Inteligencia artificial: ¿amiga o enemiga?

Los datos suelen ser poco alentadores y el futuro se presenta como un lugar gris y sombrío en donde las máquinas y robots dominan un planeta con altas tasas de desempleo. Los informes del Banco Mundial y algunas cifras de lo que sucede en algunas regiones, son una muestra irreversible de esta situación. Por ejemplo, según el informe del año 2016 de la Federación Internacional de Robótica (IFR, por sus siglas en inglés), para el año 2019 el número de robots industriales instalados en el mundo se incrementará a unos 2,6 millones de unidades, cerca de un millón más de los que había en 2015. En este contexto, el cambio tecnológico produciría un desplazamiento del empleo y la consiguiente pérdida de puestos de trabajo.
No obstante, muchos expertos coinciden que existe una contrapartida a este escenario: los robots, que reemplazaron muchas de las tareas que antes llevaban a cabo personas, generan ahorros, aumentan la productividad y liberan el talento humano necesario para producir nuevos niveles de valor en sectores de mayor rentabilidad, impensados hace algunos años. Por ejemplo, la medicina a distancia y los diagnósticos automatizados, por mencionar algunos, permiten que los expertos médicos atiendan a muchas más personas, aún a la distancia, en zonas donde hasta hace no mucho tiempo era imposible realizarlo por falta de profesionales.
La automatización no se limita simplemente al uso de robots. La inteligencia artificial es parte de esta tendencia y los sistemas de tecnología cognitiva están produciendo grandes transformaciones en áreas hasta hace poco insospechadas, entre ellas: la gestión del talento. Los sistemas cognitivos nos ayudan a mejorar nuestros ámbitos de trabajo. Según datos de IBM, las capacidades que proveen las tecnologías cognitivas pueden transformar la adquisición de talentos a través del reclutamiento inteligente. Asimismo, simplifica los complejos procesos de recursos humanos y fortalece el talento existente colaborando con el aprendizaje personalizado y el desarrollo profesional.
Las tecnologías cognitivas se pueden utilizar, entre otras tareas, para que las empresas encuentren y contraten el talento adecuado para su negocio, y también para optimizar el desarrollo de sus colaboradores. Los sistemas de cognitive computing tienen la capacidad de aprender de fuentes de datos internas y externas y analizar los perfiles de los colaboradores de una organización para desarrollar un plan de carrera acorde a sus necesidades, inquietudes e intereses.
Hace unos meses el área de gestión del talento de uno de los bancos más importantes de la Argentina utilizó esta tecnología para uno de sus proyectos. A partir de un texto libre redactado por un colaborador de la institución, el sistema elaboró un reporte con el perfil de personalidad y su proximidad a un grupo de perfiles ideales, con el objeto de ayudarlos a definir el plan de desarrollo profesional más adecuado para esa persona. Esto mismo se aplica también para la búsqueda y selección de nuevos talentos, ya que logra establecer el match ideal entre candidatos y posiciones a cubrir. El potencial de soluciones como esta permite también realizar sugerencias para el armado de grupos de interés, establecer vínculos más personalizados con los colaboradores y descubrir nuevas competencias en las personas que son necesarias para los nuevos roles que surgen en el mercado.
Estudios recientes señalan que más de la mitad de los niños que hoy asisten a la escuela primaria tendrán puestos de trabajo que aún no existen. Las nuevas tecnologías, que amenazan reemplazar muchos de nuestros actuales puestos de trabajo son, también, las que abren nuevas posibilidades laborales aun impensadas y, paradójicamente, tecnologías como cognitive computing son las que sin duda pueden ayudarnos a prepararnos para enfrentar este nuevo paradigma.