Impuesto a las ganancias: Se viene un gran acuerdo entre el oficialismo y la oposición

Impuesto a las ganancias: Se viene un gran acuerdo entre el oficialismo y la oposición

El Impuesto a las Ganancias de las personas humanas es uno de los pocos impuestos que no recae sobre los pobres. Los otros son el impuesto a los Bienes Personales y el impuesto a la riqueza. Todos los otros impuestos, que son más de una veintena, le pegan directa o indirectamente a las familias de bajos ingresos.

Lo que pasa es que el Impuesto a las Ganancias se ve en el recibo de sueldo. Entonces, los que lo pagan –que son los ciudadanos de mayores niveles de ingresos– chillan. Las familias más pobres no chillan con los impuestos indirectos porque no los pueden ver. Por ejemplo, nunca van a ver las cargas sociales, porque nunca van a tener un empleo asalariado “en blanco” a raíz de que las altas cargas sociales los mandan a la informalidad. Tampoco van a ver el impuesto a los Ingresos Brutos, porque no viene discriminado en el ticket del supermercado. Está oculto en el precio, y encima multiplicado porque es un impuesto en cascada, es decir, todos los eslabones de la cadena de comercialización lo van trasladando y al final el consumidor termina pagando el impuesto de todos, acumulado.

Como dice el tango, “…el que no llora, no mama…”, así que se viene un gran acuerdo entre el oficialismo y la oposición para que menos gente pague el Impuesto a las Ganancias, y los impuestos que recaen sobre los pobres seguirán indemnes.

Una forma de echar luz sobre este tema es mirar la experiencia internacional. En los países desarrollados se recauda, en promedio, el 10% del PIB con impuesto a las ganancias de las personas (que allá le llaman, con más propiedad, impuesto a los ingresos personales). En Argentina, en cambio, se recauda apenas el 2,4% del PIB.

Sin embargo, por cargas sociales, en Argentina, se recaudan casi 6% del PIB y con el impuesto a los Ingresos Brutos otros 4 puntos del PIB. Esto señala que en Argentina lo que no se recauda por Ganancias, se recauda por dos de los impuestos que más golpean a los pobres: las cargas sociales y el impuesto a los Ingresos Brutos.

Ciertamente que Argentina no es un país desarrollado. Pero el camino elegido va en el sentido contrario. En otras palabras, no es un cambio “progresista” en el sentido de apuntar al progreso con más equidad e igualdad.

Hay que ordenar todo el sistema tributario

La bronca de la gente con el Impuesto a las Ganancias empezó cuando la alta inflación entre el 2006 y el 2015 y la no actualización o actualización parcial de los parámetros del impuesto hizo que muchos quedarán alcanzados sin que necesariamente haya aumentado su salario real. Fue una manera subrepticia y desprolija de aumentar la incidencia del impuesto. Esto justifica revisarlo, pero no lo convierte en un tema urgente o prioritario.

Más importante y urgente es ordenar el resto de los impuestos. Por ejemplo, hay que unificar los impuestos al consumo (IVA nacional, ingresos brutos provincial y tasas municipales). Esto ya se hizo en varias provincias con el Monotributo y demostró tener buenos resultados en términos de menor presión para los consumidores y menor complejidad administrativa para los comerciantes. La unificación también le cabe a los impuestos al patrimonio (Bienes Personales, Inmobiliario y Automotor).

En el tema de cargas sociales, hay que colocarles mínimos no imponibles. Actualmente, las cargas sociales ascienden a 50% del salario de bolsillo. No es justo que una persona que gana el salario mínimo ($20.000) pague 50% del salario igual que una persona que gana 7 salarios mínimos ($140.000), mientras a esta última se le baja el Impuesto a las Ganancias. Con un mínimo no imponible a las cargas sociales se beneficiarían los dos. Sólo que el del salario mínimo se beneficiaría más que el de 7 salarios mínimos. Esto es lo que se requiere en una sociedad que aspira a ser más igualitaria (si es que esta es la aspiración).

En suma, se puede relajar la presión impositiva sobre los que hoy pagan Impuesto a las Ganancias. Pero no es reduciendo ese impuesto, sino ordenando el resto de los impuestos para que por aquí venga la menor presión impositiva, y no sólo para los que hoy pagan Ganancias, sino para todos.

Fuente :El Economista