El peronismo corre el riesgo de hacer la peor elección de los últimos 30 años

Manda en 14 provincias pero, según datos que manejan gobernadores y la Nación, ganaría en la mitad. Con los resultados del domingo retendría Formosa, Tucumán, San Juan, Catamarca, La Rioja, Salta y Chaco. Perdería Córdoba, Santa Cruz , La Pampa, Entre Ríos y San Luis.
Roto, el peronismo se arriesga el domingo 22 de octubre a registrar un récord electoral tóxico: padecer, en términos territoriales y de despliegue político, la peor derrota en sus últimos 30 años de historia.
En el mapa actual, el panperonismo (de Juan Urtubey a Gildo Insfrán, entendidos como antípodas) gobierna 14 provincias. Según datos que circulan entre mandatarios en base a encuestas, el PJ puede ganar en siete de esos distritos “propios”. El Gobierno, también sustentado en sondeos, apuesta a que solo ganen cinco gobernadores peronistas.
Varios perdedores de las PASO sufrieron el karma de la “tercera posición”, ese concepto tan peronista y que, en términos electorales, perforó en las primarias del 13 de agosto a Juan Schiaretti (Córdoba), Mario Das Neves (Chubut) y Rosana Bertone (Tierra del Fuego).
Los tres -al igual que Sergio Massa
Hubo, hasta ahora, una sola elección más negra medida en términos territoriales: en 1985.
en la provincia de Buenos Aires, Martín Lousteau en la Ciudad, Alberto Weretilneck en Río Negro y Omar Gutiérrez en Neuquén, entre otros- jugaron a mantener la equidistancia entre Macri y Cristina, y lo pagaron caro. Tropezaron cuando, en su estrategia de campaña, trataron de gambetear la polarización.
A los demás, los tapó la ola amarilla. No alcanzó la unidad: Carlos Verna en La Pampa y Gustavo Bordet en Entre Ríos juntaron todos los pedazos de peronismo que andaban sueltos pero perdieron. Peor le fue a Rodríguez Saá, que tuvo enfrente a su ex delfín, Claudio Poggi. Tambié sufrió Alicia Kirchner en Santa Cruz, donde Daniel Peralta compitió con marca propia; ambos terminaron derrotados por Eduardo Costa (UCR).
Hay un chat grupal donde los go- bernadores cruzan datos y definen encuentros. Esta campaña es local y cada uno se mueve suelto, pero comparten proyecciones. Un cacique hizo sus cuentas ante Clarín: consideró que Córdoba es irreversible (para mal), al igual que San Luis, La Pampa, Entre Ríos y Santa Cruz.
Que Das Neves, que quedó a 6 puntos del FpV, tiene chances “matemáticas” de darlo vuelta y abren una incógnita con la fueguina Rosana Bertone, que quedó tercera detrás de una boleta K y otra de Cambiemos.
En el Gobierno, donde ya computan como triunfos Buenos Aires y Santa Fe -provincias donde perdieron por poco-, creen que pueden ganar Chubut y Tierra del Fuego, y apuestan a dar el batacazo en Chaco -donde quedaron 7 puntos abajoy remontar en Salta. Los augures del PRO reducen a 5 las provincias donde ganarían gobernadores del pero- nismo.
La cuenta “óptima” que hacen en el Ministerio del Interior es que el domingo ganen Sergio Uñac (San Juan), Sergio Casas (La Rioja), Lucía Corpacci (Catamarca), Gildo Insfrán (Formosa) y Juan Manzur (Tucumán). Cinco de 14: ese cálculo dicen está basado en encuestas, pero parece más fruto del deseo que de los escenarios.
Algunos en el Gobierno creen que pueden dar vuelta la elección en Salta pero el frente de Urtubey ganó con holgura y no parece fácil revertirlo. También muestran los dientes respecto a Chaco, donde el sector de Domingo Peppo ganó por 7 puntos y buscan recortarlo.
Dos observaciones.
1. En Santiago, Gerardo Zamora gana sin sombras y en Misiones, el Frente Renovador de la triada Rovira-Closs-Passalacqua, puntea sin riesgos. Fueron socios K y sumaron al PJ pero no cotizan como panperonistas. De hecho, ambos tienen ADN radical y se perfilan como “asociados”, en el Congreso, a Cambiemos.
2. En provincias como Río Negro o Tierra del Fuego, el peronismo K ganó -también en PBA-, curiosidad de otra índole porque no manda en esos territorios.
Hubo, hasta ahora, una sola elección más negra medida en términos territoriales: en 1985, el peronismo controlaba 12 provincias pero el 3 de noviembre solo ganó en dos -La Rioja, en manos de Carlos Menem; y Formosa, gobernada por Floro Bogado-. Entre los derrotados de esa legislativa estaba Adolfo Rodríguez Saá, que mandaba en San Luis.
Entonces, era la primavera alfonsinista, combinada con la implosión del peronismo que, por caso, en Buenos Aires compitió dividido: los renovadores por un lado, el PJ de Herminio Iglesias por el otro.
Crisis mediante, dos años después -en 1987- el peronismo ganó en 18 de los 22 distritos, elección que consolidó a figuras emergentes como Menem, Antonio Cafiero, José Manuel De la Sota y Eduardo Duhalde.
Ni en 1999, cuando perdió la presidencia, la cuenta local fue tan negativa: de hecho, Fernando De la Rúa convivió con la “liga de gobernadores” peronistas que reunía a los jefes de 12 provincias, entre ellos, los de distritos grandes como Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe.
Con cinco o siete gobernadores ganadores ¿cuántos quedan en pie para encabezar la proclamada reconstrucción del peronismo?Es la pregunta del día después y que tiene, hasta acá, una respuesta difusa: la voluntad de los mandatarios de conformar bloques propios, que expresen al peronismo territorial. ■
El Gobierno confía en pelear Chaco y Salta, donde en las PASO ganó el PJ. Parece difícil.