Hay pocos activos seguros para refugiarse en el mundo

Hay pocos activos seguros para refugiarse en el mundo

Esta semana las acciones estadounidenses marcaron otro máximo histórico, por lo que éste podría parecer un momento raro para analizar en profundidad cómo protegerlas carteras de inversión contra a una recesión severa. Sin embargo, como les gusta decir a los consultores, no prepararse es prepararse para perder. Las acciones globales se vieron impulsadas por la política monetaria más expansiva; las esperanzas de que se calme la guerra comercial entre China y Estados Unidos; las señales de que el Reino Unido será capaz de evitar su salida de la UE sin llegar a un acuerdo; y la escasez de alternativas.

Sin embargo, los gestores de fondos saben que si alguno o todos esos soportes se desmoronan, la protección habitual podría resultar inadecuada. Históricamente, los bonos de alta calidad han sido el paraíso preferido de los inversores, ya que demostraron repetidas veces su fortaleza como clase de activo que contrarresta las crisis.

Actualmente, los títulos de deuda son tan caros – y los rendimientos tan bajos – que su utilidad ha disminuido. Las restricciones prácticas limitan solo cuánto más pueden caer los rendimientos, lo que significa que,si bien es probable que la renta ja siga ayudando, no será suficiente para aislar a los inversores de un mercado bajista en general. Ciertas monedas pueden ofrecer un contrapeso.

El dólar estadounidense es la moneda de reserva mundial, y se beneficia cuando el mercado atraviesa períodos de tensión. Stephen Jen, un gestor de hedge funds, acuñó el término «sonrisa de dólar» porque a la divisa normalmente le va bien ya sea con una economía mundial en auge o en caída. Dada la importancia que sigue teniendo el dólar para el sistema financiero mundial, es probable que este patrón se mantenga.

El yen japonés es otra divisa segura, por lo que algunos inversores están apostando a ella. Michael Hasenstab, de Franklin Templeton, duplicó a 40% la exposición de su fondo insignia -que tiene activos por u$s 33.000 millones- al yen en el tercer trimestre, y también agregó posiciones en coronas noruegas y coronas suecas.

«Las estrategias de inversión que pueden haber funcionado bien en la última década no tienen tantas posibilidades de ser efectivas en la próxima», advirtió Hasenstab en una nota a los clientes. «Los inversores deben prepararse para los desafíos de hoy armando carteras que ofrezcan una verdadera diversificación contra los riesgos tan correlacionados que se observan en muchas clases de activos». Las monedas nórdicas no son del gusto de todos, ya que son vulnerables a las tensiones comerciales y mucho más pequeñas y menos líquidas que el dólar estadounidense y el yen japonés. Y ambas monedas son vulnerables a intervenciones si se fortalecen significativamente.

Esto deja una opción desagradable para los inversores. Hace casi un siglo, John Maynard Keynes llamó al oro «reliquia bárbara», pero su utilidad como refugio quedó demostrada muchas veces.

La crítica habitual de que el metal precioso no ofrece verdaderos flujos de caja pierde fuerza cuando hay bonos por u$s 13 billones que se negocian con rendimientos negativos. El oro no registró nada digno de mención desde su pico de la post-crisis en 2011, para frustración de los fanáticos del metal que se lamentan de que los bancos centrales devalúen el dinero fiduciarios. Tal vez falte poco para que al metal le llegue el momento de brillar.

Financial Times