La UIA respaldó el plan impositivo, pero espera algunos cambios

“Fue una semana terrible”, se quejó el industrial, mientras se alejaba en la encapotada tarde de ayer, con paso cansino y charlando con otros colegas por la Avenida de Mayo. “Nos dejaron fuera de la Libertadores, perdimos el superclásico y encima nos suben los impuestos y nos bajan 30% el precio del etanol”, enumeró. Fanático de River, el empresario azucarero de la provincia de Tucumán se repartía entre la broma y el lamento.

Acababa de escuchar a los ideólogos de las reformas tributaria y laboral en la sede de la Unión Industrial Argentina (UIA). Había sido parte del roadshow que el Gobierno comenzó la semana pasada, pero que por primera vez llegó a una entidad tan representativa y federal, que agrupa a todos los sectores, los beneficiados por los cambios y los otros, los que ya se consideran perjudicados por las medidas que se discutirán desde el próximo lunes en el Congreso.

En la entidad fabril hubo ayer un fuerte respaldo a las reformas encaradas por el Poder Ejecutivo. Sin embargo, los industriales reclamaron algunos cambios, sobre todo en los impuestos internos, que golpearán a las industrias del azúcar, bebidas alcohólicas (vino, cerveza y otras) y a la electrónica de Tierra del Fuego. También cuestionaron modificaciones laborales: creen que los incentivos para regularizar sólo llegarán para los mínimos exentos, cuestionan que la alícuota de las cargas sociales para la industria sube (pero para los servicios baja) y que se elimina el crédito fiscal sobre las cargas sociales que hay por zona. Esto generará –dicen– algún sobrecosto por región.

“Va a beneficiar a la producción. Con esto [por las reformas] va a haber más inversiones y más empleo”, afirmó en conferencia de prensa Miguel Acevedo, presidente de la UIA. Lo acompañaba Daniel Funes de Rioja, experto de la entidad fabril en cuestiones laborales y presidente de Copal (entidad que agrupa a las empresas alimentarias).

En la reunión previa, a la que asistieron el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne; el de Trabajo, Jorge Triaca, y el de Producción, Francisco Cabrera, habían estado también los representantes de las entidades regionales. Dujovne presentó los cambios previstos, sin letra chica, y se retiró. Triaca y Cabrera se quedaron a escuchar las disidencias. También participó el secretario de Industria, Martín Etchegoyen.

Funes de Rioja fue uno de los primeros en hablar frente a los funcionarios. Su discurso se había consensuado con cerca de 60 empresarios del mundo de la alimentación anteayer en la sede de Copal. Básicamente, el abogado criticó que cierta “ideología” del Ministerio de Salud marcara el camino impositivo y definiera alimentos “saludables o no saludables”. Para el sector, allí se ve la mano de la temida directora de Promoción de la Salud y Control de Enfermedades No Transmisibles, Verónica Schoj. Funes habló de “dietas o hábitos saludables o no saludables” y no de productos. Adrián Kaufmann Brea, de Arcor, reforzó esa visión. En la reunión de Copal –cuentan– Gustavo Lazzari, empresario de chacinados, era quien había alertado que, con esa definición, en un futuro hasta el salamín podría quedar como un “alimento no saludable”. La broma derivó en que podrían gravar “hasta la picada”. Esa definición, criticaban en la UIA, “no pertenece a la OMS”, cuestionaron.

La vitivinicultura, más allá de rumores desmentidos sobre una marcha atrás en las últimas horas, será recibida hoy en el Palacio de Hacienda. Allí estarán empresarios y también Alfredo Cornejo, gobernador mendocino (ver aparte). En tanto, en silencio, los empresarios de la electrónica de Tierra del Fuego se encontraron ayer en Hacienda con el Gobierno para analizar opciones. “Tienen una gran determinación, pero están abiertos al diálogo. Estamos trabajando en una propuesta”, contaron en el sector.

“No ha habido un compromiso de bajarlos [por los impuestos internos]”, dijo Funes de Rioja en la conferencia de prensa. Cuestionó además el impacto de Ingresos Brutos y las tasas municipales, y la litigiosidad. Acevedo afirmó que el Gobierno escuchó y que todo se debatirá en el Congreso. “Apoyamos los ejes de la reforma, más allá de que hay gradualismo en los beneficios yshock en algunas medidasque perjudican alas economía s regionales”, cuestionó.

Antes de irse, Triaca también hizo un chiste: “Ustedes son más mangueros que en la CGT”, chicaneó.