. “El impacto depende del runway sobre el que cada empresa, según su tamaño, se pueda apalancar, y también la rapidez en las acciones tomadas apenas emergió esta crisis”, afirma. 

En los últimos 10 años, el florecimiento de startups basadas en tecnología estuvo fuertemente apalancado  por la sobreliquidez  global y el crecimiento del venture capital, que canalizó fondos frescos para compañías prometedoras. “Los inversores de tecnología seguimos activos”, afirma Kazah. “Los VC invertimos pensando 10 años para adelante. Obviamente este es un bache en el camino (uno grande y sin precedentes, como dicen), pero no creo que  esto vaya a durar 10 años. Dicho eso, si una compañía en el contexto actual realmente está sufriendo, de mínima va a  tener  que conseguir capital en términos menos convenientes que los que hubiera obtenido en situaciones más fáciles”. 

El impacto de la crisis del  Coronavirus es por ahora muy notable en el lanzamiento de nuevos proyectos. El “nerviosismo” de los mercados aún es evidente, y las ideas tardarán en encontrarse con el respaldo que les permitan volverse realidad. Daniel Tricarico dice que los flujos de inversión por ahora están orientados  al “follow up” de proyectos existentes pero que por ahora no se observa movimiento en los nuevos: “Para los emprendimientos dinámicos va a estar muy difícil levantar capital”, destaca. Lo mismo aplica para los fondos públicos, que en todo el mundo son fundamentales para la recuperación de una crisis que se perfila peor que la de 2008 y la de 1929. Como dice Kazah: “En 2008 no dependías de un virus sino de una serie de decisiones económicas. Ahora la incer- tidumbre es mucho más grande”. 

¡Zas! 

El surgimiento de nuevos emprendimientos dinámicos en Argentina tiene otras contingencias además de la crisis económica. Así lo explica Julia Bearzi: “Durante 2016-2017 se tomaron ciertas medidas, como la ley de  la economía  del conocimiento, el fondo fiduciario para el desarrollo del capital emprendedor (Fondce) y la Ley de Emprendedores que comprendía a las SAS (Sociedad de Acciones Simplificadas), que facilitaban la  creación de empresas en 24 horas. Este escenario fue muy esperanzador y generó que se creen nuevas empresas. Hoy en día, el ecosistema no cuenta con ninguna de estas tres iniciativas que apoyaban al emprendedorismo en todas sus áreas; recién hace unas semanas resurgió una media sanción del proyecto de Ley de Economía del Conocimiento, pero su  futuro es incierto”. 

Con el apoyo del Inspector General de Justicia Ricardo Nissen y autoría del senador Oscar Parrilli, en junio obtuvo media sanción un proyecto de suspensión del régimen SAS por 180 días para la creación de un registro que permita mayor control del Estado. El proyecto elimina la digitalización para regresar al papel y termina con una solución “mucho más rápida, más fácil y más económica, un vehículo muy útil”, según Tricarico. “Es realmente  preocupante”,  afirma. “Desde que se sancionó la ley de emprendedores en 2017,  se crearon 30.000 SAS, con 50.000 puestos de empleo directos. Hoy, uno de cada dos emprendedores eligen las SAS, lo que ha ido en detrimento de las SA y SRL, que es lo  mismo  que pasa en la  región:  el modelo  nació  en  Francia y hoy, con distintos formatos, es muy fuerte en México, Chile y Colombia”. 

Entre los argumentos para terminar con este modelo se esgrime que facilita  la evasión  fiscal y el lavado de activos. Pero “Pablo Escobar nunca necesitó una SAS”, es lo que responde Tricarico. “Si esta ley avanza, estamos ahogando al talento argentino. ¿Cómo vamos a hacer para que haya más empresas si no les damos el vehículo adecuado? No se puede ignorar que un emprendedor dinámico se toma un Buquebús y la abre automáticamente en Uruguay”. Entre los varios ejemplos de SAS exitosas que menciona Tricarico, se destaca Neokit,  una firma argentina que logró desarrollar un kit para testeo rápido de COVID-19 en asociación con el CONICET. “Las SAS lograban que no necesites de ningún intermediario. Este formato empoderaba a los ciudadanos. Y podía hacerlo en forma online sin ningún intermediario. No entendemos por qué se está haciendo esto”. 

Fuente: Forbes