La quinta revolución industrial se abre paso: IA, 5G, cobots, metaverso; sostenibles

La quinta revolución industrial se abre paso: IA, 5G, cobots, metaverso; sostenibles

La siguiente etapa tecnológica estará marcada por una explosión de innovaciones gracias a la convergencia de los distintos desarrollos de la cuarta revolución industrial pero, al mismo tiempo, el crecimiento y el progreso llegarán de la mano de conceptos como sostenibilidad, cuidado del medio ambiente y respeto a los derechos humanos. Pratik Gaurim, emprendedor, CEO de 5th Element Group en India y uno de los primeros en acuñar el término quinta revolución industrial sostiene que “empresas, filántropos, emprendedores sociales y entidades sin ánimo de lucro trabajarán juntos para diseñar soluciones que maximicen los beneficios empresariales y el progreso, pero sin comprometer aspectos como el cambio climático y los valores humanitarios”.  

Según el paper Welcome to Industry 5.0 de Universal Robots, la industria 5.0 devuelve la batuta a la mano humana. Esta revolución tecnológica pretende potenciar la transformación del sector industrial en espacios inteligentes basados en el internet de las cosas y en computación cognitiva. En este sentido, esta tecnología trata de unir máquinas y humanos o, en otras palabras, desarrollar la inteligencia artificial para que pueda realizar procesos similares a los que ejecuta el pensamiento humano. “La industria 5.0 pone el énfasis en la colaboración entre máquinas y humanos para mejorar la productividad y la eficiencia”, sostienen desde la firma de automatización Oasys.

La quinta evolución industrial

Ejemplos de esta quinta revolución industrial que se abre paso son los fondos del Plan de Recuperación Next Generation EU que buscan reconducir los beneficios de la cuarta revolución industrial hacia un crecimiento sostenible, resiliente y en los que además de maximizar la eficiencia se garantice la seguridad y el control en la cadena de suministros tanto de bienes como de materias primas. De hecho, los objetivos de las grandes economías del mundo son lograr la neutralidad de emisiones en 2050 y en el caso de China en 2060. Los pilares de esta quinta revolución industrial pasan, además, por los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas.

Sin embargo, cada revolución industrial implica también una transformación de los empleos y una destrucción de miles de ellos. Según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Oxford y Deloitte publicado en 2015 sostenía que alrededor del 35% de los trabajos actuales en el Reino Unido corren un alto riesgo de digitalización hasta 2035. Es decir, reducir tareas repetitivas y poco productivas con el objetivo de que la tecnología esté al servicio de la felicidad humana. Marc Benioff, presidente y cofundador de la compañía de computación en la nube Salesforce, defendió en la última reunión del Foro Económico Mundial que la ética debe ser el núcleo de la quinta revolución industrial. La tesis de Benioff sostiene que esta nueva etapa debe afrontar la construcción de un mundo mejor, no más eficiente ni más productivo.

Comercializar el espacio

Entre los avances tecnológicos que vislumbran los expertos en inteligencia artificial y digitalización para la siguiente revolución destaca la comercialización del espacio. La profesora invitada en el Imperial College de Londres Inma Martínez cuenta con un libro llamado “La quinta revolución industrial: Cómo la comercialización del espacio se convertirá en la mayor expansión industrial del siglo XXI” en el que apunta que la mayor disrupción de la siguiente época será la explotación del cosmos.

En 2018, Virgin Galactic ya hizo historia con su primer vuelo espacial tripulado al despegar su nave espacial suborbital SpaceShipTwo desde California y alcanzar una altura de 82,7 km de altura. El 11 de julio del pasado año, Virgin Galactic realizó el primer viaje espacial tripulado por su fundador Richard Branson, adelantando así a competidores como Jeff Bezos (Amazon) y Elon Musk (SpaceX). Su cohete Unity despegó desde Nuevo México (Estados Unidos) para pasar un momento de ingravidez fuera de la Tierra. Tras una hora regresó de manera segura a la superficie del planeta.

Otros proyectos futuribles en los que trabaja SpaceX son el hyperloop, que es un sistema de tubos sellados, a través de los cuales un objeto puede viajar sin resistencia al aire o a la fricción, transportando personas u objetos a alta velocidad, reduciendo drásticamente los tiempos de viajes en distancias de medio alcance. The Boring Company, también de Elon Musk, trabaja, por su parte, en un proyecto de túneles subterráneos para la circulación de vehículos eléctricos.

Entre el Covid y la guerra

Mientras todo ello llega el desarrollo tecnológico se enfrenta a desafíos más a corto de plazo. La coyuntura está marcada por la inflación, el final del Covid-19, la guerra entre Ucrania y Rusia, la crisis energética y la ruptura de las cadenas globales de suministro, en especial, por China. “La fragilidad de los sistemas de abastecimiento mundial se ha visto amplificada recientemente, primero con el inicio de la guerra en Ucrania y luego con la paralización del puerto de Shanghái debido a los cierres imprevistos de China.

La pandemia y la guerra han catalizado un fenómeno estructural que ya estaba en marcha y que pone de manifiesto la necesidad de diversificar las cadenas de suministro en varios países para evitar la concentración de la producción en muy pocas zonas geográficas”, subraya Diego Franzin, responsable de estrategias de cartera en Plenisfer Investments (Generali Investments).

Desde la gestora italiana apuntan que la tendencia de la deslocalización está destinada a acelerarse y ponen, como ejemplo, los planes de inversión de la compañía estadounidense Intel en Europa. La tecnológica anunció recientemente una inversión de 80.000 millones de euros en Europa durante los próximos diez años, con tres nuevas fábricas (dos en Alemania y una en Italia) que se construirán desde cero.

Destinada a acelerarse

Según un informe de Allianz, de unas 1.200 multinacionales con sede en EEUU, Reino Unido, Francia, Alemania e Italia, «el 15% está considerando la posibilidad de devolver la producción al país de origen, y alrededor del 30% podría trasladar algunas plantas a países vecinos y/o amigos». En Europa, en 2021 ya se produjeron 565 casos de deslocalización en los que participaron empresas italianas, francesas, inglesas y alemanas, recoge el Centro Studi Srm.

La tecnología tampoco es ajena al momento económico de desaceleración y muestra de ello es la corrección que han tenido la mayoría de compañías del sector en bolsa a cuenta de la subida de tipos de interés. Un mayor coste del dinero implica menos inversiones y una menor liquidez, lo que resta potencial a este tipo de empresas.

“En 2020, e incluso en años anteriores, la tecnología se consideraba un refugio defensivo, como el sector de los productos básicos. El gasto en tecnología se percibía como 100% estructural con una beta baja a la economía (es decir, baja sensibilidad cíclica). Ahora la percepción es algo diferente, ya que el mercado recuerda que sólo las aplicaciones críticas, como la modernización de las cadenas de suministro o la ciberseguridad, seguirán registrando un fuerte gasto”, recuerda Jacques-Aurélien Marcireau, gestor del Edmond de Rothschild Fund Big Data.

Fuente: Estrategias de Inversión