La emisión anual de bonos verdes superó a las 2020

La emisión anual de bonos verdes superó a las 2020

El volumen colocado en este tipo de bonos despide un nuevo año de récord

Se esperaba un año de récord en emisiones sostenibles, y lo ha sido. Con pocos días por delante hasta el cierre de 2021, en todo el globo se han registrado ya colocaciones de bonos verdes por 452.200 millones de dólares (400.800 millones de euros), un 52,2% más que en todo 2020, cuando el dato ascendió a 297.000 millones de dólares (263.000 millones de euros). Así lo reflejan los registros de la Climate Bonds Initiative (CBI), organismo de referencia en este tipo de colocaciones. Estas cifras presentan un decalaje, así que tampoco recogen la totalidad de deuda emitida hasta la fecha. El volumen de este año será el más alto jamás alcanzado en emisiones de bonos climáticos.

En realidad, desde que la CBI empezó a recabar datos hace ya siete años, el volumen verde emitido no ha hecho sino subir (ver gráfico): en 2015 no llegó a los 50.000 millones de dólares, en 2017 ya había superado los 150.000, en 2019 rondó los 265.000 millones de dólares, y en 2020 alcanzó los ya mencionados 297.000 millones de dólares. Dentro de este espectacular crecimiento, septiembre de 2021 ha supuesto un hito histórico, ya que las colocaciones alcanzaron los 74.541 millones de dólares, el dato mensual más elevado de la historia.

Septiembre fue el mejor mes de la historia en colocaciones climáticas

Proyectos climáticos

Los bonos verdes son aquellos que financian proyectos que generan beneficios medioambientales. Existen también los bonos sociales, destinados a proyectos en ámbitos como la sanidad, los servicios sociales o el empleo, y los propiamente llamado sostenibles, que combinan características de los dos anteriores (aunque el término sostenible

sirve para referirse, en general, a toda la deuda responsable). Si sumamos esas otras dos tipologías de bonos, en 2020 las colocaciones verdes,

sociales y sostenibles a nivel mundial alcanzaron los 700.000 millones de dólares, y el 41% de ese volumen lo acapararon los verdes (los sociales supusieron un 36%, y los sostenibles el 23% restante). El dato de 2021 todavía no se conoce.

Un hito en España

En lo que respecta al mercado español, el año que toca a su fin ha sido crucial en lo que se refiere a la renta fija sostenible en España. En septiembre, el Tesoro lanzaba su tan esperado bono verde inaugural, una emisión de 5.000 millones de euros a 20 años, para el que la demanda rebasó los 60.000 millones.

Está por ver en qué medida esta megacolocación soberana modifica la posición de España en el ranking de los países emisores de bonos verdes: en 2020, ya fue el quinto país s de Europa con mayor volumen emitido, y podría subir puestos gracias a la emisión del Tesoro.

Entre las grandes colocaciones corporativas de deuda sostenible en este país, destaca la que llevó a cabo Iberdrola en febrero: un bono híbrido verde de 2.000 millones de euros, el más grande de la historia en este formato en concreto. Pero es CaixaBank la firma española que más ha emitido en formato responsable este año: en total, unos 3.600 millones de euros repartidos en cuatro operaciones.

Pérdidas en el año

Si nos fijamos en los retornos que este tipo de activo arroja, por precio, para el inversor, 2021 no ha sido un buen año para la renta fija sostenible. Una cesta de bonos verdes globales (representada en el índice Bloomberg MSCI Global Green Bond Index) pierde en torno a un 8% en el ejercicio, mientras que una cesta de deuda global (cuyo rendimiento recoge el Bloomberg Global-Aggregate) cede bastante menos, un 4,8%.

También es inferior la rentabilidad a vencimiento de la deuda verde, del 0,8%, según recoge Bloomberg, frente al 1,3% que permite atrapar la deuda global. Sin embargo, todas las emisiones se sobresuscriben: los inversores acuden en masa, debido a la escasez de papel y la estabilidad que aportan estos activos a las carteras, muy valorada en años volátiles. Los emisores son solventes y es un mercado menos líquido, que sufre muchos menos movimientos en el precio.

Fuente: El Economista Es