El Gobierno logró posponer el paro de la CGT

El Gobierno logró posponer el paro de la CGT

La jugada es simple, pero efectiva. Como un gol de puntín. ¿Será una movida cerebral del marcospeñismo, de esas que apuntan a revolucionar las redes y mover el termómetro social? Dentro de la Rosada nadie lo va a admitir, pero la decisión de reservar la explanada de la Casa de Gobierno para los autos de los sindicalistas sonó a broma de secundario. “Parecía el frente de una consesionaria de Dietrich”, se reían por esos pagos, ante la sucesión de coches de primer nivel que desenmascaraba el ingreso real de varios sindicalistas. Salvo el triunviro Juan Carlos Schmid, todos cayeron en la trampa. Fue una de las al menos dos decisiones inteligentes del oficialismo del frenético jueves 7: además, el Ejecutivo, personificado en Nicolás Dujovne y Mario Quintana, bajo la supervisión transoceánica del ministro Jorge Triaca, ofreció reabrir la paritaria para incluir un aumento que llegaría, al menos, al 5 por ciento y paralizó, por el momento, la idea de un paro general de la CGT. La fractura dentro del gremialismo quedó, otra vez, al rojo vivo. Divide y reinarás.

RECALCULANDO. Fueron semanas complejas para el Gobierno, y más de un funcionario temió arrancar la última mitad del año con una dura protesta sindical. Por eso la cumbre en la Casa Rosada era un momento que todos los actores involucrados esperaban. En especial, dentro de la central obrera que cada vez aparece más atravesada por las internas: el sector dialoguista, los “gordos” e “independientes”, esperaban un guiño del macrismo para evitar la huelga generalizada, mientras que el lado más duro -en donde está Schmid, el moyanismo, los kirchneristas y hasta el único radical de la mesa de conducción, el bancario Sergio Palazzocoqueteaba con la idea del paro. La reunión duró una hora, y fue en tono cordial. La jugada de reabrir las paritarias se había empezado a barajar el lunes dentro del oficialismo, y al día del cierre de esta edición terminó de tomar forma: del 1 al 5 por ciento, según lo que pueda negociar cada gremio. “No es lo que hubiéramos querido, pero no es poco, los gobiernos no suelen reabrir las negociaciones. De hecho, están admitiendo que la inflación se les fue de las manos”, se consolaba uno de los gremialistas que participaron del cónclave, entre los que estaban los líderes de la CGT, Schmid, Carlos Acuña y Héctor Daer, el maquinista Omar Maturano, el colectivero Roberto Fernández, Andrés Rodríguez, de los estatales de UPCN, José Luis Lingeri, de Obras Sanitarias, y el panadero Abel Frutos. Del lado del oficialismo -Triaca, de viaje en Suiza por una cumbre de la OIT, mandó a su jefe de gabinete, Ernesto Leguizamón-, cuentan que, además de desactivar el paro, al menos hasta el martes 12, se charló de la reforma laboral y del blanqueo de personal, que la CGT viene resistiendo desde hace un año. “Les transmitimos que un paro no resuelve los problemas de los trabajadores, pero es un tema de ellos”, dicen desde ahí. Hay paz, por ahora.

Nota original: Revista Norticias