De YPF a Caravaggio, datos e historias del negocio de financiar juicios

De YPF a Caravaggio, datos e historias del negocio de financiar juicios

Una de las quejas más frecuentes sobre la Justicia es el alto costo que hay que afrontar para iniciar un litigio. Muchos ciudadanos consideran que los honorarios de los abogados y los demás costos asociados a todo proceso son muy elevados y por ello, difícilmente asumibles.

En este contexto no es de extrañar, tal como sostiene una encuesta realizada en los Estados Unidos por la financiera Burford Capital (Burford Litigation Finance Survey), casi un tercio de las empresas entrevistadas declararon que se vieron obligadas a renunciar a presentar litigios que consideraban viables, debido a restricciones presupuestarias; o que más de un 20% de las mismas hayan desistido de demandas ya iniciadas por no estar dispuestas a seguir soportando los gastos legales asociados. Algo que no debe sorprender en el país norteamericano, no es raro tener que constituir una hipoteca o suscribir un préstamo personal para obtener la liquidez necesaria para afrontar los altísimos gastos que en ocasiones puede conllevar un juicio.

La dinámica

Los fondos para litigar funcionan exactamente igual que las firmas de capital riesgo. Estudian un proyecto, calculan su rentabilidad, las posibilidades de ganar y deciden si invierten o no. Pueden financiar todo el pleito o sólo una parte, y sus beneficios dependerán de la cantidad de dinero aportada para presentar la causa ante un tribunal.

Como en cualquier inversión, la tasa de retorno es más pequeña cuanto más tiempo se alargue un proceso, es decir, el tiempo en el que se recupera lo inicialmente invertido más lo que ha producido: dividendos cuando se compra una empresa o indemnizaciones si se financia un pleito.

En Latinoamérica numerosos bufetes empiezan a ofrecer a sus clientes la posibilidad de financiar sus juicios ante los tribunales.

En Brasil

Hay fondos de inversión que vieron un mercado prometedor en Brasil y literalmente decidieron pagar para luchar. Al menos 20 casos en las cámaras de arbitraje de ese país están siendo financiados por terceros. Algunos en millones de dólares. Hay brasileños y también extranjeros en este mercado.

El inversor asume todos los costos de la disputa (honorarios, experiencia, honorarios de árbitros y abogados) y, a cambio, la parte acuerda entregar un porcentaje de las ganancias si gana en el tribunal arbitral. En caso de derrota, ni siquiera tiene que devolver el dinero.

Los abogados especializados en el fuero comercial, (el puente principal entre los inversores y las partes), dicen que han recibido visitas de gerentes ingleses, españoles, árabes y chinos este año. Todos ellos, según los expertos, buscan «peleas buenas y valiosas» em Brasil.

El English Harbour Litigation Funding, por ejemplo, ya compró dos y está considerando ingresar un tercero. Estas son disputas de al menos $ 10 millones. El fondo no acepta financiar arbitrajes de menor valor. Harbour desembarcó en Brasil a principios de este año, pero tiene oficinas en 14 países y más de £ 1 mil millones en inversiones. También hay fondos nacionales brasileños que decidieron invertir en este mercado. Hay al menos tres. Una de las demandas presentadas por los accionistas minoritarios de Petrobras, que está pendiente en la Cámara de Arbitraje del Mercado, un organismo B3, por ejemplo, está siendo financiado por uno de ellos, el East Litigation Finance, con sede en Río de Janeiro y uno de los pioneros del mercado interno de los litigios.

En Argentina

El caso más resonante de compra de los derechos de litigio, es el de Burford. El grupo de abogados, que se dedica a financiar litigios contra empresas y estados, compró en la justicia española los derechos para litigar, en el marco del proceso de quiebra de las empresas Petersen Energia y Petersen inversora. Así obtuvo los derechos de juicio en el caso de la expropiación de YPF; y algunos años después de comprar ese paquete, Burford también se quedó con el 70% de la demanda de Eton Park. otro ex-propietario de la petrolera.

Eton Park, era el tercer accionista más grande de la petrolera de bandera, que planteó una demanda contra la Argentina por la expropiación de YPF.

Pero Burford también litigó en otro juicio caro para Argentina, es conocido que Marsans, la empresa española que controlaba a Aerolíneas y Austral, vendió su juicio porque no tenía espalda financiera para hacer frente a los costos legales, y quien lo compraron Burford y el estudio Fargosi y Asociados, cuyo fallecido ex titular, Horacio Fargosi, presidió Aerolíneas en representación de Interinvest, empresa hoy inexistente. Este estudio es considerado un integrante “de peso” de la llamada “corporación judicial” en particular dentro del fuero comercial.

Posibilitum Business, la pata de Burford especializada en adquisición de sociedades en dificultades, adquirió Marsans y Teinver, y presentó ante el Ciadi un reclamo al Estado argentino por unos 1100 millones de dólares por la expropiación de Aerolíneas.

El resto es historia conocida y reciente, en mayo de este año, la CIADI rechazó finalmente la solicitud de Argentina de anular su sentencia y la dejó firme, con lo cual obligó al pago de los más de 320 millones de dólares al holding. De esa manera, el tribunal internacional le dio la razón a la empresa española Marsans por el proceso de nacionalización de la aerolínea de bandera, en 2008, por la que el Estado pagó de manera simbólica una suma de 1 peso, al no llegar a un acuerdo con la compañía respecto al precio de compra.

Un caso de película

Aunque su actividad no suele ser pública, algunos casos en los que han participado estas compañías que financian juicios, se han hecho públicos, no tanto por el hecho en sí de comprar posibilidades, sino por ribetes dignos de una película.

La firma británica Harbour decidió apostar por un señor que había heredado un cuadro supuestamente pintado por Caravaggio (1571-1610). Para asegurarse, llevó la obra a la casa de subastas Sotheby’s, que determinó que, si bien era de la misma época que el original, se trataba de una copia de un autor anónimo. La pintura se subastó por 42.000 libras (60.000 euros). Sin embargo, el comprador poco tiempo después logró certificar que la obra era un original de Caravaggio, valorada en unos 10 millones de libras (14,3 millones de euros). Harbour calculó los riesgos y la posible rentabilidad e invirtió en el proceso que impulsaba el señor que sostenía haber sido estafado por la casa de subastas. Sin embargo, el juez no dio la razón al demandante y falló a favor de Sotheby’s, lo que pone de manifiesto que este tipo de inversiones nunca son seguras.

En este caso, la ventaja para el afectado fue que no asumió el costo de haber perdido el juicio – que nunca habría podido financiar por sí solo, teniendo en cuenta que sólo recibió 42.000 libras por el cuadro-, mientras que los gastos del proceso sumaron varios millones. De todas formas, el señor perdió un Caravaggio…