Espirituosas argentinas. Destilados premium y con sello local

ARGENTINA YA DEMOSTRÓ QUE EN MATERIA DE ESPIRITUOSAS PUEDE COMPETIR CON LAS MEJORES DEL MUNDO.

Hasta hace muy poco, la frontera era estricta. De un lado, los bares mediocres, con destilados nacionales. Del otro, las barras de lujo, usando bebidas del mundo. Una división que suena a prejuiciosa, pero que no lo era: a diferencia de lo que sucede con las bebidas fermentadas (vinos y cervezas), las espirituosas argentinas tenían – y en muchos casos todavía tienen una deuda con la alta gama.

«En el país hay una gran cultura de producción de aperitivos, pero no pasa lo mismo con las espirituosas, con excepción de la ginebra, aunque tampoco apostando al segmento de la alta calidad», dice Tato Giovannoni, el más reconocido bartender de Argentina y también el creador de Príncipe de los Apóstols, el gin premium nacional que se ofrece en las más importantes barras de BuenosAires. Para elaborar este gin, Tato compró el mejor alcohol de cereales tridestilado del mercado y lo redestiló utilizando yerba mate, peperina y eucaliptos junto a botánicos tradicionales, como el enebro o la piel de pomelo. El resultado es único y delicioso.

El ejemplo de Príncipe de los Apóstoles es, así como el de Christallino (un increíble aguardiente de pera patagónico que se exporta a Alemania) o el de Triple Seco, un licor de naranjas amargas capaz de competir con los mejores del mundo en cócteles como el famoso Margarita, demuestra que Argentina puede lograr calidad en destilados. Lo difícil es la comercialización. Tapaus fue una reconocida destilería mendocina, con una amplia línea de productos (grapa.gin, brandy, licores y otros), que tras años de lucha por imponerse en el mercado, cerró sus puertas. Lo mismo le sucedió a la tucumana Isla Ñ, que aprovechaba la caña de azúcar para elaborar rones. Por suerte, de a poco, las puertas se van abriendo, de la mano del interés de los bartenders por la búsqueda de nuevos sabores y una identidad local. Desde Calafate llegan los vodkas (y un flamante gin) de Destilería Helmich, con variedades saborizadas con hierbas autóctonas y una versión picante. De Entre Ríos, el gin frutado Heredero de la Bahía. E incluso en estos últimos meses comenzó a crecer la marca Moretti, definida como microdestilería y ubicada en la
Capital Federal, con productos como su Buenos Aires Gin y el Moonshine, una suerte de whisky no añejado. A esto, se suman varias grapas ultrapremium, con el respaldo de algunas de las bodegas más reconocidas del país (de Rutini a Bressía, pasando por Catena Zapata) y, claro, el primer single malt de Argentina, La Alazana, producido en El Bolsón. Hoy, la mayoría de los mejores bares de Buenos Aires ofrece cócteles a base de espirituosas nacionales, que conviven con las grandes marcas del mundo. Una demostración de que hay un camino posible.