Fronteras y libertades individuales, reinstalados en el debate del mundo

Fronteras y libertades individuales, reinstalados en el debate del mundo

Ese mundo sin fronteras que surgió del pensamiento globalizador y neoliberal, está muerto. El gran sueño de un mundo sin confines comerciales y con grandes áreas de pasaportes únicos, ya es cosa del pasado.

Por María Lavigna

En el camino, encontró varios puñales, quizás el primero fuera el terrorismo que desde el 11 de septiembre de 2001 en adelante, se instaló en Estados Unidos y Europa, muy lejos del remoto oriente, su escenario «natural» hasta ese momento.

Crisis migratoria

La crisis migratoria de 2015, creó una profunda división dentro de la Unión Europea entre países abiertos a los refugiados, como Alemania, y aquellos que levantaron barreras para protegerse, como Hungría. Desde 2015, la inmigración masiva cada vez más impugnada por los países del Sur europeo, golpeadas puertas de entrada por los que quieren entrar al continente. En Lesbos, los griegos repelieron violentamente a los migrantes que intentaron desembarcar en la isla en febrero. En Italia, las voces aumentan cada vez más para criticar a la Unión Europea, que la ha dejado sola a Italia frente a esta crisis y en otras crisis, como cuando amenazaba con sancionarla por su deuda. «La cuestión italiana irrita sobre todo a los halcones del norte de Europa, estrictos con el cumplimiento de las normas fiscales», publicaba diario El País, en junio de 2019.

Las ideas nacionalistas o populistas, están ganando terreno y rehabilitando el estado y sus límites geográficos.

A su vez, la apertura quedó en absoluta duda, con la llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos en 2016, con caballitos de batalla en su prédica, como los argumentos para levantar el muro que los separe de México.

Un golpe fulminante contra la apertura también llegó con el Brexit. Fue el Primer Ministro del Reino Unido, David Cameron, quien blandió una primera espada, posiblemente como una promesa en las elecciones de 2015, al ofrecer un referéndum sobre la membresía a la Unión Europea. En ese momento sus críticos lo vieron como una herramienta apaciguadora del elemento «euroescéptico» del Partido Conservador. Pero ese referéndum arrojó que el 52% de la población inglesa quería separarse de Europa, preocupados por la migración de la UE al Reino Unido, el deseo de restaurar la «soberanía» del Reino Unido y, en particular, para los votantes de mayor edad, reconstruir los vínculos con los países de la Commonwealth.

El discurso a favor del regreso de las fronteras también se escuchó en círculos franceses, en el partido de Marine Le Pen. Aunque luego se ganó a los pueblos y hoy, penetra en la mayoría de los círculos globales. «Abolir las fronteras significa destruir Estados. Esto crea un mundo caótico», argumenta Michel Foucher, autor de Le Retour des frontières (obra del 2016).

Foucher argumenta, por qué es impensable un mundo absolutamente globalizado. Sostiene que las fronteras nunca desaparecieron, excepto en nuestros mapas mentales de viajeros. Y agrega que las fronteras no son líneas abstractas sino indicadores de una institución, y cruzarlo fácilmente de viaje, no las anula. Por otra parte supone que abolir las fronteras significa hacer desaparecer a los Estados y un mundo sin Estados es un mundo bárbaro, «lo que nos recuerda el horror del ISIS.»

Un giro coyuntural a los Estados nacionales

La globalización, uno de cuyos símbolos es la aceleración del movimiento de personas, está cada vez más mal vista por los pueblos en medio de la necesidad de cuidarse de un contagio virulento.

Con un regreso al primer plano de una cuestión muy sensible y ligada a los debates respecto de los gobiernos dictaroriales latinoamericanos: el límite a la libertad total de movimiento, ¿dónde colocar la línea entre libertad y seguridad?. Pero va aún más allá.

Presenciamos detrás de un barbijo, el regreso de un cierto proteccionismo hacia los chinos en una lucha contra hábitos culturales muy poco cosmopolitas y occidentales, así como para luchar contra el dumping, con el interés de repatriar habilidades y capitales de las naciones.

La globalización está fragmentando el mundo en todas partes y en muchas partes, y el sueño de un mundo sin fronteras parece encontrar más campo fértil en la digitalidad que en la tierra. Gestos de nuevas y remozadas competencias para los Estados y sus sistemas de poder.