Lanzan la vivienda que se auto-construye apretando un botón

Lanzan la vivienda que se auto-construye apretando un botón

La idea parecía descabellada, pero David Martyn no lograba sacársela de su cabeza. Harto de que sus cuatro hijos se dejaran la nómina en el alquiler de sus viviendas en Londres (1.400 euros mensuales por un apartamento de una habitación), decidió poner todo su conocimiento y experiencia como arquitecto al servicio de un proyecto que intentara acabar con la dinámica especulativa del mercado inmobiliario. ¿Cómo? «Permitiendo a los jóvenes tener una casa sin necesidad de comprar el terreno ni tener la obligación de permanecer en el mismo sitio para siempre. Si separamos la vivienda del suelo, el ahorro puede ser de un 30%», calculó Martyn.

Consultó con ingenieros y debatió con colegas de profesión aquel modelo de casa que tenía en su mente. Pero aquellos bosquejos en papel al más puro estilo origami solo recibieron críticas. Se burlaron de sus bocetos y cuestionaron que los cálculos empleados fueran los correctos. «Aquel diseño de casa plegable no funcionaría», le advirtieron.

Pero este arquitecto de 58 años y con media vida en el oficio hizo oídos sordos; trasladó sus diseños del papel al cartón y de ahí a la madera. Tras dejarse «una fortuna» en prototipos, finalmente patentó su idea. Desde aquel momento, empezaron a tomarle en serio y a creer que aquel invento podía ser una realidad. Contra todo pronóstico, así fue.

El montaje de las casas no requiere tecnología. «Solo es cuestión de física»

En 2011, David Martyn funda Ten Fold Engineering con cuatro millones de libras procedentes de fondos privados. Su sueño de una vivienda que pudiera montarse como una pajarita de papel y desplegarse con solo apretar un botón estaba ya más cerca. Pero tuvo que trabajar siete años codo con codo con cuatro ingenieros para que aquel proyecto dejara de ser un producto de su imaginación.

Y así, sin ladrillos, sin cimentación y sin grúas fue como este arquitecto desarrolló una estructura modular de auto-despliegue capaz de convertir sus 9 metros de largo, por 2,44 metros de ancho y 2,98 metros de altura en una vivienda de 64 metros cuadrados de espacio habitable, con toda la red eléctrica instalada, con muebles adaptados a la versatilidad de la infraestructura e, incluso, con la posibilidad de albergar paneles solares para ser energéticamente autónoma. Así, basta con pulsar un interruptor y esperar a ver cómo en apenas diez minutos se despliegan techos y paredes hasta adoptar la forma de una casa. Ni última tecnología ni personal especializado, porque, como dice su creador, «solo es cuestión de física». «Un sofisticado sistema de tornos, palancas y contrapesos permite que cada parte de la estructura alcance su posición por medio de la gravedad», explica.

Para el fundador de Ten Fold Engineering, este nuevo concepto de vivienda podría transformar el sector de la construcción por diversos motivos. Primero, porque la estructura puede montarse en cualquier lugar, pero también porque no requiere de cimientos, ni gremios, ni vehículos ni materiales de construcción. «Al poder enviar estas viviendas a cualquier parte del mundo por camión o por aire, se podrían reutilizar terrenos que de otra manera permanecerían infrautilizados, como parcelas industriales abandonadas o, incluso, aparcamientos», desliza Martyn. Estaba convencido de que su proyecto podría solucionar en parte la «crisis» de la vivienda británica, pero asegura que, para su sorpresa, «el Reino Unido ha sido el país que menos se ha interesado en mi compañía, a diferencia de países como Nueva Zelanda, Australia y EE UU».

El primer cliente

No obstante, ha sido una empresa europea, la holandesa G3 Festivals, especializada en alojamientos y en el montaje de infraestructuras para festivales, la primera en adquirir estos ‘transformers’ por unos 115.000 euros. Y es que su rapidez de montaje los hacen «idóneos» en situaciones de emergencia y en otros usos relacionados con el entretenimiento.

Al invento británico hay que sumar otras intentonas, algunas recientes como la llevada a cabo en 2017 por el innovador arquitecto italiano Renato Vidal. La vivienda MADI (‘Modulo Abitativo Dispiegabile’ o Módulo Habitable Desplegable) es ecológica, modular y antisísmica. Son los tres pilares básicos sobre los que se levanta esta casa de madera prefabricada que en apenas seis horas puede estar lista para entrar a vivir.

Con tres tamaños disponibles (27, 56 y 84 metros cuadrados), su estructura en forma de ‘A’ está formada por perfiles y tubos de acero (pre-tratados para resistir a la corrosión) y bisagras especiales que garantizan el movimiento de apertura y cierre de una forma rápida. Montaje sencillo y un precio que roza los 27.000 euros. Dice Antonio Herrero, profesor de Proyectos Arquitectónicos de la Universidad de Sevilla, que poder estrenar una casa en tan solo unas horas y con un coste así puede parecer una «locura irrealizable».

Pero no lo es, porque pese al ingenio demostrado por estos arquitectos, la idea de casas móviles, ligeras y transportables no es nueva. «Desde que Henry Ford popularizara el automóvil en 1907, ya hubo autores que empezaron a preguntarse por qué el coche no podía ser algo más. Y así fue como, a finales de los años 20, se empiezan a construir los primeros prototipos, que hoy serían lo más parecido a las ‘roulotte’», explica Fernando Pérez del Pulgar, arquitecto del estudio 969 y profesor de Proyectos Arquitectónicos en la Universidad de Málaga (UMA).

En su opinión, este tipo de viviendas pueden ser soluciones «muy buenas» para muchas situaciones que entrañen cierta temporalidad, como en casos de llegada masiva de inmigrantes o ante catástrofes naturales, pero «la historia nos ha enseñado que no es una solución global a todos los problemas de la vivienda», apunta.

Tras acabar la Segunda Guerra Mundial, el sector se dio cuenta de que este tipo de inmuebles no llegarían a ser nunca una competencia para la vivienda habitual. «Al finalizar la contienda, el arquitecto Jean Prouvé ideó edificios prefabricados para dar respuesta a la grave carestía inmobiliaria y se encontró con una gran desafección por parte de la población, porque asociaba estas construcciones con personas pobres o con pocos recursos económicos», expone Pérez del Pulgar.

«Un trasto inservible»

Dice este experto en arquitectura móvil que las personas son seres sociales y culturales y «aunque a veces nos cueste reconocerlo, a todos nos gusta vivir en una casa donde se nos identifique con un cierto estatus social y que tenga suficiente solidez. Si está hecha con ladrillos nos parece más segura», apunta.

Pero por encima de todos estos aspectos socioculturales, para este arquitecto hay algo «mucho más importante», una razón por la que estas viviendas móviles nunca serán una competencia para las tradicionales, y es su valor especulativo. «A diferencia de un coche, que se devalúa con el paso del tiempo, los inmuebles se compran con la esperanza de que duplicarán su precio de mercado transcurridos unos años. Una casa sobre ruedas difícilmente verá incrementado su valor, porque no tiene arraigo a un suelo en la ciudad, que es el que determina su coste».

Antonio Herrero admite que estos modelos de viviendas suelen ser «espectaculares» en sus planteamientos y desarrollo, «pero no dejan de ser un artilugio complejo, de limitado uso y difícil mantenimiento». Vaticina que dilataciones, rozamientos, erosiones y desgastes «harán de la vivienda un trasto inservible en poco tiempo».

En 2011, David Martyn funda Ten Fold Engineering con cuatro millones de libras procedentes de fondos privados. Siete años después, y tras haber trabajado con cuatro ingenieros, logra dar forma con éxito a la casa plegable que había ideado.

euros. Es el coste de una casa plegable de la compañía Ten Fold Engineering de 64 metros cuadrados, con la instalación eléctrica y los muebles incluidos. Dice su creador que el ahorro es de un 30% en comparación con una vivienda convencional, cuyo precio está ligado al del suelo. Otros prototipos

La idea de construir casas plegables no es nueva. Nunca hasta ahora se había hecho tan rápido ni tan fácil, pero en 2017 el arquitecto italiano Renato Vidal también creó otro prototipo de casa plegable modular y antisísmica. En seis horas y sin apenas conocimientos de montaje, la casa está lista para entrar a vivir. ¿Su precio? 27.000 euros.

Utilidad

Las grandes ventajas de estas casas son que las monta uno mismo y se las puede llevar a cualquier otro lado en un camión. Son apilables y su estructura modular permite al cliente elegir el diseño de vivienda en el que quiere vivir. Puede instalar paneles solares, baterías e, incluso, una planta para tratar las aguas residuales.

Fuente: Ideal, España