De una vuelta a la Fase 1 del aislamiento

De una vuelta a la Fase 1 del aislamiento

La principal coincidencia entre Alberto Fernández, Horacio Rodríguez Larreta y Axel Kicillof, no tiene que ver con la idea de aumentar las restricciones en la cuarentena ni con qué tipos de actividades limitar en la etapa que viene: es evitar, a como dé lugar, el anuncio de una vuelta a la Fase 1 del aislamiento.

“Está descartada la vuelta a la Fase 1”, dicen en el gobierno de la Provincia de Buenos Aires. “Cuesta definir qué es la Fase 1, vamos a ver”, ensaya otra fuente, pero del gobierno porteño.


Segunda coincidencia. Tanto el Presidente, como el jefe de gobierno porteño y el gobernador bonaerense saben que cualquier medida de restricción que se anuncie para la etapa que se inicia el lunes 29 de junio, cuando ya se hayan cumplido nada menos que 100 días de aislamiento, comprenderá pagar un alto costo político para cada uno de ellos.

Si además de la decisión de una mayor restricción, el mensaje plantearía una regreso al 20 de marzo cuando arrancó el aislamiento social obligatorio, el efecto psicológico en los habitantes del Area Metropolitana (AMBA) multiplicaría su decepción y hartazgo. A lo que se suma la dura realidad, ya no macroeconómica sino doméstica. Como la estimación del cierre de unos 27 mil locales comerciales en la Ciudad de Buenos Aires, o la larga lista de concursos en los que entrarán comercios, pequeñas, medianas y grandes empresas, con sus correspondientes despidos, cuando se levante la feria judicial.

Se estima que además de la restricción de actividad de los runners, la de comercios no esenciales, o como adelantó la ministra de Gobierno de la provincia, Teresa García, “máxima restricción en el transporte público”, sean las principales medidas. Pero también habrá que preguntarse qué ocurrirá con la “flexibilización encubierta” que se ha desarrollado en el AMBA.

Tanto en la Ciudad como el en Conurbano bonaerense, se llevan a cabo actividades comerciales de manera clandestina –con vidrieras tapadas por cortinas, persianas bajas por la mitad o locales que atienden por otra puerta-, producto de la crisis económica que azota transversalmente. Hasta ahora, no se ha registrado una ola de multas o controles obligando a la clausura de esas alternativas “por izquierda”. A partir del próximo lunes, ¿serán restringidas?¿Qué gestión se animará a obligar a un comercio a que no funcione, aunque sea en cuenta gotas para cubrir sus gastos y sin que implique una concentración de gente?

Se vienen tiempos muy difíciles para la política. Porque la pandemia o la falsa dicotomía entre “salud o muerte”, o “vida o economía”, ya no surte efecto en los habitantes de la región más afectada. Y de ahora en más, cada decisión habrá que sostenerla, inteligentemente.

Fuente: Clarín