El drama de los UVA: El crédito los tiene en jaque

El drama de los UVA: El crédito los tiene en jaque

Paola, de Ciudad de Buenos Aires, pide dinero prestado para pagar las cuotas. Analía, de Quilmes, tiene ataques de pánico y toma medicación contra la ansiedad hace 10 meses. Luciana, de Paraná, que lleva casi cuatro meses de mora, no quiere ni entrar al homebanking.

Son familias, algunas de ellas monoparentales, que reclaman el recálculo del crédito hipotecario UVA y condiciones de pago «justas» de los préstamos que tomaron entre 2016 y 2018 para comprar una vivienda.

Denuncian que viven una situación “crítica” por la dificultad de pago de las cuotas en el contexto de inflación creciente y debido a lo que señalan como un «incumplimiento» de garantías contractuales, del momento en el que tomaron los UVA.

A principios de septiembre, tanto el Banco Central como las principales entidades bancarias públicas y privadas discutieron el tema en el Congreso, y relativizaron el tema. Aseguran que se trata de un problema que afecta a un grupo minoritario de los clientes.

Según datos del Banco Central, hay activos 97.000 créditos hipotecarios UVA y la morosidad es menor al 2% del total. Así lo explicó la titular del Banco Nación, Silvina Batakis, en un plenario de las comisiones de Finanzas y Presupuesto y Hacienda de la Cámara de Diputados, y agregó que la morosidad UVA en el Banco Nación es de apenas el 0,98%.

En el Banco Ciudad, de un total de 12.337 préstamos hipotecarios UVA vigentes, “sólo 204 préstamos, el 1,7% del total, se encuentran en situación irregular, y el banco atiende caso por caso para buscar soluciones”, informaron a Clarín.

En esa línea, describieron que se trata de “un nivel extraordinariamente bajo”, en relación a otros préstamos. Por ejemplo, en los “personales”, la irregularidad es del 6%.

«Morosidad encubierta»

Para el grupo “Hipotecados UVA Autoconvocados”, que reúne a personas que tomaron créditos en bancos de todo el país, “la morosidad no para de crecer” y aseguran que “los bancos han comenzado a trasladar hacia el final del crédito las cuotas impagas, y de ese modo no registran en sus estadísticas la creciente morosidad”.

“Es una trampa criolla”, define el colectivo y explica que “las cuotas que se ‘patean’ hacia el final del crédito generan ‘micro créditos’, que desde luego devengan interés”.

Clarín consultó al colectivo de hipotecados cuántas personas se encuentran en situación de cuotas diferidas y lo que denominan «morosidad encubierta», pero aseguraron que no cuentan todavía con ese número.

«La felicidad del UVA me duró 6 meses»

Cuando Paola Gutiérrez (53) tomó un hipotecario UVA en 2017 con el Banco Nación, le dieron un crédito de 2 millones de pesos: hoy debe 12 millones. El número puede estar acorde a la inflación, pero no a las actualizaciones salariales que tuvo como empleada administrativa, cuenta. Además, debe sumar los intereses de los microcréditos que tendrá que abonar por cuotas diferidas acorde a las disposiciones del Banco Central.

«Cuando yo saqué el crédito, había un anuncio del Banco Central que decía que la cuota nunca iba a superar el 25% del salario. Hoy el tope es de 35%, pero la realidad es que eso es relativo. Los bancos te piden hasta el ADN para cumplirlo y las subas que no pagaste te las pasan al final del crédito. Si yo iba a pagar en 20 años ahora ya voy 26», explica a este diario.

El crédito le sirvió para comprar un departamento en Saavedra, donde vive con su hijo de 19 años. «El UVA sigue extendiéndose y me angustia pensar cuándo voy a terminar de pagarlo. Estoy buscando otro trabajo para sumar y, en tanto, tengo que estar pidiendo plata prestada para llegar», dice.

«No entré en morosidad para el banco, entonces mi situación no sería irregular. Pero sí lo es, porque yo diferí las cuotas y eso es una mora encubierta. Y el tema es que el UVA, en estos términos se volvió imparable. A este ritmo, voy a terminar pagando el precio de un penthouse de la Quinta Avenida (de Nueva York)», aseguró.

Y agregó: «Necesitamos una solución definitiva y real, porque congelar la cuota no sirve. Es un parche de mentira que te termina generando más y más deuda. Por eso, exigimos un recálculo del crédito, que se reunifique la tasa, que hoy va del 3,5% al 15% según el banco».

Un fallo alentador para los hipotecados

En tanto, en los últimos días una jueza de Posadas hizo lugar a una medida cautelar solicitada por seis familias de la capital de Misiones y puso un tope a las cuotas de los créditos hipotecarias UVA: no podrán superar el 25% de los ingresos netos, es decir de bolsillo, de la familia.

El colectivo autoconvocado destacó que la decisión de la jueza tiene «en cuenta el desfase entre las previsiones inflacionarias proyectadas por el gobierno al tiempo de lanzarse al mercado los créditos UVA y la evolución real que tuvieron en el país los índices de inflación».

Y destacaron que «las deudas deben ser pagadas», pero no «a cualquier costo».

«Queremos pagar sin usura hipotecas justas, previsibles y sostenibles en el tiempo», es la frase en la que se embandera la organización de hipotecados.

Cuando el sueldo no paga ni una cuota

Analía De Fazio (41) recibió un crédito del Banco Provincia en 2018 para comprar junto a su marido un departamento en Quilmes por 140 mil dólares. Al principio, su sueldo de administrativa en la Policía Bonaerense le servía para pagar la cuota y las expensas. «Llegó un momento en el que ni siquiera podía pagar la cuota», que ahora ronda los $ 100.000, contó a Clarín.

«Desde hace 10 meses que entré en mora y estoy con un psiquiatra por los ataques de pánico y la ansiedad. La realidad es que no puedo pagarlo y tengo miedo que me hagan un remate. Porque ni siquiera si lo vendo, puedo llegar a recuperar el dinero. Hoy se depreció mucho y el mismo departamento en esa zona me darían 70 mil dólares, la mitad de lo que salió», aseguró.

En su opinión, «la dirigencia política tiene que rever la situación, porque nadie está haciendo un negocio, nadie compró una vivienda en un country para ver si el valor aumentaba, todos compramos una primera vivienda, apostando al país. Necesitamos que nos ayuden a salir adelante», reclama.

–¿Si pudiera volver el tiempo atrás, sacaría el UVA?

–No, somos una familia con tres hijas y ni mi marido ni yo tenemos parientes a quien recurrir. No sé qué vamos a hacer. Y encima tenemos que soportar que vayan a hablar al Congreso y digan que «la política fue un éxito, porque la mora es baja». ¿A quién le hablan? Hay personas que comen arroz todos los días para no dejar de pagar, gente que se endeuda más, hay una chica que se agarró cáncer, hay bancos que tiran la deuda para adelante y se hace una bola interminable. Somos personas dando lo mejor posible, pero este es un país que siempre te castiga.

Congelamiento, cuotas diferidas y convergencia

Las cuotas de los UVA estuvieron congeladas desde marzo de 2020, al inicio de la pandemia, hasta el 31 de marzo de 2021. Además, entre abril de 2020 y el 31 de marzo del 2021 se podían diferir las cuotas hasta el final del crédito, por resolución del BCRA.

Desde abril de 2021, cuando ya dejó de estar vigente el congelamiento de cuotas, los bancos iniciaron un período de convergencia, por el que las personas pagaban la cuota que correspondía por el ajuste por inflación más la “deuda” acumulada en los meses anteriores. Es decir, la diferencia entre el precio congelado y el precio que se hubiera aplicado.

Eso terminó el 31 de julio de 2022, cuando dejó de regir la convergencia. Actualmente, las cuotas se ajustan en línea con la inflación.

Luciana Rodríguez Valdez, sacó un crédito UVA con el Banco Hipotecario para comprar una casa con su esposo en Paraná, Entre Ríos. En la pandemia, la mujer de 41 años tuvo que cerrar su rotisería y de dos ingresos solo quedó uno. El problema es que tienen tres hijos, el ingreso de su marido como docente es de $ 130.000 y la cuota del UVA pasó a ser de $ 100.000.

«Durante la pandemia opté por diferimiento, de pasar cuotas al final de crédito. Y se suponía que después tenía que entrar en un sistema de convergencia, que nunca me aplicaron. Ahora vamos 3 meses y medio de mora, y la posibilidad de venta está latente, pero con tres hijos es lo que menos queremos», explica.

Tres veces al día recibe el mismo mail: “Usted registra uno de nuestros productos impagos, a la brevedad regularice la situación», recita de memoria Rodríguez Valdez y admitió: «Ya ni los abro, de la angustia que me da. Estamos viendo cuánto juntamos para ir saldando la deuda, pero es imposible, porque con el sueldo de mi esposo y como está todo no se vive».

Fuente: Clarín