El ingreso de capitales financieros subió 305%

– “Existe un influjo de capitales significativo, pero la mayoría de las inversiones son financieras”, advierte Ecolatina.
El Gobierno pregona que practica “una inserción inteligente” con el mundo y, ciertamente, hay cambios notorios (y positivos) con respecto a la era kirchnerista.
Sin embargo, según un reporte de Ecolatina difundido ayer, esa integración y ese “volver al mundo” en el argot oficial aun deja mucho que desear. “Hasta ahora la estrategia de inserción internacional ha logrado posicionar a Argentina en la agenda internacional, pero surgen dudas acerca de si esta nueva situación tendrá efectos beneficiosos para nuestro país”, señalan desde la consultora.
La vara del éxito de esa estrategia, según Ecolatina, es la llegada de dólares hacia estas orillas. Sin embargo, esa “lluvia de dólares” aún no ha llegado o, mejor dicho, solo ha mostrado una única faceta.
“Actualmente existe un influjo de capitales significativo, pero la mayoría de las inversiones que están arribando no son mayormente productivas (que se arraigan en el país), sino principalmente financieras (que hoy están pero mañana pueden irse ante cualquier evento)”, dice Ecolatina.
De hecho, en los primeros diez meses del año, dice el informe, los ingresos de capitales financieros crecieron 305% explicados en su totalidad por las inversiones en portafolios que treparon 650%. Sin dudas, una parte de ese financiamiento externo conseguido ha permitido que el Tesoro financie el gradualismo fiscal, una estrategia que casi todos los economistas (salvo los liberales) juzgan como sensata y realista.
Sin embargo, la llegada de Inversión Extranjera Directa (IED), así como un repunte sensible de las exportaciones, sigue siendo el talón de Aquiles de esa integración y generan preguntas sobre la sustentabilidad externa del modelo de Cambiemos. “Durante 2017 los anuncios de inversión fueron cercanos al 5% del PIB, pero el número de proyectos en ejecución es significativamente inferior”, dice Ecolatina y muestra un panorama similar para las exportaciones: “En los primeros diez meses del 2017, las cantidades importadas treparon 12% mientras que las vendidas al exterior sólo avanzaron 0,7%, generando un rojo comercial que superará el 1% del PIB en 2017”. Rojo que será parte de un desequilibrio en la cuenta corriente que superará cómodamente los 4 puntos del PIB. Aquí la cosa se complica un poco.
“En la búsqueda del crecimiento sostenido, el desbalance comercial no puede perpetuarse en el tiempo y para reducirlo, uno de los pilares fundamentales es el alza de las exportaciones.
Entonces, el desafío es incrementar las cantidades de bienes y servicios que se colocan en el exterior. Este objetivo, clave para dar sostenibilidad intertemporal al modelo, no se cumplirá solo abriéndonos al mundo”, advierte Ecolatina.
Con un tipo de cambio atrasado y sin visos de “adelantarse” en el corto plazo, las ganancias de competitividad no-precio, así como las de productividad, son tan necesarias como lentas en su impacto.
Por otra parte, “las estrategias comerciales de nuestros principales socios comienzan a complicar la decisión argentina de proveer alimentos procesados. De hecho, decisiones tomadas este año, como el arancel a la importación de biodiesel argentino que aplicó Estados Unidos, o la decisión del gobierno chino de comprar materias primas y reducir las compras de alimentos procesados, van diametralmente en contra de las estrategias de inserción de nuestro país”, advierte Ecolatina.
Sin dudas, la integración con el mundo es bienvenida y es un prerrequisito para, eventualmente, sacar provecho de esa palanca que es la demanda agregada global y, además, captar fondos para los innumerables proyectos de inversión que exhibe un país que opera muy lejos de su potencial. Pero no será un camino automático.
FUENTE: El Economista