Cómo hice para pasar de paseador de perros a inversor

Cómo hice para pasar de paseador de perros a inversor

Cuando decidí salir de la zona de confort del paseo de perros, que había sido mi sustento y el de mi familia durante 16 años, rápidamente se apoderaron de mi la duda, el miedo y el temor

Por Javier Lion

Para ganar dinero contante y sonante antes de guardarlo en el bolsillo hay que obtenerlo en la mente. Esa debe ser una de nuestras primeras victorias a conseguir, cambiar nuestra manera de pensar.

Conocer la política monetaria del Banco Central de la República Argentina (BCRA), o cuánto subió el bono americano a diez años, o si es mejor comprar o vender dólares; todo esto es importante, pero en mi opinión lo primordial es el cambio interior. Toda transformación en la realidad ocurre primero si o si en nuestra mente, toda mejora nace ahí, en nuestros pensamiento.

Siempre me apasionó observar la transformación que se da en algunas personas, me preguntaba y me pregunto cuál fue el verdadero click que motivó ese cambio de 180 grados en sus vidas. Me refiero más específicamente al momento de decidir cambiar. Lo que más me fascina y me intriga, si pensamos la vida como un proceso y no como un evento, es qué causó el cambio y el inicio de un nuevo proceso. Cómo, cuándo y por qué se produce el famoso click.

En un momento de mi vida determiné que yo (y cuando digo yo incluyo a mi esposa y a mi hija) sería el actor principal de mi vida, iba a desarrollarme en todo sentido y no iba a usar las circunstancias del país, las crisis económicas u otros temas del afuera como excusas para no prosperar. Ese día decidí comenzar el proceso de vivir intencionalmente para progresar. Si bien, había problemas en mi vida que creía que me podían limitar y frenar, pude comprender que lo que nos sucede nos afecta solo un 10% mientras que la manera cómo reaccionamos ante lo que nos sucede influye un 90%. Entendí que el significado que nosotros le asignamos a un hecho en particular y no el hecho en sí es lo que determina si salimos victoriosos o no.

Hablo de lograr un punto de inflexión que de origen a un cambio profundo, trascendente y duradero que de una vez y para siempre transforme nuestras vidas. Pensemos qué sucede en las personas que comienzan en necesidad y en escases económica, y luego, se transforman en ricas y prósperas. Además de interesarnos en el resultado final que esas personas consiguen y en las metas que llegan a cumplir, intentemos descubrir cuál es la decisión clave que toman y que las conducen a un final de éxito financiero.

Cuando decidí crecer como hombre de negocios y salir de la zona de confort del paseo de perros, que había sido mi sustento y el de mi familia durante 16 años, rápidamente se apoderaron de mi la duda, el miedo y el temor. Me preguntaba si hacía bien en dejar el emprendimiento que me había dado los recursos económicos para casarme y comprar mi primer auto. Es totalmente válido querer permanecer en la zona de confort, el único cuestionamiento es cuando en nuestro interior vemos, creemos y sentimos que ya es el tiempo de pegar el salto a otra cosa pero los miedos y temores nos frenan.

Después de casi 5 años que dejé de pasear perros, todavía me cruzo en la calle con mis amigos y colegas que siguen paseando perros. No digo esto para desvalorizarlos a ellos y para ponerme yo en un lugar de superioridad. Simplemente lo señalo para destacar que cuando consideramos que podemos cambiar para crecer, hay que hacerlo aunque la transición no sea sencilla.

No todos tenemos la posibilidad de estudiar en una universidad de primer nivel en nuestro país o en el exterior, ni de recibir una herencia, ni de contar con padres o familiares de dinero. Sin embargo, sí podemos proponernos cambiar desde adentro hacia afuera comenzando en nuestra mente para lograr un verdadero crecimiento económico y financiero.  

En mi experiencia cuando decidí que quería convertirme en un inversor transformé mi debilidad de no tener estudios universitarios en mi fortaleza. Lo que quiero explicar acá es que en determinadas circunstancias a veces la falta de algo, como puede ser estudios universitarios o el talento innato o el dinero heredado, se puede complementar con la disciplina y la constancia y, usarse como trampolín para dar un salto de calidad. Por supuesto que lo ideal sería tener una educación formal y lograr uno o varios títulos en la universidad, pero si no se puede, apliquemos disciplina y constancia para prepararnos bien. No siempre la carrera la ganan los más veloces, si no  los que se preparan, perseveran, están alistados en el momento oportuno y posicionados en el lugar correcto.