Conflicto con el campo: Queremos dar a los productores previsibilidad

Conflicto con el campo: Queremos dar a los productores previsibilidad

Pelea. El Gobierno quiere lograr una siembra récord con el cereal, aunque enfrenta obstáculos por la suba de los precios de los insumos; puja por el diferencial de aranceles

Con la apertura para registrar ocho millones de toneladas de trigo para la campaña 2022/23, que se iniciará en menos de dos meses, el Ministerio de Agricultura pretende darles una señal a los productores para que no reduzcan el área sembrada con el cereal en el próximo ciclo.

Esto sucede cuando las entidades rurales de base están impulsando medidas de protesta, que pueden ir desde marchas a ciudades hasta un cese de comercialización, en rechazo a las medidas de intervención que tomó el Gobierno.

Previsibilidad

«Queremos dar a los productores previsibilidad para que la próxima siembra de trigo sea récord», dijo el ministro de Agricultura, Julián Domínguez, en la conferencia de prensa en la que avaló la suba de retenciones a los subproductos del complejo sojero, fondos que alimentarán un fondo fiduciario para subsidiar la venta de pan en el mercado interno.

El mes pasado, antes de la invasión de Rusia a Ucrania, Domínguez había anunciado un programa para llegar a un volumen de producción de 25 millones de toneladas en la próxima campaña con apoyo de créditos de los bancos Nación y Provincia de Buenos Aires.

En tanto, el subsecretario de Mercados Agropecuarios, Javier Preciado Patiño, explicó luego que, con la apertura para registrar ocho millones de toneladas de trigo para la próxima campaña, el Gobierno busca que los productores «tengan la posibilidad de hacer buenos negocios». Para Domínguez, «el productor argentino no captó el precio bélico», en referencia a que más del 70% del cereal cosechado en la última campaña ya se había vendido al iniciarse el conflicto.

Los fertilizantes

Pero uno de los cuellos de botella que se presentan es el del consumo de fertilizantes, no solo por la suba de los precios internacionales, que ya venían en alza antes de la guerra, sino por las restricciones a las importaciones que estableció el Gobierno por la escasez de dólares del Banco Central. La Bolsa de Comercio de Rosario estimó que un freno a las importaciones de fertilizantes podría provocar una merma en las exportaciones de trigo y maíz por entre US$3500 y US$4000 millones.

El año pasado hubo un récord en el consumo de fertilizantes con 5,6 millones de toneladas, de los cuales 1,1 millones fueron de producción local, básicamente de urea, por el incremento de las cosechas de trigo y maíz. «El año pasado se necesitaban US$4400 millones en fertilizantes, este año son US$5600 millones, estamos en un problema global», dijo Domínguez en referencia al alza internacional de los precios de los productos derivados del gas y del petróleo.

IICA

El tema fue analizado por los ministros de Agricultura de todo el continente en una conferencia virtual convocada por el Instituto Interamericano de Cooperación Agrícola (IICA) a instancias de Brasil, ya que ese país importa el 80% de los fertilizantes que consume.

Ante una pregunta de la nacion sobre si el Gobierno estudiaba una baja en los aranceles de importación de fertilizantes para favorecer la siembra de trigo, en Agricultura dijeron que eso «depende del Ministerio de Economía».

Una fuente del sector explicó que de los US$1130 a los que se cotiza la urea importada, «antes de empezar a bajarla del barco hay que pagar US$423,5 a la AFIP y a la Aduana, en concepto de derechos de importación, tasa de estadística, anticipo de Ganancias e Ingresos Brutos e IVA, lo que suma un 38%». Y añadió: «En Uruguay es cero por ciento».

Desconfianza

Al problema de los fertilizantes se suma la desconfianza de los productores hacia el Gobierno por la intervención en los mercados. Si bien Domínguez frenó la ofensiva del secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, para subir las retenciones al trigo, hoy en 12%, hay un mecanismo de intervención de las declaraciones de exportación llamado «volúmenes de equilibrio», por el cual el Ministerio de Agricultura regula las ventas externas para que la industria molinera local no se quede sin materia prima.

Diferencial La otra señal que buscó darles Domínguez a los productores es que por la eliminación del diferencial arancelario entre el poroto de soja y los subproductos no debería haber descuento en el precio que la industria y los exportadores pagan por la oleaginosa. «Ya hacían un descuento de 33% sin discriminar que fuera harina o aceite», dijo el funcionario.

«No hay ninguna razón para que el productor sea el perjudicado», señaló Domínguez, aunque no especificó si se aplicará alguna herramienta de lealtad comercial para corregir eventuales distorsiones.

Los analistas proyectan una baja de US$16 la tonelada de la soja en la capacidad de pago del complejo oleaginoso luego de la unificación arancelaria. La industria, en cambio, alega que el diferencial le permite tener un precio más estable durante el año, especialmente en los meses de primavera-verano, cuando el nivel de molienda es menor respecto del pico de la cosecha.

La apertura para registrar ocho millones de toneladas para la próxima campaña fue la primera señal, dice Domínguez.

Fuente: La Nación