Mercosur-UE: prevén 15 años de plazo para liberar “sectores sensibles”

Mauricio Macri lo tiene decidido: para octubre de 2019, cuando la sociedad decida si habrá un nuevo período presidencial hasta 2023, el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea (UE) debería comenzar a regir y los primeros sectores liberados ya operativos. Como además estos serían en su mayoría europeos (la UE propone más rubros liberados desde el año 0 que el bloque sudamericano), Macri mostraría ante los votantes que los primeros resultados positivos del acuerdo serían para el país. Esto es, más exportaciones hacia Europa, que importaciones hacia la Argentina. Para que este cronograma se cumpla, el Mercosur y la UE deberían firmar el tratado «político» y luego esperar a que todos los parlamentos (incluyendo los 26 estados que forman la UE) lo ratifiquen. Macri es optimista y afirma que este proceso será rápido (especialmente en el país) y en un año se estarán redactando los primeros acuerdos reglamentarios entre los bloques. Ayer se produjeron las rondas de discusiones más febriles en 20 años para que todo este panorama sea real. Las negociaciones se dieron cara a cara entre los representantes del Mecosur y los europeos, con carpetas de más de 200 rubros generales y particulares sobre la mesa en los diferentes salones del Palacio San Martín, la sede elegida por el Gobierno argentino para discutir el acuerdo en medio de la reunión de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Por Argentina negocian en dos bloques, con el ministro de Producción, Francisco Cabrera, a la cabeza. En la mesa están también el secretario de Comercio Miguel Baun y el subsecretario de Comercio Exterior, Shunko Rojas. Por la cancillería participa, Horacio Reyser, el secretario de Relaciones Económicas Internacionales; y, se comenta, la voz de Mauricio Macri en la mesa de discusiones. La foto hasta anoche del tratado habla de más del 90% de los sectores ya cerrados y un 10% muy problemático que, de no llegarse a un acuerdo, se colocaría en un «paraguas» para negociarlo en los próximos meses. Para mediados de 2018, antes que el tratado llegue a todos los Congresos, debería ya haber acuerdo también en los temas aún abiertos.
Plazos: el esquema de rebaja de aranceles a cero será gradual y tendrá cinco opciones dependiendo del grado de sensibilidad del sector que se trate. Será de 0, 4, 8, 10 y 15 años y sólo en casos especiales y negociados entre las partes habrá protecciones especiales que permanecerán fuera del acuerdo. La UE promete que el 80% de los rubros estarán abiertos automáticamente para ser exportados a Europa. En el caso del Mercosur serán pocos los que tendrán arancel 0 desde el primer año de vigencia de acuerdo.
Sectores casi definidos. Los rubros donde el acuerdo ya está cerrado o a punto de llegarse a un acuerdo son máquinas, aparatos, artefactos de precisión, ópticas y químicos, alimentos elaborados, vehículos en general y autopartes. En estos casos la apertura se definiría entre 0 y 5 años, y los aranceles bajarían del 35% a 0 de manera gradual.
Rubros problemáticos. Aún no hay acuerdo en la apertura europea de commodities, especialmente granos, frutas, verduras y aceites. Se negocia que la UE admita cupos más amplios que los ofrecidos; o que formen parte del «paraguas» a continuar negociando. Los países duros en el bloque de la UE son Polonia, Irlanda y, fundamentalmente, Francia. En el caso de la carne, la situación es dual. Si bien los cupos ofrecidos por la UE son mucho menores a lo que reclama el bloque sudamericano por lo bajo se dice que desde la Argentina hay cierta conformidad con la propuesta europea. Sucede que en los años del kirchnerismo al país le costó cumplir con la exigua cuota actual, y que una ampliación de esta de manera inmediata (aunque sea mínima) será bienvenida. El problema en el caso de la carne es Brasil, que tiene una industria potente con gran capacidad exportadora. Por el lado local, los sectores más sensibles son los textiles, calzado y plásticos (especialmente en el caso de las pymes).
Laboratorios. La Argentina está dispuesta a proteger a los laboratorios locales y no exponerlos a una competencia directa contra la importación extranjera. La posición del Mercosur es sostener los acuerdos de la OMC, y que no ingresen en la discusión del tratado de libre comercio. Obviamente la alternativa no convence a los europeos que consideran fundamental que se incluya este rubro. Una forma de negociar será el eventual pago de «royalties graduales» a discutir entre las partes.
«Denominación de Origen». Argentina deberá aceptar que se incluya este capítulo en el acuerdo pero reclama discutir uno a uno los productos a los que se les respetarán las «indicaciones geográficas». Se sabe ya que una vez puesto en vigencia el acuerdo el queso roquefort deberá llamarse «azul» y que las «champagnas» serán espumantes. Más complejas son las negociaciones con casos como el «reggianito», el «parmesano» o diferentes variantes de vinos, aceites y lácteos.
«Reglas de origen». En las negociaciones se las llama «normas anti Zara». El Mercosur reclama que esté claro que no se le permitirá ingresar prendas textiles, calzados, juguetes, etc, fabricados en China o cualquier mercado de oriente y levemente modificados en Europa. En la mira está Zara» la textil con presencia en el país, famosa en el mundo por ser acusada de dumping y de violar esas «reglas de origen. «No queremos chinos disfrazados de europeos», fue una de las frases en las discusiones de ayer en el Palacio San Martín.
Servicios Financieros. La UE presiona por liberar este mercado, situación que no influye en el país (está abierto desde los 90 y nunca se cerró), pero sí en Brasil. La presión europea es que se quite la obligación de tener un socio brasileño para radicar un banco en el país vecino.
Nueva Economía. La UE pide que se incluyan estas empresas. Para Argentina es un riesgo, ya que compañías como Despegar o Mercado Libre, con presencia importante en Brasil, pasarían a competir sin aranceles contra gigantes europeos del rubro.
Fuente: Ámbito Financiero