La falta de dólares pone en duda el ritmo sostenible

La falta de dólares pone en duda el ritmo sostenible

La economía real crece en torno del 10%, en parte por sus distorsiones, pero los analistas dudan de que el ritmo sea sostenible

En la Argentina está la sensación constante de que la economía se encuentra al borde del estallido. Volatilidad en las reglas de juego, incertidumbre, inflación alta generalizada, brecha de más de 100% entre el tipo de cambio oficial y los paralelos, riesgo país en torno de los 1800 puntos básicos y falta de dólares del Banco Central. Estas son las variables que los analistas económicos destacan como preocupantes y son las razones que enumeran las empresas cuando explican por qué no hay inversiones.

Pese a este contexto, la economía “real” sigue otra dinámica. En 2021, el crecimiento de la actividad fue cercano al 10% del PBI y para este año los analistas mejoraron sus proyecciones y esperan un avance de 2,9%, es decir 0,4 puntos porcentuales de lo que estimaban un mes atrás, según el relevamiento de expectativas que publica el Banco Central.

Tasa de interés y brecha cambiaria

Para explicar esta paradoja, los economistas mencionan otra contradicción: son justamente los desequilibrios financieros, como las tasas de interés negativas o la alta brecha cambiaria, los que traccionan la mayor demanda de bienes y servicios. También ayudó la mayor liquidación de dólares por parte del campo y el hecho de que el Gobierno abriera completamente la economía después de las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO).

La sostenibilidad de este crecimiento, sin embargo, está en duda, ya que dependerá de si la Argentina logra acordar con el FMI y si, de esta forma, puede evitar una brusca devaluación.

“El año pasado entraron US$16.000 millones extras de lo que se esperaba. Hacia adelante, la capacidad de generar dólares para seguir creciendo dependerá del nivel de reservas del Banco Central. Ahí hay un límite”, dice Sebastián Menescaldi, analista de la consultora EcoGo.

“El gran crecimiento que se vio en el segundo semestre fue por la liberación de actividades y por la campaña de vacunación, que hizo crecer el sector gastronómico y de esparcimiento. También vemos que la producción de bienes está en niveles previos a la primera crisis cambiaria de 2018. Por eso, hacia adelante habrá que ver si están los dólares suficientes para que no restrinjan las importaciones y que no se afecte la actividad industrial”, agregó el economista.
Como ejemplo de esta situación, Martín Vauthier señaló lo que ocurrió en octubre pasado, cuando el Banco Central cerró el cepo y se restringieron los pagos anticipados de importaciones durante 10 días, lo que generó una caída muy fuerte de la industria.

Signo de interrogación

“El año 2021 dejará un arrastre estadístico positivo para este. Pero los sectores productores, que dependen de los insumos importados, requerirán dólares para continuar creciendo. Si se mantiene la tensión cambiaria, se le pone un signo de interrogación a la capacidad de la industria de seguir creciendo a este ritmo. Si no se logra anclar expectativas o avanzar con un programa de estabilización a través de un acuerdo con el Fondo que descomprima la brecha cambiaria, probablemente el Banco Central tenga que seguir manteniendo un cepo muy estricto y eso le pasará factura a la industria y a la actividad”, indicó el analista de la consultora Anker.

Fernando Marull, por su parte, indica que lo que impulsó a la actividad fueron las menores restricciones luego de que el Gobierno perdiera las PASO. “Hubo mucho efecto reapertura. También empujó mucho la duda de qué hacer con los pesos y la brecha cambiaria. Eso explica el mayor consumo de alimentos, electrodomésticos, turismo, insumos de la construcción y ‘cambios de auto’. El mensaje es que se crece por los desequilibrios. Es sostenible en la medida que aguante la brecha, no haya devaluación brusca, se acuerde con el Fondo y que siga ayudando el contexto internacional con los precios de la soja arriba de US$500 la tonelada”, dijo el economista.

La recuperación está muy traccionada

Antes de que la pandemia impactara de lleno en la economía argentina, el país había sufrido la fuerte crisis cambiaria que comenzó en 2018. Es por esta razón que el analista Gabriel Caamaño explica el crecimiento de la actividad. “La recuperación está muy traccionada por servicios con la normalización de la apertura y ahora con todos los estímulos oficiales, como el programa Previaje y la tasa de interés negativa. Esto seguro continuará en todo el primer trimestre del año, pero no se transformará en un proceso de crecimientos sostenido”, afirmó.

Para Caamaño, el día que no se puedan sostener los estímulos, esa recuperación se caerá, y eso ocurrirá cuando impacte más fuerte la nominalidad. “Hoy el problema no es de venta de bienes y servicios, sino de a qué precio se venden para cubrirse de la inflación. El riesgo mayor es de descalce y de descapitalización. Por eso vemos que los índices de industria y construcción son del estilo serrucho, porque no hay inversión, sino que es recuperación”, concluyó el economista.

Fuente: La Nación