Kiguel: Una dificil coyuntura con final abierto
La clave para descifrar qué sendero seguirá la economía pasa por un intangible: la confianza, que no se podrá recuperar este año enmarañado por la incertidumbre electoral, pero que puede volver, o no, dependiendo del resultado.
Por Miguel Kiguel
No parece que vaya a ser fácil para ninguno. Si es el kirchnerismo, su pasado lo condena por una pesada mochila con controles de precios que -entre otras cosas- frenaron la inversión; cepo cambiario; controles arbitrarios a las importaciones y a los movimientos de capitales; maltrato a los bonistas; estadísticas surrealistas, etcétera.
Pero también, aunque en menor medida, hay desafíos para Cambiemos porque comenzó con un dream team que prometió soluciones rápidas a nuestros problemas crónicos de inflación, crecimiento, déficit fiscal y atraso cambiario, entre otros, y terminó en la crisis cambiaria de 2018, de la que todavía no nos hemos recuperado.
El gran déficit del gobierno de Macri fue subestimar la magnitud de los problemas y sobrestimar su capacidad de resolverlos rápido. Pero el baño de realismo que le dio la crisis le dejó enseñanzas, que podrá capitalizar si tiene revancha. Sin embargo, hay una gran diferencia.
El kirchnerismo, si quiere ganar confianza para que haya crédito y crecimiento, tiene que cambiar su ADN: sin plata es muy difícil estimular el consumo, subsidiar la energía o aumentar los planes sociales. Si no cambia, y drásticamente, no generará confianza.
El desafío de Cambiemos es distinto: es reconocer los errores (principalmente el gradualismo), tener un buen diagnóstico para frenar la inflación y volver a atraer inversiones, aunque esta vez no pensando en una «lluvia», sino en conquistar día a día nuevos proyectos que vengan seducidos por un país que ofrece oportunidades y un gobierno que con humildad y esfuerzo trabaja para lograrlas.
La Argentina hoy no está al borde de un precipicio, pero puede estarlo. Tiene capacidad de pago, pero si no recupera la confianza y el crédito va a ser difícil honrar la deuda. La Argentina no está encaminada hacia la hiperinflación, pero los errores y los horrores de política económica nos pueden llevar en esa dirección. La Argentina ha hecho gran parte del ajuste macroeconómico y logró dejar atrás las restricciones que había para crecer, pero un nuevo desajuste nos puede llevar a muchos años de estancamiento.