Señales confusas al exterior agregaron un dato sensible a una agenda política marcada por la pandemia y la campaña

Señales confusas al exterior agregaron un dato sensible a una agenda política marcada por la pandemia y la campaña

La semana política mostró ya de manera evidente el inicio de los movimientos de campaña, con la reaparición pública de Cristina Fernández de Kirchner y las pulseadas internas en la oposición. Y también el coronavirus siguió en el centro, con nuevos cruces en torno de las vacunas. Pero un dato significativo lo constituyeron las señales en el plano externo, con gestos confusos en materia económica y de derechos humanos.

En materia de negociación de la deuda, se registró el primer contacto formal entre Martín Guzmán y el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos. El hecho fue calificado como muy positivo por voceros de Economía. El papel del gobierno de Joe Biden es crucial para avanzar con el FMI y a la vez, con el Club de París.

Precisamente en torno de esos temas rondó el diálogo de Guzmán con el subsecretario del Tesoro, Wally Adeyemo. Según el comunicado oficial de ese organismo, el funcionario le planteó al ministro argentino la necesidad de establecer un “marco de política económica sólido” para afirmar el camino a un respaldo de Estados Unidos en las tratativas con el Fondo.

El mensaje pareció claro. Pero la reacción oficial no fue homogénea. A la valoración de Economía siguió una frase de malestar de la vicejefa de Gabinete, Cecilia Todesca. “Cuando dicen que no hay un plan económico sólido es porque no es el plan económico que ellos quieren”, dijo.

Antes se había registrado el caso de la posición argentina frente al cuadro planteado en Nicaragua. La OEA condenó “inequívocamente” el arresto de 13 dirigentes opositores al gobierno de Daniel Ortega en las últimas semanas, incluidos cuatro candidatos a la Presidencia para las elecciones del 7 de noviembre, y pidió su “inmediata liberación”. La Argentina se abstuvo.

La Cancillería argentina, a cargo de Felipe Solá, justificó la posición en base al “principio de no intervención en asuntos internos de otros países y destacó la inconveniencia de “imponer pautas desde afuera o de prejuzgar indebidamente el desarrollo de procesos electorales”. Resultó llamativo frente a pronunciamientos críticos de Alberto Fernández en relación con Colombia o Chile. Y se produjo después de los gestos hacia Venezuela.

En cambio, Sergio Massa expresó otra visión y lo hizo en Washington, en el marco de una visita a Estados Unidos que según difundieron sus voceros incluyó señales sobre la negociación con el FMI y el caso de las vacunas de Pfizer.

“Ni en Nicaragua ni en ningún país de la región podemos tolerar presos políticos”, dijo el presidente de la Cámara de Diputados. Sus definiciones, que no cayeron bien en el kirchnerismo duro, pusieron de relieve las distintas visiones dentro del oficialismo sobre este punto, como parte de una interna más amplia.