La ex presidenta defendió el pacto con Irán pero no declaró

Cristina Kirchner declaró ayer durante casi dos horas en el juzgado de Claudio Bonadio como imputada por traición a la patria por el supuesto encubrimiento de los iraníes acusados por el atentado a la AMIA. La ex presidenta presentó un escrito y habló. Pero no respondió preguntas en la causa más sensible en su contra, instruida por el juez que más la irrita.

Según pudo conocer la nacion, la ex presidenta se cruzó con Bonadio durante unos diez minutos. Pero no mediaron palabra. Cristina llegó a los tribunales de Comodoro Py cerca de las 10 en un Chevrolet Prisma blanco e ingresó al edificio por el subsuelo, bajo un estricto operativo de seguridad de la Gendarmería y de la Infantería de la Policía Federal. Subió al cuarto piso, que en el ala del juzgado fue blindado al público. Afuera la esperaba un grupo de militantes y un séquito de ex funcionarios y legisladores fieles.

La ex presidenta presentó un escrito de 12 páginas y un “anexo documental” para defenderse, al tiempo que negó “taxativamente haber cometido una conducta ilegal” con la firma del acuerdo con Irán.

“El Memorándum de Entendimiento fue la solución diplomática y pacífica que ambos países optaron para resolver la controversia y permitir que el Poder Judicial argentino pudiese llevar adelante las indagatorias de la causa AMIA”, manifestó la ex presidenta.

Verbalmente aseguró que existieron tres factores que condujeron el memorándum: que las circulares rojas de Interpol no obligaban a detener a los acusados, la imposibilidad de la Argentina de juzgar en ausencia y la negativa de Irán a extraditar a sus ciudadanos. Fue el mismo planteo que hizo el ex canciller Héctor Timerman, también defendido por los abogados Alejandro Rúa y Graciana Peñafort.

“Negociación”

Mientras Cristina declaraba en el cuarto piso, en el subsuelo de Comodoro Py se desarrollaba el juicio por el primer encubrimiento del atentado a la AMIA. Ayer Carlos Menem se hizo presente en la sala de audiencias para escuchar los alegatos finales, como uno de los trece acusados por encubrimiento en la investigación original.

Cristina utilizó esa paradoja, al denunciar a Bonadio. “Usted fue acusado de encubrir a [Carlos] Corach, a [Jorge] Palacios, de ser parte de un complot para alejar al fiscal Nisman de la investigación”, manifestó la ex mandataria en uno de los pasajes más duros del escrito.

Sobre el memorándum, Cristina manifestó que la Carta de Naciones Unidas avala el “arreglo pacífico de las controversias” y que “se presionó a Irán a aceptar una negociación”.

La ex presidenta dijo que el memorándum está “dentro de las denominadas cuestiones políticas no justiciables”. Y resaltó que finalmente no se suscribió porque fue declarado inconstitucional.

Cristina anexó varios documentos para defenderse, al decir que el fiscal Alberto Nisman recibió “con beneplácito” las negociaciones con Irán. También para asegurar que las circulares rojas contra los iraníes siguieron vigentes. Utilizó, así, la misma prueba de cargo que fue tenida en cuenta por el fiscal Gerardo Pollicita cuando pidió su indagatoria, a principios de septiembre.

Por un lado, Cristina presentó un intercambio de notas entre sus ex funcionarios y Nisman en el año 2008. En esos documentos, Aníbal Fernández, por entonces ministro de Justicia, le escribe al fiscal que Interpol Teherán propuso discutir la “cooperación” en el marco del caso AMIA. Y Nisman responde que “recibe con beneplácito” toda “cooperación que tenga por objeto dar respuesta eficaz a los requerimientos de la justicia argentina”.

Pero tal como señaló Pollicita en su dictamen, ese intercambio ocurrió mucho antes de que Nisman analizara las 986 horas de escuchas que lo llevaron a investigar el presunto plan criminal para dotar de impunidad a los iraníes.

Cristina también adjuntó una circular de Interpol para demostrar que las alertas rojas contra los iraníes no cayeron. En su leyenda, manifestaba: “Interpol fue informada de un acuerdo entre la Argentina e Irán para resolver el conflicto por medios diplomáticos. El estado de la presente notificación sigue siendo el mismo”. En su dictamen, sin embargo, Pollicita remarcó que el hecho de que el ex canciller Héctor Timerman y su par Ali Akbar Salehi enviaran una carta a Interpol diciendo que las circulares rojas eran objeto de negociación política, debilitó fuertemente la posibilidad de capturar a los iraníes.