Diferencias sobre la democracia en la región y buena señal con Lula, en el final de la cita de la CELAC

Diferencias sobre la democracia en la región y buena señal con Lula, en el final de la cita de la CELAC

La cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), que presidió Alberto Fernández en la Ciudad de Buenos Aires, expuso una vez más las fisuras que atraviesan a la región. El encuentro internacional permitió al Gobierno reforzar la relación con Brasil, en el marco de las bilaterales con Lula da Silva y su ministro de Economía.
El presidente argentino, frente los jefes de Estado y representantes diplomáticos de las 33 naciones que integran el espacio, abrió la cumbre con un mensaje que pareció un respaldo a los regímenes de Daniel Ortega (Nicaragua), Miguel Díaz-Canel (Cuba) y Nicolás Maduro (Venezuela).
“Todos los que están aquí han sido elegidos por sus pueblos y sus pueblos los legitiman como gobernantes. Y por lo tanto, más allá de como cada pueblo decida, en la diversidad debemos respetarnos y en la diversidad debemos crecer juntos”, dijo Alberto Fernández en el hotel Sheraton de Buenos Aires.
Con el correr de las horas, fueron surgiendo diferencias entre los mandatarios. Luis Lacalle Pou (Uruguay) planteó la necesidad de mirar a la CELAC «hacia adentro» y advirtió que el bloque regional no puede tener «el carácter de un club de amigos ideológicos», en una clara crítica -indirecta- a la participación de los gobiernos de Venezuela, Cuba y Nicaragua.
 «Se habla del respeto a la democracia, a las instituciones y los derechos humanos, pero hay países acá que no respetan la democracia, ni las instituciones, ni los derechos humanos. No tengamos una visión hemipléjica según afinidad ideológica», lanzó el mandatario uruguayo.
«Insisto, practiquemos con la acción lo que decimos en nuestros discursos porque para que este tipo de foro subsista en el tiempo tiene que generar esperanzas«, enfatizó.
Por otra parte, Mario Abdo Benítez (Paraguay) pidió establecer un «diálogo sincero» y planteó que «así como» preocupan los hechos de violencia ocurridos en Perú y en Brasil, también lo inquieta el «éxodo masivo» de Venezuela.
«No podemos mirar a un lado, cuando más de siete millones de venezolanos han abandonado sus hogares pidiendo refugio», afirmó. Además, Benítez recordó que, según ACNUR, la migración venezolana es la segunda crisis de desplazamiento externo de mayor magnitud en el mundo, después de la Siria.
Incluso el mandatario de Chile, Gabriel Boric, de izquierda, utilizó la instancia de intercambio para exigir la libertad de los «opositores que aún se encuentran detenidos de forma indigna» en Nicaragua, aunque también se manifestó en contra de los bloqueos a las economías de Cuba y Venezuela.
Luego de días de polémica, y cruces entre el oficialismo y la oposición en la Argentina, el mandatario venezolano Nicolás Maduro finalmente decidió no participar personalmente de la cumbre y no viajó al país.
En redes sociales, este martes, el líder chavista afirmó que su ausencia se debió a «razones que escapan» a su «voluntad» y denunció «conspiraciones» y «amenazas»: «Las emboscadas que se calculan me hicieron tomar la decisión, creo más correcta y justa, de no caer en las provocaciones que pretendían marchas este momento tan especial».

La cumbre concluyó así con un documento en común, pero con fisuras sobre la valoración democrática en la región.

Para el Gobierno, la mayor expectativa queda abierta ahora en materia de relaciones comerciales, además de políticas, con la nueva gestión brasileña. También anotó un roce con el presidente uruguayo por una frase del ministro Sergio Massa.